Como si fuera obra de Greta Thumberg, las medidas anticontaminación se endurecen en la UE, por lo que la electrificación del parque ha llegado para quedarse. Las multas mil-millonarias a las que se enfrentan los fabricantes de automóviles propiciarán un radical cambio de juego, así
que vamos a explicar en qué consiste, cómo van a responder estos, cómo puede afectar a las ventas (con más motivo tras la pandemia) y a la posventa, así como si tenemos profesionales suficientemente cualificados… ¡Allá vamos!
En una Jornada de Buenas Prácticas en Automoción de ASEPA (si no las conocéis, son muy
recomendables) Álvaro Sauras (director técnico del Grupo Luike) dio una interesante ponencia:
«Nueva normativa europea 2020: 95gr de C02, la mayor exigencia de la historia del automóvil”. Su planteamiento era tan apasionante que decidí investigar sobre el tema y explicarlo de la
manera más sencilla posible, con la ayuda del autor. Todas las gráficas mostradas están extraídas de la Agencia Medioambiental Europea, a quién agradezco el material aportado.
¿De dónde partimos?
El afán por reducir emisiones contaminantes de los vehículos ha ido in crescendo en las últimas
décadas. Concretamente, en 2015 en el acuerdo de París, 195 países pactaron de buena fe
congelar las emisiones de CO2 para, en general, evitar que la temperatura del planeta supere en 1,5 °C los valores normales. Si bien de este acuerdo se borró, años después, uno de los
países más contaminantes, Estados Unidos, el resto de los firmantes paulatinamente han ido
incrementando sus acciones al respecto.
Las emisiones contaminantes de todo el transporte de Europa en 2017 –incluido tráfico aéreo– suponían un 25% del total, pero, elevado a nivel mundial, no llegan a un 2% de las emisiones globales. La influencia del transporte por carretera, extrayendo la aviación, el ferrocarril y el transporte pesado –sectores a los que de momento no aplica la legislación– en realidad es mínima.
Llegados a este punto os podéis preguntar… ¿y tanto dinero en multas para tan poco porcentaje? ¡Pues sí! Aunque la comisión declara tener un enfoque tecnológicamente neutro, la idea es ayudar con esas multas a la transición sostenible al coche eléctrico.
Respecto a los eléctricos, teniendo en cuenta las emisiones necesarias para fabricarlos, su
movilidad durante su vida útil, el residuo de las baterías… ¿de verdad contaminan menos?
En realidad, depende de cómo esté producida la electricidad para las recargas. La Agencia Europea muestra las emisiones por kilómetro de cada tipo de vehículo, teniendo en cuenta su
fabricación y uso, incluyendo el combustible, si bien no recoge el final de su vida útil –eso daría, sin duda, para otro artículo–.