Desde los años 80 se empezó a oír un trastorno psicológico llamado “Síndrome de estrés postraumático” y el cual se ha vuelto a retomar desde los fatídicos 11-S EEUU) y 11-M (Madrid).
Este síndrome aparece en sujetos que han experimentado directa o indirectamente una situación extrema – accidentes, ataque terrorista, en estos casos. Cualquier persona que ha pasado por un trance de este tipo y reacciona normalmente, puede padecer una serie de problemas transitorios.
Las reacciones normales a una situación de estrés de este tipo se pueden suceder normalmente durante días o semanas y las cuales suelen ser:
• Problemas emocionales: miedo, ira, pesadumbre, sensación de culpabilidad de inutilidad o desesperanza, desinterés, sentimiento de vacío, dificultad para disfrutar las cosas o para querer.
• Problemas intelectuales: confusión, desorientación, indecisión, dificultad de concentración, problemas de memoria.
• Problemas físicos: tensión, fatiga, irritabilidad, insomnio, dolores mal definidos, taquicardias, náuseas, cambios en el apetito o en el impulso sexual.
• Problemas interpersonales: desconfianza, problemas laborales o escolares, sensación de abandono o de ser rechazado.
Se recomienda que se debe pasar el mayor tiempo posible acompañado por gente para volver a la normalidad. Es más fácil enfrentarse al estrés compartiendo las experiencias:
• Hablar con otros sobre sus sentimientos si cree que le va a ayudar; estar disponible también a escuchar a los demás sobre cómo se sienten.
• Volver a su rutina de todos los días lo antes posible. Los hábitos familiares pueden ser muy reconfortantes.
• Importante: tómese el tiempo que necesite para estar triste e incluso llorar si lo necesita; es mejor dar rienda libre a los sentimientos que bloquearlos o esconderlos.
• Pedir apoyo a los suyos: familia, amigos o cualquier grupo al que pertenezca.
• Marcarse pequeños objetivos para hacer frente a los grandes problemas. No intentar resolver todo al mismo tiempo: cada cosa a su tiempo.
• Intentar comer saludablemente y dedicar tiempo a pasear, hacer algún ejercicio físico ligero y relajarse; aunque sea durante períodos muy cortos.
• En situaciones de estrés las necesidades de sueño son mayores, por lo tanto se debe dormir los suficiente y esforzarse en descansar.
• Hacer cosas que le sean placenteras como darse un baño, sentarse al sol, pasear al perro o dar un paseo.
• Buscar alguna misión positiva que pueda llevar a cabo como donar sangre, colaborar económicamente o involucrarse en la ayuda a las víctimas.
• Evitar los medios de comunicación de vez en cuando y distraerse.
Tras una experiencia traumática, como en toda situación de emergencia, deben evitarse situaciones como:
• Encerrarse en uno mismo y apartarse por completo o evitar a la gente.
• Pagar su ira o su malestar con los que tiene alrededor.
• Utilizar alcohol o cualquier otra droga para evitar sentimientos incómodos.
• Intentar bloquear sus sensaciones desagradables sobre lo ocurrido.
• Evitar a toda costa cualquier cosa que le pueda recordar lo que pasó. Durante cuánto tiempo es normal sentirse así?
• Aunque cada persona tiene su propia manera de reaccionar a estos sucesos y de recuperarse de ellos, la mayoría de las personas que han vivido de cerca una acción terrorista comenzarán a sentirse mejor en tres o cuatro semanas. En general, las personas que han sobrevivido a una de estas experiencias traumáticas habrán empezado a superarlo tras uno o dos meses.
• A medida que pasa el tiempo, los períodos de malestar se harán más cortos y se prolongarán los momentos de normalidad. Casi todos los que han perdido a alguien cercano empezarán a encontrarse mejor a los 6 meses o el año de la tragedia. Sin embargo, también es frecuente que se pueda experimentar una nueva crisis al cumplirse el primer aniversario.
Hay que plantearse recurrir a la ayuda de un profesional para superar el trauma si después de un mes se siguen con sensaciones como:
• Sentirse muy alterado o con miedo durante la mayor parte del tiempo.
• Su comportamiento es muy diferente a como lo hacía antes del suceso.
• No puede trabajar ni atender a su familia.
• Sus relaciones personales van de mal en peor.
• Bebe demasiado, utiliza fármacos o drogas.
• Está permanentemente inquieto, duerme mal y tiene muchas pesadillas.
• No puede dejar de pensar en lo ocurrido.
• Es incapaz de disfrutar mínimamente de la vida.
Como en cualquier muerte, los supervivientes deben atravesar un período de luto –lo que en psiquiatría se conoce como el duelo–, durante el que tratarán de canalizar la ira que sienten buscando a los responsables del suceso (accidente, atentado, explosión, etc). Esta culpabilización servirá de una u otra manera para hacerle frente a esos primeros momentos sin esos seres queridos fallecidos.
El duelo es un proceso natural que sigue a cualquier pérdida, pero cuando ésta pérdida se produce repentinamente y de manera tan violenta los mecanismos de adaptación para asumir dicha pérdida son más complejos, en los cuales juega un papel importante la notificación de la tragedia e incluso si las familias se enteraron de la misma por los medios de comunicación. Su duración normal oscila alrededor de los tres meses, un período después del cual todo vuelve a la normalidad. Si esto no es así y se prolonga por un tiempo, se cronifica y se convierte en el llamado “duelo patológico”, en el cual la ansiedad y la depresión “siguen por su cuenta”.
Afrontar una experiencia traumática
Licenciada en Psicología. Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. mayo 28, 2004 - 2722 visitas
Fuentebelt.es
Fecha de publicaciónmayo 13, 2020
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