Los intereses de Cummings en las tecnologías futuristas han alimentado los rumores de que los fondos se destinarán ahora para reclutar y capacitar a ciberespecialistas y otras fuerzas especiales
En marzo de 2019, Dominic Cummings criticaba en su blog los «despilfarros» de los gobiernos en materia de defensa. Particularmente se refería a la compra de portaaviones millonarios que, a su modo de ver, tan solo «enriquecen a algunos de los peores saqueadores corporativos» y «corrompen a la administración a través de puertas giratorias». «El escrutinio de nuestros parlamentarios ha sido despreciable. Han construido plataformas que ya no pueden enviarse a una guerra seria contra un enemigo serio». «Un adolescente podría manejar un dron desde su teléfono inteligente para hundir una de estas plataformas multimillonarias», añadía.
Por aquel entonces, el que había sido el oscuro cerebro de la campaña euroescéptica detrás del triunfo del Brexit, era un personaje relegado a la segunda línea de la política y poco conocido para el electorado. A él, sin embargo, nunca le preocupó ni la fama ni el poder. Siempre se ha considerado un ‘outsider’.
Así que cuando Boris Johnson le ofreció de manera inesperada convertirse en su asesor principal, antes de aceptar el puesto le puso una serie de condiciones: quería llevar a cabo una auténtica revolución del sistema, lo quería hacer a su manera y, de dar explicaciones, solo tendría que hacerlo ante el primer ministro, nada de intermediarios.
El hombre que mueve los hilos
Sin haber pasado por las urnas, el estratega —para unos «un genio» y para otros «un gilipollas»— es a día de hoy el hombre que mueve realmente los hilos en Downing Street. Y tras haber declarado la guerra al funcionariado (forzando la dimisión, entre otros, de Sir Mark Sedwill, máxima autoridad al frente de la administración pública y asesor de Seguridad Nacional) su objetivo ahora es revolucionar las Fuerzas Armadas y Servicios de Inteligencia.
Quince meses después de la publicación de aquel post donde los ponía de «obsoletos», Cummings visitará ahora cinco de sus instalaciones neurálgicas, entre ellas un laboratorio militar que desarrolla armas químicas. El tour —cargado de misterio, como todo lo que tiene que ver con el asesor— ha creado expectación y preocupación a partes iguales porque está previsto que, para septiembre, el Ejecutivo lleve a cabo lo que se ha denominado como «la mayor revisión en política exterior, defensa y seguridad del Reino Unido desde la Guerra Fría».
Los intereses de Cummings en las tecnologías futuristas han alimentado los rumores de que los fondos se destinarán ahora para reclutar y capacitar a «ciberespecialistas» y otras fuerzas especiales, lo que podría llevar a ejecutar recortes importantes en la mano de obra generalista. No en vano, en el manifiesto con el que el Partido Conservador ganó el pasado mes de diciembre una aplastante mayoría absoluta ya se abandonaba el compromiso de mantener al Ejército en 82.000 efectivos. Actualmente, hay alrededor de 74.000 soldados y, según diferentes informes que se van filtrando a la prensa estos días, se podrían estar considerando reducciones adicionales.
Cummings ya ha visitado en dos ocasiones los servicios secretos del MI5 y MI6 en Londres
De momento, el Comité de Cuentas Públicas ya ha adelantado su «extrema frustración» ante el hecho de que Defensa todavía no haya tomado las decisiones difíciles necesarias para hacer frente a un agujero de 13 mil millones de libras. Según la documentación que ha obtenido en exclusiva el rotativo australiano ‘The Sydney Morning’, Cummings ya ha visitado en dos ocasiones los servicios secretos del MI5 y MI6 en Londres. Y en las próximas semanas visitará la sede del Servicio Aéreo Especial en Hereford; el puesto de comando del Servicio Especial de Embarcaciones en Poole, Dorset; la agencia de inteligencia militar estacionada en RAF Wyton, en Cambridgeshire; y el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa en Porton Down, cerca de Salisbury, que desarrolla medidas para contrarrestar armas químicas y biológicas.
Asimismo, el oscuro estratega se reunirá con el personal de la Oficina de Capacidades Rápidas de Farnborough, una unidad inspirada en el Pentágono que permite la adquisición directa de equipos y tecnología. El titular de Defensa, Ben Wallace, habría hecho a regañadientes una invitación a Cummings, dado ahora su papel central en la revisión integral que quiere llevar el Ejecutivo el próximo otoño.
No obstante, el ministro había dado órdenes a los suyos para que todo lo referente a la gira pasara antes por sus manos. «El ministro explícitamente no desea que nadie involucre al Número 10 o Dominic Cummings en esto. Corresponde al [asesor especial de Ben Wallace] y al ministro participar en primera instancia antes de delegar a los funcionarios», reza un email al que ha tenido acceso ‘The Sydney Morning’.
Desde Westminster se ha querido minimizar cualquier sospecha de «guerra territorial». Wallace agradece ahora el compromiso de Downing Street y apoya la intención de Cummings de examinar cómo operan varias unidades de las fuerzas armadas sin el filtro de los jefes militares. Pero está claro que la tensión se palpa en el ambiente. Cummings llegó a describir las últimas adquisiciones, entre ellas un portaaviones de 6.200 millones de libras, como «desastrosas». Por lo que se da por hecho que realizará ahora un «cambio radical».
En este sentido, el ‘tory’ Mark Francois, un ferviente euroescéptico, ya ha lanzado una advertencia al General Sir Nick Carter, jefe del Estado Mayor de Defensa. «¿Podemos hacerle una súplica? Es el jefe profesional de las fuerzas armadas. Por favor, cuando regrese a la oficina, pídales a los suyos que resuelvan sus problemas, porque si no Cummings va a ir y lo resolverá a su manera. Y no le gustará», recalcó en la última sesión del Comité de Defensa de Westminster.
Por encima del bien y del mal
El asesor del primer ministro fue convocado en marzo por dicho comité para que explicara su papel en la reforma que se quiere llevar a cabo. Pero rechazó la invitación. No es la primera vez que ocurre. En 2019, el comité de Cultura, Digital y Medios le llamó para responder sobre las irregularidades cometidas durante la campaña del referéndum del Brexit con la utilización de «noticias falsas». Pero no se presentó. Y tampoco pasó nada. De alguna manera, Cummings está por encima del bien y el mal.
«Existe una creciente preocupación entre los miembros del gabinete de que su poder, alcance e influencia es mucho mayor que cualquiera de sus predecesores y está socavando las actividades naturales del gobierno dirigido por el gabinete, al liderar cada vez más proyectos», asegura a ‘The Independent’ un parlamentario conservador de alto rango. El mes pasado, el que en su día fue asistente de Johnson, Tim Montgomerie, acusó a Cummings de imponer «un reino del terror» en Downing Street a pesar de tener ideas «locas».
Cummings es completamente inmune a las críticas. Él va a lo suyo y, de momento, ya ha comprado, por 400 millones de libras, una participación del 45% de la empresa satelital en quiebra OneWeb. John Bew, quien se supone que está ejecutando la revisión de seguridad en el Número 10, ni siquiera estaba al tanto de la operación.
«Los ministros están hablado de la mayor revisión en Defensa desde la Guerra Fría, sin embargo, parece que el propio ministerio es un mero espectador», señala John Healey, el portavoz de Defensa de la oposición laborista. «Los planes para la futura Defensa y Seguridad del país no deberían estar en manos de un asesor político. Necesitamos una evaluación completa y un amplio debate sobre las amenazas que enfrenta el Reino Unido, dirigidas por especialistas militares», añade.