Aunque solo ha transcurrido un puñado de años entre las dos imágenes de arriba, su diferencia es cualitativa. La de la derecha retrata una disrupción tecnológica, un cambio de mentalidad, otro paradigma laboral: el de la industria 4.0, marcada por la automatización y la digitalización para un antes y un después en factores socioeconómicos clave.
El trabajador industrial de hoy no solo cuenta con la seguridad básica (casco, arnés, gafas protectoras y chaleco reflectante), sino también tiene la ayuda de drones, visores de Realidad Aumentada, wearables, sensórica avanzada y cobertura 5G.
Asimismo, dispone de toda una red de recopilación, procesamiento y análisis de datos para multiplicar su eficiencia, cuidar su salud o incluso salvarle la vida en las tareas más peligrosas.
La industria se ha convertido en una conversación fluida entre personas, máquinas y aplicaciones. Y en definitiva ha empoderado al humano gracias a una nueva gestión del talento, perfiles profesionales inéditos y la seguridad como prioridad de la tecnología.
