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El empleo estratégico de las fuerzas terrestres

General de División (R). Diplomado de Estado Mayor (DEM)
Ex General Jefe del Mando de Transformación de la División de Capacidades de la OTAN, en el Cuartel General de las Fuerzas Armadas de los EE.UU en Norfolk (Virginia). Ex Jefe de la Célula Militar Estratégica para FINUL (Líbano), en dependencia directa de la Secretaría General de la ONU en Nueva York.

noviembre 25, 2014 - 310 visitas

RESUMEN

El mundo occidental, tras las operaciones de Afganistán e Irak, parece entrar en una pausa estratégica, donde se está reconsiderando el papel y el volumen de los ejércitos. Existe una vez más una tendencia entre políticos y analistas de reducir el volumen de las mismas, y en particular las fuerza terrestres, olvidando que el resultado bastante poco positivo las operaciones antes mencionadas ha sido debido en gran medida a no haber logrado el control del «entorno humano«. El control de éste, junto al entorno físico y el cibernético, es la única forma de lograr el «estado final deseado» y es en el dominio humano donde la acción de las fuerzas terrestres es indispensable e insustituible. Y podemos asegurar que en los próximos años, los conflictos más comunes se asemejarán a aquellos, más que a conflictos tradicionales de enfrentamientos entre fuerzas militares regulares.

INTRODUCCIÓN

El final de las operaciones en Afganistán e Irak, unido a la situación económica reinante ha llevado a muchos países a declarar de facto una «pausa estratégica» y a reconsiderar su modelo de fuerzas armadas, tanto en volumen como en orientación. Uno de los referentes, tanto por su importancia como por su desarrollo tecnológico, son los Estados Unidos, cuyas iniciativas son generalmente seguidas por los otros países occidentales.

Dicha nación ha ido labrando una escuela de pensamiento militar a lo largo de los siglos, pues no olvidemos que, aunque joven en relación a otros, ya cuenta con cuatro siglos de experiencia. No obstante, sus condicionantes históricos y físicos obligan a estudiar sus iniciativas con una cierta perspectiva. En primer lugar, durante mucho tiempo estuvo latente su rechazo a grandes ejércitos profesionales, reminiscencia de su lucha por la independencia contra los ejércitos del soberano inglés. Por otra, la inexistencia de amenazas externas directas, tanto por su situación geográfica como por sus relaciones con sus vecinos, no justificaba grandes unidades para la defensa del territorio patrio. Esto ha creado un cierto modelo estándar: tan pronto como se acaba una contienda, se reducen drásticamente las fuerzas armadas, pero, sobre todo, la fuerza terrestre.

Las consecuencias de este modelo han sido siempre negativas, pero ello no ha hecho cambiar la mentalidad. Tras la guerra civil norteamericana, las pocas unidades que sobrevivieron a la drástica desmovilización se enviaron a sus fronteras occidentales a combatir contra los indios. Por ello, al comenzar la primera guerra mundial las fuerzas armadas de EEUU, y en particular las terrestres eran ridículas en relación con el país 1. Hubo que poner en marcha la maquinaria industrial y de movilización del país, y al final de la guerra el ejército era una maquinaria potente…,2 que comenzó a desmontarse tan pronto como se firmó la paz y se rechazó participar en la Liga de las Naciones, volviendo a su tradicional aislamiento3. Nuevamente al comienzo de la segunda guerra mundial se repitió el fenómeno de fuerzas armadas escasas, y aunque al final de la misma no se llegó al desmantelamiento general, fue debido a la presión de los soviéticos en Europa. Aún así se produjo una importante reducción4. Guerra de Corea y fenómeno similar. Las fuerzas de Estados Unidos estaban sufriendo en aquel momento problemas originados por la desmovilización que había empezado en 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y se vio obligado a una rápida generación de fuerzas terrestres5, quizá no las más apropiadas, lo que puede ser una de las causas de la prolongación del conflicto, aparte de la intervención china . Guerra de Vietnam, y necesidad de recluta masiva obligatoria. Fin de Vietnam, desmovilización y creación del ejército profesional, más reducido. Fin de la Guerra Fría, obsesión con el Dividendo de Paz y nueva reducción (más del 30 % de las fuerzas terrestres).

El resultado de la guerra de Vietnam tuvo unas importantes repercusiones, no solo entre la población civil y su rechazo a esta guerra, sino entre los militares, que se sintieron injustamente rechazados por la población y con un liderazgo político fluctuante, por decir lo menos. De aquí surge la doctrina Powell, que pide a los líderes políticos que si planean involucrarse en un conflicto, entre otras precondiciones doten a sus militares de un objetivo claramente definido, evitando la asignación sucesiva de nuevas metas a alcanzar (mission creep), fuerza suficiente en relación con el adversario para garantizar una campaña militar corta y un plazo claro de «desenganche». 6 Tal fue el caso en la liberación de Kuwait. Pero tanto en Afganistán como en Irak las cosas sucedieron de forma muy diferente. La tesis fundamental de la Revolución de los Asuntos Militares (RMA) 7 y de las guerras de la Tercera Ola, en las que la tecnología proporcionaría la victoria con mínimas bajas y mínimas fuerzas terrestres, llevó a los Estados Unidos a involucrarse en ambos escenarios sin una idea clara sobre que hacer tras la victoria militar. El resultado ya es conocido. Por decirlo de forma suave, no se han alcanzado los objetivos políticos buscados, y el «estado final deseado» ha quedado fuera del alcance de los vencedores de estas operaciones. Es decir, que pese a lograr la victoria militar en el ámbito físico (derrota militar de las fuerzas y ocupación del terreno), y en ámbito cibernético, a través del que se logró bloquear el sistema de Mando y Control del enemigo, disponer de información en tiempo real y poder actuar en profundidad sin riesgos excesivos, no se logró la victoria estratégica y política, provocando un conflicto posterior que ha quedado inconcluso y eso tras un largo período de inversiones, operaciones y bajas.

EL NUEVO ENTORNO

Ahora todo el mundo occidental, con problemas económicos y cansancio de operaciones trata de definir el camino a seguir, sin despliegues lejanos ni misiones de larga duración, al menos en el futuro inmediato.

Algunos teóricos han propuesto políticas que hacen temer el regreso a los errores del pasado, cuestionando por ejemplo la necesidad de la aviación de ataque y caza por falta de rivales, para ser sustituidos por operadores de consola para dirigir, desde una cabina con aire acondicionado, UAVs tipo Predator armados para eliminar a líderes de movimientos irregulares; o bien desarrollando nuevas doctrinas (Air-Sea Battle 8) para garantizar únicamente las rutas marítimas internacionales, detener la expansión de nuevas potencias marítimas y asegurar acciones a distancia a base de misiles Tomahawk 9; o sustituir a los combatientes terrestres, convencidos de que un equipo de boinas verdes y armas de precisión lanzadas a distancia es suficiente para lograr la victoria sobre un enemigo irregular, basándose en los ejemplos de Afganistán y Libia, y olvidando que en el primer caso, fueron las fuerzas terrestres de la Liga del Norte afgana la que expulsó a los Talibanes y que en Libia fue la propia acción de los libios la que finalmente logró la derrota del régimen de Gaddafi , pero parecen también pasar por alto que en esta último país se ha creado una situación bastante caótica y propicia a nuevos incidentes (la muerte del cónsul de EEUU en Bengasi o la necesidad de actuar para detener un petrolero norcoreano transportando petróleo ilegalmente vendido por una milicia local) , lo que demuestra el riesgo de «externalizar» las duras operaciones terrestres a otros estados amigos para así evitar la presencia propia sobre el terreno y el riesgo de bajas, poco atractivas políticamente.

En esta ocasión, entre muchos dirigentes militares hay una clara voluntad de no olvidar las recientes lecciones aprendidas, tras haberse visto obligados a pasar, sin solución de continuidad, desde un adiestramiento para operaciones convencionales, «cinéticas», de masas, a improvisar tácticas para hacer frente a una insurgencia que emplea procedimientos no convencionales, y que obliga a una redefinición de muchos conceptos : guerra asimétrica (aunque casi todas lo son o lo han sido), guerra irregular, operaciones contrainsurgencia, operaciones de estabilización y reconstrucción etc.

En primer lugar, parece evidente que no es posible manejar simplemente con grupos de Operaciones Espaciales situaciones como una implosión en Siria, en Libia, o incluso en Corea de Norte. Por lo tanto, el mantener una capacidad militar adecuada es un imperativo insoslayable, aunque ampliada a los nuevos retos y espectros de acción (espacio, ciberespacio, etc.)

Pero en este momento, y tras las experiencias de combatir entre la gente y por la gente, va siendo evidente que en toda confrontación hay un choque violento de voluntades, y que el objetivo final es siempre el imponer la voluntad propia sobre el enemigo. Es por ello que el objetivo final es humano (obligar al gobierno y a la fuerzas enemigas a aceptar la derrota y a renunciar a la violencia, al cumplimiento de nuestra voluntad 10). Y es por ello que la mayor parte de las acciones militares, políticas, económicas y de información ocurren en tierra,11 dirigidas hacia el objetivo humano, para imponer nuestra voluntad al adversario, sea ésta los líderes políticos, militares o grupos dentro de la población, que serán el objetivo estratégico clave.

Si bien esto no es nuevo, con mucha frecuencia en el choque de voluntades que se presenta en la guerra, las acciones se han enfocado al choque, a lograr la victoria en el ámbito físico y se han olvidado de las voluntades, sin prestar la adecuada atención al ambiente físico, cultural y social que constituye «el ámbito humano» y que es donde se logra la victoria. Ejemplos de fracasos en no contar con este ámbito lo podrían constituir nuestras «guerras de África» durante el siglo XIX 12, la derrota francesa en nuestra guerra de la Independencia o la acción de los guerrilleros de Tito en Yugoslavia en la II Guerra Mundial, por no mencionar la segunda guerra del Golfo. 13 En cambio, al final de la II Guerra Mundial, los aliados, con su completo control del terreno y de la población, garantizaron de forma fehaciente la victoria política. Esto es algo que solo las fuerzas terrestres pueden asegurar.

EL ÁMBITO HUMANO

El concepto de ámbito humano, como tal, no es totalmente nuevo entre los pensadores de temas de defensa. La importancia de la acción sobre las voluntades era ya tratada en los manuales de Guerra de Mando y Control (C2W)14, psicológicas (PSYOPS)15 o de Información (IO)16, aunque generalmente como complemento de las acciones bélicas y normalmente no totalmente enfocadas en la población, actor pasivo de los conflictos tradicionales. Todos mencionamos a Sun Tzu pero pocos aplicaban sus enseñanzas.

Para ver cual va a ser la importancia de este ámbito en los próximos años, es conveniente tratar de visualizarlo, y para ello aprovecharemos algunas ideas del todavía líder de Occidente. Según el documento del TRADOC del Ejército de EEUU, Operational Environments to 2028, publicado en el año 2012, el ambiente estratégico hasta 2028 estará caracterizado por: «actores múltiples, amenazas adaptativas, condiciones caóticas y actores conocedores de tecnologías avanzadas buscando el ámbito de la información». …..La amenaza más común será híbrida, que puede incluir fuerzas militares, paramilitares, organizaciones insurgentes, unidades tipo guerrilla y organizaciones criminales…». Así mismo mencionan varios autores que «…..serán organizaciones complejas, que se adaptarán rápidamente a situaciones cambiantes, utilizarán métodos asimétricos y normalmente operarán en áreas urbanas congestionadas».

En caso de conflicto llamémosle «tradicional», aunque no sea una guerra abierta en el sentido clásico del término, el control final del ámbito humano será vital para el éxito de la operación. La derrota militar será el primer paso, y esta derrota se completará finalmente en tierra, pero lo realmente importante es como finalizar la guerra. Una operación como la mencionada derrota de los talibanes en Afganistán, a base de unidades de operaciones especiales y apoyo de fuegos de precisión que apoyó y dio libertad de acción a la Liga del Norte, no fue suficiente y hubo que realizar un importante despliegue posterior para tratar de lograr una paz estable.

Las operaciones terrestres tienen un papel único en este ámbito humano en las acciones que podríamos llamar prebélicas , orientadas a configurar el escenario donde puede ser preciso actuar, manteniendo contacto próximo con aquellos a los que trata de influenciar, bien sea para atraerlos a nuestra causa o para disuadir a los potenciales agresores de su acción , contribuyendo decisivamente en el entorno (ámbito) humano al mantenimiento de la paz, apoyo al sector de seguridad, adiestramiento de fuerzas locales, operaciones de estabilización y reconstrucción, etc. En conflictos abiertos, las mismas fuerzas mantienen un contacto próximo con los grupos y redes humanos, sean éstos aliados, enemigos o población civil. La mayor parte de los éxitos o fracasos estratégicos ocurren en el ámbito humano, según se controlen las voluntades (ganar la paz). Es por ello que es esencial el papel jugado por las Fuerzas Terrestres a nivel estratégico.

Por todo lo anterior, si bien es importante tener el poder suficiente para vencer, ésta no es la única forma de defender nuestra nación. La disuasión de una fuerza creíble, la voluntad de emplearla en todas las circunstancias que contribuyan a evitar el conflicto, incluyendo despliegues preventivos, es la mejor forma de reforzar sus efectos.

La decidida participación, junto con nuestros aliados, en mantener el orden internacional y la seguridad de nuestros países amigos puede evitar situaciones más comprometidas. Las  operaciones en el «ámbito humano» proporcionan oportunidades únicas para evitar futuros conflictos mediante acciones que refuercen gobiernos amigos y sus poblaciones para mejorar la estabilidad local y regional. Y estas operaciones no siempre exigen grandes despliegues sino equipos bien preparados de fuerzas regulares y de operaciones especiales, permitiendo un coste bajo y pequeña huella de nuestra participación.

Sin embargo, estas fuerzas y acciones terrestres que contribuyen a prevenir conflictos con frecuencia permanecen poco visibles a la opinión pública e incluso al gobierno, y en muchos casos solo se valora el coste de la operación pero no sus resultados , tangibles e intangibles. 17

Si consideramos la guerra irregular, entonces el papel de las unidades terrestres es controlar el objetivo humano, vital para lograr el éxito. Son las fuerzas terrestres las que conocen, al combatir entre la gente, el grado y precisión de la fuerza a aplicar, o las acciones que construyan una relación duradera con la población. El descuidar este enfoque ha provocado los fracasos recientes. Es importante , por ejemplo, mencionar las tácticas empleadas por las fuerzas estadounidenses en Irak, actuando de acuerdo con los procedimientos reglamentarios, bastante agresivos y desconfiados (nunca abandonar el casco , el armamento ni el chaleco antibalas incluso con ocasión de tomar el té con líderes locales), lo que les provocó el rechazo de la población 18. Al mismo tiempo, en el área bajo control del Reino Unido, el procedimiento de patrullaje diseñado indicaba que, llegados a la zona de patrullaje , el Mando del pelotón bajaría del vehículo, realizaría un rápido reconocimiento y , si la situación parecía tranquila, el pelotón se despojaría del casco y de parte de la impedimenta y se patrullaría con boina como prenda de cabeza y con las armas apuntando hacia abajo, en una muestra de tranquilidad y confianza en la población. Y esta forma de ganar a la población es la única forma de lograr el éxito en el choque de voluntades.

Así pues, y con vistas al futuro, se tienen dos obligaciones: vencer militarmente y asegurarnos de que la victoria militar se convierte en éxito estratégico. Y esto solo se logrará si las fuerzas terrestres controlan el ámbito humano.

Sin embargo, este concepto está todavía pendiente de una completa definición doctrinal y de sus implicaciones en términos de inversión, doctrina, adiestramiento, recursos necesarios, etc. Si bien hay acuerdo bastante generalizado sobre las consecuencias vividas en los recientes conflictos al no habérsele prestado una atención adecuada, todavía su delimitación es objeto de análisis.

El Army Special Operations Capabilities Integration Center utiliza la siguiente definición: «La totalidad de los ambientes físico, cultural y social que influencian el comportamiento humano hasta el extremo de que el éxito de cualquier operación depende de la aplicación de capacidades únicas designadas a ganar conflictos centrados en la población» Además añade que «El ámbito humano no puede ser controlado o dirigido por medios o capacidades técnicas sino que exige contacto humano con duración y persistencia» . Finalmente vuelve a señalar que el éxito en el ámbito humano es vital para cualquier resultado militar decisivo.

La aceptación doctrinal del concepto llevará a una formación sistemática en campos que últimamente empezaban a abordarse en la OTAN: Sensibilización cultural (cultural awareness), 19 integración de esfuerzos militares y no militares (comprehensive approach)20operaciones basadas en efectos, enfocadas a afectar el entorno humano (effect-based approach to operations),21 etc. Esto significará una forma diferente (complementaria) de adiestramiento de unidades y Estados Mayores, además de adaptaciones en los equipos.

Para resumir, las últimas experiencias operativas han vuelto a reafirmar ciertas experiencias que, pese a ser bien conocidas, resultaban de difícil aplicación, y principalmente a las mentes occidentales acostumbradas a una eficacia técnica de los medios de combate y una inmediatez de resultados: conquistar una loma, derrotar a un batallón de carros, ganar una batalla. Pero los medios del siglo XXI han permitido a los nuevos adversarios una flexibilidad, capacidad de resistencia y de control de la población que permite adelantar que, salvo que se apueste decididamente por el control del ámbito humano, además del terreno (ámbito físico) y del ámbito cibernético, quizá sea posible una derrota inicial de nuestros futuros adversarios, pero no lograremos la seguridad de nuestros compatriotas si no vencemos la guerra de voluntades.

CONCLUSIONES

¿Cómo afectaría este concepto a nivel nacional? Parece evidente que seguimos manteniendo la necesidad de una adecuada disuasión clásica frente a potenciales adversarios convencionales. Pero en estos momentos en que las fronteras de contacto con nuestros potenciales agresores parecen «alejarse» hacia el sur,22 donde se está produciendo un vacío de poder que permite que ciertos grupos continúen aprovechándolo para generar un caldo de cultivo creador de radicalismo antioccidental, la probabilidad y la ineludible necesidad de tener que volver a desplegar para apoyo a aliados más débiles para recuperar el ámbito humano es grandeEs importante recordar que nuestros reglamentos y manuales han prestado atención a este ámbito, aunque quizá no de una forma explícita, desde hace tiempo. Desde las primeras misiones en Bosnia-Herzegovina los procedimientos CIMIC23 españoles eran objeto de interés por parte de nuestros aliados, al detectar la mayor fluidez en las relaciones con la población civil de los diferentes contingentes españoles. A este fenómeno puede haber contribuido el carácter español, bastante abierto a otras culturas, por lo que la sensibilidad cultural aparecía de forma casi natural. Por ello es quizá el momento de dar consistencia conceptual al control del ámbito humano y mantener unidades terrestres adecuadamente adiestradas y en cuantía suficiente para abordar con éxito las muy probables operaciones futuras, en las que volverá a tener importancia vital el combate entre la gente y por la gente, en un entorno fundamentalmente terrestre.


NOTAS

1 «…el Congreso esperó hasta 1901 para aumentar el Ejército regular a 3820 oficiales y 84799 soldados, y no adjudicó bastante dinero para mantener ni siquiera dichos efectivos……» Allan R. Millet y Peter Maslowski , Historia Militar de los Estados Unidos, Madrid, Editorial San Martín, 1986 , 346

2 «Para la ofensiva del Mosa-Argone el 1 Ejército de EEUU contaba con 600.000 soldados y 4.000 cañones». Op. Cit. pág. 396

3 «La Ley de Defensa Nacional de 1920 preveía un Ejército regular de 280.000 oficiales y soldados». «10 años después las presiones presupuestarias mantuvieron al Ejército regular en torno a 130.000 oficiales y soldados, apoyados por una Guardia Nacional de unos 180.000 hombres». Op.Cit , 408 y 421

4 «Las crisis de los cinco primeros años de la Guerra Fría forzaron al Presidente Truman a examinar la capacidad militar norteamericana y descubrió que era muy pequeña» «. Op.Cit , 529

5 «….la acción militar norteamericana no detuvo la ofensiva del Ejército Popular hasta primeros de septiembre…….con tres divisiones sacadas de alguna manera del Japón…..» Op.Cit , 542

6 Ver http://www2.factum.edu.uy/estpol/analisis/2001/ana01002.html  

7 Ver http://www.lincei.it/rapporti/amaldi/papers/XV-Chapman.pdf

Ver http://www.defense.gov/pubs/ASB-ConceptImplementation-Summary-May-2013.pdf  

Metz, Steven, «Strategic Landpower Task Force Research Report» de 3 de Octubre de 2013, 7

10 General Von Clausewitz , «De la Guerra», Ediciones Ejército 1978, 27

11 United States Army, United States Marine Corps and the United States Special Operations Command. «Strategic Landpower White Paper: Winning the clash of wills.» 4

12 No obstante, este olvido del ámbito humano se corrigió posteriormente en las operaciones que siguieron al desembarco de Alhucemas, destacando la acción de los Interventores en la aproximación a la población. José Ignacio El Maliki Escaño «Preparación y toma del Zoco el Jelis de Beni Aros en 1927» Revista de Historia Militar nº 113 (2013) 113-144.

13 Sin embargo, en estas operaciones ya se empezó a cambiar de forma clara la orientación y el objetivo clave. Consultar los principios que comenzaron a aplicarse tras el fracaso de las operaciones TOGETHER FORWARD I y II en «Institutional Army transformation following victory in Iraq» G. Scott Taylor , Lettor Papers, US Army War College Noviembre 2012

14 Ver Joint Publication 3-13.1 de 7 de Febrero de 1996

15 Ver Joint Publication 3-13.2 de 7 de Enero de 2010

16 Ver Joint Publication 3-13 del 20 de noviembre de 2012

17 United States Army, United States Marine Corps and the United States Special Operations Command. «Strategic Landpower White Paper: Winning the clash of wills.» , 6

18 Sin embargo, se produjo en algunas ocasiones cambios en estas actuaciones, con notable éxito. Consultar «Tal Afar, Ramadi y el despertar de El Anbar: ejemplos de contrainsurgencia urbana«, artículo del Comandante Villalonga Sánchez publicado en el número 863 de la revista Ejército.

19 Ver documento «Experimento Multinacional nº 6, Conciencia Intercultural» , sobre el ejercicio de la OTAN del mismo nombre, publicado por la Revista Ejército nº 845 de Julio/Agosto de 2011.

20 Puede leerse una reseña del Instituto Elcano en http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/defensa+y+seguridad/ari115-2008  

21 Puede consultarse para ampliación el libro titulado «Complexity, networking and Effects-Based Approaches to Operations«, de Edward A. Smith, publicado por el Command and Control Research Program (CCRP) en www.dodccrp.org

Fuenteieee.es
Fecha de publicaciónmayo 10, 2020

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