Un trabajo silencioso contra el mayor de los enemigos silenciosos. Los funerarios son nuestra última línea de defensa contra el maldito coronavirus.
“Los verdaderos héroes son personas normales que en circunstancias excepcionales son capaces de crecerse hasta dar el máximo”. Esta frase que el diario el País dedicó a la política vasca María San Gil bien valdría para nuestros funerarios.
Cualquier miembro del personal sanitario cuenta con ese componente de vocación de ayuda a los demás. No se sabe porqué ni como lo tiene, pero lo tiene y es algo que les hace diferentes. Sin embargo un funerario es una persona normal que un día eligió, nadie se explica porqué, ese profesión. Un trabajo para el que no hay estudios ni preparación posible pero que en tiempos de crisis se hace indispensable. Si nuestros funerarios fallan, falla todo el sistema.
Ellos son el último eslabón de una cadena a la que ningún afectado quiere llegar. Si, desgraciadamente, eso sucede, ellos no pueden fallar. Una última línea de defensa que debe evitar contagios masivos, incluso en las situaciones personales más comprometidas.
Situaciones como las que nos cuenta Jesús, pseudónimo de uno de estos héroes silenciosos. “Hay personas que no pueden ir al entierro de un familiar porque están contagiados y no quieren contagiar a nadie. Son los compañeros de la funeraria quienes, lo más dignamente posible, hacen el entierro de esa persona sin sus familiares presentes”.
Jesús lleva cerca de 30 años trabajando en funerarias del Corredor del Henares y asegura que en toda su carrera ha vivido situaciones muy duras como el 11-M, el accidente de Spanair o el accidente del Yakolev-42. “El 11-M fue un punto de inflexión para nosotros al ver el horror de las muertes causadas por unos fanáticos. Lo peor de esas situaciones son las imágenes que te quedan en la cabeza de por vida, es horrible”.
Sin embargo asegura que el daño que les está haciendo el coronavirus es aún peor pues “es un daño psicológico, no son solo imágenes. Aunque no te quieras implicar emocionalmente con las familias, al final lo haces. Es muy duro decirle a una familia que hasta dentro de cinco días no puede enterrar a un ser querido. Afortunadamente, la mayoría de esas familias están tremendamente concienciadas con el problema y nos están poniendo muchas facilidades”.
“Nadie está humanamente preparado para esto”
Por tanto, esta crisis para ellos “es psicológicamente peor que el 11-M, porque allí eran las imágenes de los cuerpos y aquí es daño emocional y psicológico. Además estamos obligados a hacerlo todo rápido y bien para que el día que puedan velar a su familiar no les falte de nada”.
El trabajo de nuestros funerarios es durísimo desde que empezaron las muertes. “Estamos muy cansados pero aún así compañeros que están librando vienen a trabajar y los que estamos de turno metemos las horas que hagan falta”.
Para Jesús y sus compañeros esta es “una triste realidad de la que hemos aprendido a base de golpes, nadie está humanamente preparado para esto”.
Que este escrito sirva de homenaje para todos ellos. Los funerarios, la última línea de defensa de nuestro escudo contra el coronavirus.