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Imposición y mantenimiento de la paz en el Líbano

General de División (R). Diplomado de Estado Mayor (DEM)
Ex General Jefe del Mando de Transformación de la División de Capacidades de la OTAN, en el Cuartel General de las Fuerzas Armadas de los EE.UU en Norfolk (Virginia). Ex Jefe de la Célula Militar Estratégica para FINUL (Líbano), en dependencia directa de la Secretaría General de la ONU en Nueva York.

diciembre 17, 2010 - 2187 visitas

Conferencia pronunciada por el general Guinea en las
IV Jornadas de Seguridad, Defensa y Cooperación, celebradas los días 17, 18 y 19 de noviembre en Málaga y organizadas por el Foro para la Paz en el Mediterráneo

Debo empezar mis palabras felicitando a la organización de este certamen por la selección del tema de mi presentación. Creo que en sí el escenario del Líbano, con el número de actores y partes en conflicto, y serie de decisiones adoptadas por el Consejo de Seguridad constituyen un claro muestrario de los diferentes tipos de Misiones de Paz y su evolución a lo largo de los años. Y me voy a permitir simplemente poner sobre la mesa solo una serie de ideas para provocar sus opiniones que estoy seguro, cubrirán un amplio espectro. 

Empecemos por el escenario del Líbano. La situación actual es, como casi siempre, el resultado de una historia complicada, y en el caso del Líbano, se presentan todas las circunstancias en contra, con la única posibilidad de paz duradera en manos de líderes políticos capaces de superar estas circunstancias. Cabe mencionar la gran calidad moral de algunos de ellos, pero en otros casos de limitada y muy tribal aproximación a los problemas que exigen cierta grandeza de miras, quizá por el tremendo peso que la violenta historia del Líbano ha ido creando en la mentes de la mayor parte de los libaneses.

La antigua Fenicia cuyos habitantes eran de origen semítico, se caracterizó por su espíritu comercial y el desarrollo de rutas comerciales y puestos de comercio, y esta ciudad sabe de ello. Tributaria de los imperios asirio y babilonio, fue conquistada por Alejandro Magno y permaneció bajo el imperio romano desde el siglo I hasta su conquista por el califato. El cristianismo se extendió pronto tras la muerte de Jesús, y el mahometanismo llegó muy pronto tras la muerte de Mahoma. La influencia de estos últimos creció cuando los Omeyas establecieron la capital en Damasco.

Durante la Edad Media, y como consecuencia de las cruzadas el Líbano formó parte de los reinos cruzados y aunque Saladino recuperó los Santos Lugares en 1190, Líbano y Siria resistieron hasta el siglo XIII. Posteriormente Líbano cambió de manos entre diferentes jefes musulmanes hasta que el Imperio otomano tomó control de la zona a comienzos del siglo XVI. Su autoridad no obstante era ligera y el Líbano gozó de facto de amplia autonomía a lo largo de los siglos, y  mantuvieron contactos comerciales con Venecia y otras ciudades estado. Durante el imperio otomano se acuñó el término Gran Siria que es ahora reivindicada por algunos líderes sirios.

La autonomía de la que gozaban dio pié a intentos de modernización e independencia pero las divisiones internas impidieron mejores resultados. En 1822, durante una represión de uno de estos intentos se produce la masacre de cristianos maronitas a manos de los drusos, que se repetiría años más tarde, lo que es todavía recordado. En estos enfrentamientos se van consolidando los puntos fuertes sectarios, como es el valle de la Bekaa para los drusos o el monte Líbano para los maronitas. El apellido Jumblatt, del actual jefe druso, ya se conocía a finales del siglo XIX. Los intentos de paz conducen a separar a los contendientes en barrios distintos y eso solo contribuye a crear reductos sectarios.

El resto del siglo XIX ve por fin una cierta estabilidad y los cristianos, drusos y musulmanes se enfocan en el desarrollo económico y cultural. La primera guerra mundial afecta profundamente al Líbano, y la liga de Naciones pone al Líbano bajo control de Francia, pero como parte de una región denominada Siria. La Siria actual debía alcanzar la independencia rápidamente mientras que ciertas zonas, (Líbano) debería ser administrado durante un período de tiempo más largo. Francia delineó las fronteras, e incluyó el valle de la Beqaa, tradicionalmente bajo control de Damasco, en el Líbano. Esto alteró la distribución demográfica, con la presencia de mayor número de drusos y musulmanes. Los maronitas pasaron a ser menos de 50 % de la población.

Sin embargo, la constitución del Líbano de 1926, con influencia francesa, trata de lograr un equilibrio entre los grupos mientras garantiza la dominación política de los cristianos. El presidente será maronita y el primer ministro sunita. De acuerdo con el censo, el parlamento de dividirá en una proporción de 6 para cristianos y 5 para musulmanes. Para 1960 los musulmanes eran mayoría, lo que contribuyó a las tensiones.

El Líbano logró la independencia en 1943. Los últimos franceses salieron en 1946. Como consecuencia de la guerra arabe-israeli de 1948 más de 110000 refugiados palestinos se asentaron en Líbano. Su estatuto de refugiados les impidió integrarse en el Líbano, lo que a largo lazo añadiría complejidad a la situación política.

A partir de ese momento la historia de Líbano se caracteriza por períodos de prosperidad intercalados con períodos turbulentos, que no obstante permiten a Beirut sea considerada como el París del Oriente Próximo. Tras la guerra Arabe-Israelita del 67, un nuevo grupo palestino se refugia en Líbano, seguido de una nueva oleada tras su expulsión violenta de Jordania. Bajo la dirección de Yaser Arafat, la OLP trata de seguir empleando un país débil como base para continuar sus ataques contra Israel. Las reacciones de Israel produjeron graves daños en el Líbano, lo que provocó, en vez de un rechazo de los libaneses a los palestinos, una nueva fractura en la sociedad, con los maronitas como anti-palestinos y los lideres musulmanes como pro-palestinos, influyendo también en la política local y causando finalmente una nueva guerra civil en 1975. El acuerdo de El Cairo entre Arafat y el gobierno libanés de 1969 dió autonomía a la OLP en los campos de refugiados, lo que de hecho fue una clara pérdida de soberanía. Los maronitas, bajo los auspicios de la familia Gemayel, organizaron una milicia que denominó la Falange.

La guerra civil duró desde 1975 hasta 1990, y fue muy compleja en términos de adversarios y razones para su duración. No solo era un problema de facciones dentro de la sociedad sino también del conflicto entre judíos y palestinos, ambiciones de Siria, etc. El resultado final fue terrible, con más de 100000 muertos, otros 100000 permanentemente afectados, desplazamiento de 900000 habitantes, de los cuales probablemente 250000 emigraron para siempre, etc.

La guerra pasó por varias fases. Los incidentes comienzan con la petición de los musulmanes de realizar un nuevo censo, que les daría claramente más poder, y esto es rechazado por los cristianos, lo que provoca enfrentamiento directos. Esto produce la intervención síria que ocupa parte del país en 1976. Israel, como consecuencia de los frecuentes ataques de la OLP ocupa la zona sur del país en 1978, provocando un desplazamiento de 100000 personas. Las NNUU ordenan su retirada y crean la UNIFIL (Resolución 425) como fuerza de interposición. No obstante continúan los incidentes hasta que en 1981 se llega a un acuerdo entre la OLP e Israel de cese de hostilidades.

La falta de cumplimiento por parte de la OLP provocó la invasión por Israel en 1982, que llega a  Beirut. Una nueva fuerza multinacional llega para asegurar la retirada de la OLP. Unos 15000 palestinos son evacuados.

Los esfuerzos del gobierno libanés se orientan a lograr la retirada tanto de sirios como de israelitas, pero Siria se niega e Israel se repliega, aunque continúa ocupando la parte sur del país como zona de seguridad. Continúan los asesinatos por razones políticas, como el del presidente Bachir Gemayel, a quien los musulmanes veían como pro-israelí. Pero la lucha no era solo contra Israel.

Desde el 85 al 89 se produce la guerra de los campos, en el que milicias chitas tratan de expulsar a los palestinos, quienes cuentas con apoyos esporádicos de drusos y partidos de izquierdas. Se producen las matanzas de Sabra y Shatila. Hezbollah tambien toma parte en los conflictos. La intervención de Siria es creciente.

El Acuerdo de Taif de 1989 marca el final de la guerra civil. En Agosto de 1990, y mientras continúan los asesinatos políticos, se reune el parlamento que ya acepta un número igual de cristianos que de musulmanes, y se aprueba una amplia amnistía.  En Mayo de 1991 se acuerda la disolución de las milicias, con la importante excepción de Hizbollah y se trata de reconstruir una Fuerzas Armadas que evitasen la división sectaria. La no disolución y desarme de Hizbollah fue justificada porque se autodefinía, y aún es así, como la resistencia contra Israel, que aún ocupaba la zona sur del Líbano. En Mayo de 2000, las fuerzas israelíes se retiraron al Sur de la Línea Azul, lo que fue considerado como una gran victoria por Hizbollah.

Pese a la inestabilidad política, el país se volcó en la reconstrucción. La figura de Rafiq Hariri, millonario y hombre de negocios local, fue vital, y en un período de tiempo relativamente breve se produjo una importante reconstrucción de los daños de la guerra civil, mientras regresaban los inversores y turistas.

El acuerdo de Taif también legitimaba la presencia de tropas sirias en Líbano, justificaba por la debilidad de las Fuerzas Armadas Libanesas. Se esperaba que las milicias de Hizbollah se desarmasen y el ejército libanés desplegase a lo largo de la línea azul. Aunque en el 2000 los israelitas se habían retirado, en el 2005 todavía permanecían 15.000 tropas sirias, sin contar los servicios de inteligencia. Su presencia era rechazada de forma creciente por los cristianos maronitas, los drusos y muchos de los musulmanes sunitas. Los chiitas, con Hizbollah como milicia armada apoyaban la presencia siria. Estados Unidos y Francia empezaron a incrementar la presión sobre Siria, y lograron la aprobación de una nueva resolución del Consejo de Seguridad exigiendo la retirada de todas las fuerzas extranjeras y desarme de las milicias SCR 1559.

En el plano político, una serie de iniciativas en el parlamento fueron consideradas como una clara intromisión de Siria en los asuntos internos de Líbano. En este clima, el primer ministro Rafiq Hariri fue asesinado en un atentado, el 14 de febrero de 2005, lo que disparó la revolución del Cedro. El 21 de Febrero, decenas de miles de libaneses se lanzaron a la calle exigiendo la retirada de las fuerzas y servicios de información sirios, a quienes culpaban del asesinato. Las NNUU constituyeron una comisión especial para investigar el magnicidio (UN International Independent Investigation Commission (UNIIIC), que apuntaba hacia Siria como instigadora. Aún no ha sido capaz de acabar la investigación, y hay un creciente temor de que el resultado, acusando a Hizbollah, despierte una nueva oleada de violencia.

Tras asesinato de Hariri y la reacción popular, Hizbollah fue capaz de convocar frecuentes contramanifestaciones oponiéndose a la retirada siria. A pesar de ello, un mes tras la muerte de Hariri, una manifestación anti siria congregó a cerca de un millón de manifestantes, lo que oscureció todas las manifestaciones pro sirias. En esta manifestación, maronitas, drusos y sunitas marcharon juntos.

La presión internacional creció para que Siria cumpliese el mandato de retirada que había dado el Consejo de Seguridad, incluyendo la Liga Arabe. La presión interna se incrementó también. Finalmente, el presidente sirio Bashar Assad anunció la retirada de las tropas y servicios de inteligencia sirios,  primero al valle de la Bekaa, y posteriormente a otro lado de la frontera.

Al mismo tiempo, Hezbollah mantenía hostigamiento contra las fuerzas israelitas, que el gobierno libanés era incapaz de impedir, y que provocaba ataques de represalia y bombardeos en el Líbano.

Un incidente en la línea azul que causó bajas y prisioneros israelitas provocó un masivo ataque aéreo y artillero, enfocado a la infraestructura del Líbano, incluyendo el aeropuerto, seguido de una operación terrestre, que fue enfrentada por Hizbollah con cierto éxito mediante una defensa muy flexible basada en posiciones contracarro, causando bajas superiores a lo esperado por Israel. Se produjeron al menos 1300 muertos, la mayor parte civiles libaneses. La resolución 1701 pone fin al conflicto, que impone la retirada de las fuerzas israelitas y de las milicias de una franja al S del río Litani, y se refuerza la presencia de las fuerzas de UNIFIL. Esta resolución está todavía vigente.

Como ven, están presentes en la situación todos los componentes para convertir la situación en inmanejable. ¿Cómo ha reaccionado NNUU? En primer lugar, y retomando el título propuesto para mi presentación, sería bueno que analizásemos el tipo de operación aprobada para esta situación. Pero parece recomendable que pasemos una rápida mirada a como ha evolucionado la doctrina de NNUU para sus operaciones.

Recordemos que las Naciones Unidas es una reacción ante los desastres provocados por las dos guerras mundiales y el primer intento fallido de crear un organismo de control como fue la Sociedad de Naciones. Por ello, y durante las últimas fases de la segunda guerra mundial, pero antes de su finalización, los países aliados empezaron a diseñar una estructura capaz de asegurar la paz, incluso por la fuerza, sin darse cuenta que muy pronto los vencedores se encontrarían divididos y enfrentados en una larga Guerra Fría. No obstante, es en este contexto de euforia ante el fin de la guerra, en la idea de que las concesiones hechas a Hitler no impidieron una guerra mundial, y en que la experiencia lograda en cooperación militar permitiría acciones internacionales coordinadas, en los que se basaron muchos párrafos de la Carta de Naciones Unidas.

Conviene recordar los dos capítulos que dan pié a la intervención de NNUU en la resolución de conflictos.  El CAPITULO VI, cuyo título es ARREGLO PACIFICO DE CONTROVERSIAS menciona que las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección.

Si el Consejo de Seguridad estimare que la continuación de la controversia es realmente susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, decidirá si ha de proceder a imponer soluciones como sería mediante una resolución del Tribunal Internacional de Justicia o si ha de recomendar los términos de arreglo que considere apropiados.

En el CAPITULO VII, cuyo título es ACCION EN CASO DE AMENAZAS A LA PAZ, QUEBRANTAMIENTOS DE LA PAZ O ACTOS DE AGRESION señala en su Artículo 39 que el Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o decidirá que medidas serán tomadas de conformidad con los Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales.

Artículo 41

El Consejo de Seguridad podrá decidir qué medidas que no impliquen el uso de la fuerza armada han de emplearse para hacer efectivas sus decisiones, y podrá instar a los Miembros de las Naciones Unidas a que apliquen dichas medidas, que podrán comprender la interrupción total o parcial de las relaciones económicas y de las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas.

Artículo 42

Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de que trata el Artículo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado serlo, podrá ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. Tal acción podrá comprender demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas por fuerzas aéreas, navales o terrestres de Miembros de las Naciones Unidas.

Como vemos, este perfil estaba orientado a evitar que algún estado, como había ocurrido con Alemania y Japón pudiese provocar una nueva catástrofe. Pero muy pronto la rivalidad entre los grandes hizo peligrar la viabilidad de las Naciones Unidas. Recordemos la guerra de Corea, en la que el Consejo de Seguridad pudo actuar al no estar presente el Representante de la Unión Soviética.

Por otra parte también los tipos de conflictos cambiaron. El equilibrio del terror, la destrucción mutua asegurada excluyó prácticamente los enfrentamientos importantes entre naciones que pudiesen afectar a la paz y seguridad mundial, pero si fuimos testigos de una serie de conflictos locales. Las NNUU siguieron la evolución de los mismos, pero sin intervenir, pues tradicionalmente cada uno de los grandes se inclinaba hacia alguno de los contendientes y era capaz de vetar resoluciones condenatorias de su protegido. Cuando las partes llegaban a algún tipo de acuerdo de alto el fuego, el Consejo de Seguridad aprobaba lo que se denominaron operaciones de mantenimiento de la paz bajo el artículo 6 y medio, pues no pretendían sustituir a los medios de solución pacífica y voluntaria, previstos en el capítulo VI, ni buscaban reforzar las acciones coercitivas, contempladas en el capítulo VII, para las amenazas a la paz o los actos de agresión.

Generalmente las fuerzas militares de las NNUU desplegaban como fuerza de interposición, mientras se ganaba tiempo para una solución negociada más allá del simple alto el fuego.

En el “Programa para la Paz” (1992) el entonces Secretario General, Sr. Boutros – Ghali y su Suplemento ( 1995 ), se considera como operación de mantenimiento de la paz al “despliegue sobre el terreno, con el consentimiento o la aquiescencia de todas las partes implicadas, de una presencia internacional (normalmente, de las Naciones Unidas, o con autorización de las Naciones Unidas), incluyendo en la mayoría de los casos personal militar, policial y civil, con el objeto de prevenir, contener o estabilizar una situación de conflicto y apoyar los esfuerzos para encontrar una solución permanente a ese conflicto o a alguna de sus manifestaciones”.

Estas operaciones desplegaban inicialmente en la línea de alto el fuego entre contendientes, y las misiones más claras fueron las que han congelado los diferentes conflictos entre Israel y sus vecinos, como la desplegada en los altos del Golán o la que desplegó durante años en el desierto de Sinai, entre Israel y Egipto. El propósito era mantener o ayudar en la aplicación de los acuerdos (incluso de cese el fuego) entre Estados previamente beligerantes. Frecuentemente se ha acusado a las NNUU de no resolver realmente los conflictos, sino simplemente congelarlos como dije antes, lo cual tiene algo de cierto.

Las características (ideales) de este tipo de operaciones son:

• Consentimiento previo de las partes en conflicto para el establecimiento de la misión.
• Contribución voluntaria de contingentes militares por parte de los Estados miembro , preferiblemente neutrales o en todo caso no implicados de ningún modo en la situación.
• Estricta imparcialidad respecto a las partes enfrentadas (con las que se desarrolla un proceso paralelo de diálogo y mediación). 
• No utilización de la fuerza por parte de las Naciones Unidas (excepto en caso de legitima defensa de los integrantes de la operación).
• Dirección y control de la operación por parte del Secretario General, siguiendo las directrices de los órganos políticos de la organización (Asamblea y Consejo de Seguridad, según el caso).

Los conflictos interestatales fueron dejando paso a los intra-estatales, generalmente de gran violencia. Cuando las partes llegaban a acuerdos iniciales de alto el fuego con vistas a una solución completa del conflicto, se desplegaba una fuerza de interposición tradicional en el interior del país (recuerden las diferentes misiones en Centroamérica, con importante participación española) para facilitar su cumplimiento, pero cuando no había un acuerdo pleno entre las partes beligerantes, la operación de mantenimiento de la paz podía recibir autoridad conforme al Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas para imponer o hacer cumplir un acuerdo. A éstas se les llaman generalmente, operaciones de imposición de la paz o de mantenimiento coercitivo de la paz.

En estas nuevas operaciones aparecieron una serie de elementos que obligaron a reconsiderar la doctrina tradicional. El no uso de la fuerza salvo en autodefensa fue puesta en tela de juicio cuando algunas fuerzas fueron testigos forzosamente pasivos de atrocidades cometidas por alguna de las partes que se habían comprometido a un cese de hostilidades. De forma similar, la imparcialidad era cuestionada cuando alguno de los contendientes aprovechaba la tregua para obtener ventajas militares.

Estas operaciones son multifuncionales y multidimensionales. Por una parte, a las funciones tradicionales de las operaciones de paz se han ido añadiendo otros componentes que obligan a las partes o a la creación de estructuras y reconstrucción que no estaban contempladas anteriormente y cuya dificultad no ha sido adecuadamente valorada. El éxito parcial alcanzado en algunos casos por este tipo de operaciones para estabilizar determinadas situaciones de conflicto, hizo que su utilización se extendiera a toda clase de situaciones, incluso a aquellas en las que no se daban las condiciones adecuadas, llegando a situaciones que solo se pueden mantener con el uso masivo de la fuerza, lo que ha provocado acerbas  críticas hacia las Naciones Unidas. Es importante entender que las nuevas misiones tratan de resolver conflictos internos en los que en muchas ocasiones, además, no se enfrentan dos partes claramente identificadas y organizadas sino que implican a un numero mayor de partes, por no hablar de grupos incontrolados, por lo que la complejidad es mucho mayor y el uso de la fuerza se hace muchas veces imprescindible.

Para evitar recaídas en los ciclos de violencia interna es ya evidente que hay con actuar en otras dimensiones. En las Misiones de Paz en Centroamérica en las que España jugó un papel vital, se iniciaron procesos denominados DDR, Desarme, Desmovilización y Reintegración con las guerrillas.

Pronto se vio que este último elemento, la reintegración, era vital pero muy difícil de lograr. La reintegración de los antiguos combatientes, que muchas veces no sabían hacer otra cosa que combatir tras años de conflicto, en la vida de un país destrozado no era sencilla, y existía el riesgo de que estos antiguos combatientes regresasen al uso de las armas, en muchos casos como delincuencia organizada. Las NNUU trataron de contribuir con medidas denominadas de Estabilización y Reconstrucción. La reconstrucción, en principio, no es compleja, pues se trata de recabar medios y aplicarlos adecuadamente a las áreas más adecuadas, evitando, y casi nunca es fácil, que el dinero se pierda en manos de los políticos locales. La estabilización en cambio necesita de un proceso denominado SSR o Reforma del Sector de Seguridad. Este proceso incluye una revisión de las estructuras policiales, de las judiciales, de la legislación y de los sistemas penitenciarios, y está demostrando ser mucho más compleja de lo que parece, pues toda la reforma se sustenta en un nuevo sistema legal para el que no hay solución única.

Como una especie de resumen en 1992 el entonces secretario general, Butros Ghali, desarrolló una clasificación de estas operaciones, relacionada tanto con el grado de empleo de la fuerza como con el momento de intervención, que es actualmente aceptada por otras organizaciones regionales de seguridad y que se ha incorporado al acervo del mundo de las operaciones de paz. Esta clasificación es:

Diplomacia preventiva (conflict prevention): Su objetivo es evitar que afloren controversias entre las partes o que el desacuerdo evolucione hacia un conflicto militar.

Medidas de establecimiento de la paz (peacemaking): Destinadas a conseguir un acuerdo negociado de las partes en conflicto mediante el uso de los procedimientos recogidos en el capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas.

Operaciones de mantenimiento de la paz (peacekeeping/PK): Exigen la presencia de personal militar o civil de las Naciones Unidas con el consentimiento de las partes enfrentadas para vigilar la aplicación de los acuerdos sobre el control del conflicto (alto el fuego, separación de fuerzas), su resolución o garantizar la distribución de ayuda humanitaria.

Medidas de imposición de la paz (peace enforcement/PE): Son el último recurso. Se utilizan cuando fracasan todas las posibilidades ya descritas. Las acciones se llevan a cabo bajo el amparo del capítulo VII de la Carta e incluyen el uso de la fuerza armada para mantener o restaurar la paz en situaciones en las cuales el Consejo de Seguridad determine la existencia de una amenaza para la paz, violación de la paz o acto de agresión.

Medidas de consolidación de la paz (peace building): El inicio de su aplicación coincide con el fin del conflicto. Su finalidad es fortalecer la paz e impulsar el entendimiento entre los antiguos adversarios para evitar la reanudación de las hostilidades. Entre estas medidas se encuentra la celebración y supervisión de procesos electorales, la reconstrucción de infraestructuras e instituciones y la reactivación económica.

Ayuda humanitaria (humanitarian assistance): Compatible con todas las medidas anteriores. Fuerzas militares garantizan y protegen el reparto de ayuda humanitaria dirigido por agencias especializadas de las Naciones Unidas o por organizaciones civiles.

Cabe señalar que la misión FINUL nació en 1978 como una fuerza de interposición, para confirmar la retirada de las fuerzas de Israel. Este proceso se ha repetido varias veces, luego cabría considerar esta misión como mera de Peace Keeping , o de mantenimiento de la paz. Se trata de un acuerdo entre dos estados soberanos, al menos formalmente en el caso de Líbano, que tratan de estabilizar una situación. Las repetidas violaciones de la Línea Azul provocaron nuevas resoluciones, pero en ningún caso una escalada en el tipo de misión. Es interesante repasar la terminología de la última resolución, la 1701, que emplea un lenguaje más fuerte, pero sin llegar a mencionar el capítulo VII.

”Actuando en apoyo de una solicitud del Gobierno del Liìbano de que se despliegue una fuerza internacional para ayudarlo a ejercer su autoridad en todo el territorio, autoriza a la FINUL a que tome todas las medidas necesarias y que estime que están dentro de sus capacidades en las zonas de despliegue de sus fuerzas, para asegurarse de que su zona de operaciones no será utilizada para llevar a cabo actividades hostiles de ningún tipo, a que resista los intentos de impedirle por medios coercitivos cumplir las funciones que le incumben de conformidad con el mandato del Consejo de Seguridad, y a que proteja al personal, los servicios, las instalaciones y el equipo de las Naciones Unidas, vele por la seguridad y la libertad de circulación del personal de las Naciones Unidas y los trabajadores humanitarios y que, sin perjuicio de la responsabilidad del Gobierno del Liìbano, proteja a los civiles que se encuentren bajo amenaza inminente de sufrir violencia física‟.

Este lenguaje aparentemente fuerte ha sido imposible de aplicar ya que las autoridades libanesas han tenido que mantener un equilibrio inestable entre sus deseos de imponer la autoridad y sus limitaciones tanto en fuerzas como políticas, al tener representantes de Hizbollah en el gobierno.

Por ello, y pese a que muchos insisten en que esta misión es de imposición de la paz, creo que se trata de una operación de mantenimiento de paz, lo que limita profundamente las atribuciones de las fuerzas de FINUL, dando pié a que Israel sistemáticamente, y a nivel político, acuse a FINUL de no cumplir su responsabilidad de expulsar de su zona de acción a todas las milicias armadas y, en particular, a Hizbollah.

Mi opinión personal pasa por el refuerzo al poder central en el Líbano, incluyendo sus Fuerzas Armadas, lo que quitaría a Hizbollah la justificación de ser la única fuerza capaz de enfrentarse a Israel. De forma similar a como se hizo en Sudáfrica, Hizbollah podría ser integrada en las Fuerzas Armadas pero bajo el control del gobierno y no de una facción. Sé positivamente que esta solución no es sencilla, y es Israel el primero que corta las alas a esta posibilidad, pero hay que mencionar que, con grandes dificultades, han sido las mencionadas fuerzas armadas las únicas que han proporcionado una aproximación no sectaria a la resolución de problemas.

¿Qué más podrían hacer las Naciones Unidas? Independientemente de la gran fractura que existe en la Organización a la hora de juzgar las acciones de Israel, que se beneficia claramente de la postura de aquellos que preconizan su desaparición como estado, Líbano es un estado convulso, pero no puede calificarse como “estado fallido”, lo que permitiría a las NNUU intervenir más a fondo.

Prefiero con finalizar mis palabras con esta cuestión, pues estoy seguro que puede haber opiniones diferentes y estoy dispuesto a entrar a fondo en sus posibles preguntas o posturas en un tema que debo mencionar que me apasiona.

Fuentebelt.es
Fecha de publicaciónmayo 13, 2020

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