El secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales habla con ‘Vozpópuli’ sobre la importancia de invertir en medidas de gestión forestal como las quemas prescritas y la sensibilización.
El incendio forestal declarado entre los municipios abulenses de Navalacruz y Cepeda de la Mora empieza a remitir, pero el daño que ha causado es incalculable: ha arrasado más de 10.000 hectáreas con un perímetro que ronda los 40 kilómetros y se ha convertido en el más preocupante de los registrados en Ávila y Castilla y león en los últimos años. También en el más grave de 2021 en todo el país.
Hasta el 3 de agosto el avance estadístico del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico indicaba que se habían contabilizado un total de 5.613 fuegos. De ellos, 3.654 fueron conatos, en los que la superficie afectada no alcanzó 1 hectárea. Un total de 1.959 fueron incendios que sí superaron ese área y de los cuales once pasaron de 500 hectáreas quemadas, lo que los hace engrosar la categoría de Grandes Incendios Forestales
El de la Sierra de Gredos se declaró a las 10.44 de la mañana a la altura del kilómetro 38 de la N-502 (Ávila-Córdoba), donde comenzó a arder un coche. Desde ese punto las llamas se extendieron hacia el monte cercano.
El fuego se propagó rápidamente a causa de las altísimas temperaturas, el viento y la práctica ausencia de humedad. Más de un millar de personas pertenecientes a ocho núcleos de población tuvieron que ser desalojadas. ¿Podría haberse quedado en un conato más? Muchos vecinos se quejan estos días de la tardanza en activar el protocolo.
«No se trata tanto de tardar más o menos en actuar: se trata entender que las políticas preventivas son una inversión», comenta a Vozpópuli Raúl de la Calle Santillana, secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales.
Aunque el cambio climático no es el causante, sí los agrava. Es necesario que la gestión forestal gane peso
«Dadas las condiciones geográficas y climatológicas de nuestro país, sabemos casi con toda seguridad que se van a producir incendios en verano. Además, aunque el cambio climático no es el causante, sí los está agravando y haciendo más virulentos. Es necesario que la gestión forestal gane peso», considera el ingeniero.
Entre las medidas que propone llevar a cabo destaca el diseño y ejecución de áreas de cortafuegos; las quemas prescritas y controladas y las campañas de sensibilización. «Nueve de cada 10 incendios están causados por el hombre, ya sea accidental o intencionadamente«, recuerda De la Calle.
«Un drama ecológico, económico y social»
El secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales reconoce que España es «líder» en extinción de incendios en cuanto a lo medios y los profesionales que tiene. «Pero fallamos en prevención«, reitera.
«Necesitamos la misma inversión que hay para extinción se haga en prevención. De esta forma podríamos evitar que algo que sabemos de antemano que se va a producir, porque ocurre cada verano, se quede solo en un conato», sostiene.
El incendio de Ávila -dice- es un drama que trasciende lo ecológico. «Además de la pérdida de fauna y flora, es un drama económico y social. Las comarcas afectadas por un incendio de estas características no pueden seguir haciendo el mismo uso que hacían de todas esas hectáreas», advierte.
De Grecia a Canadá: otros incendios
España no ha sido el único país en sufrir incendios voraces a lo largo de las últimas décadas. Por lo general, comenta el ingeniero forestal, se trata de un problema que afecta en mayor medida a los países con clima mediterráneo. Turquía y Grecia son ejemplos recientes de ello. «También se dan en Chile y en la Costa Oeste de Estados Unidos», apunta.
Por otro lado, dice, se están dando situaciones que antes no se veían. «Alaska, Siberia y Canadá también han comenzado a sufrir incendios devastadores«, señala De la Calle. El municipio canadiense de Lytton, por ejemplo, una inusual ola de calor que afectó la costa noreste de Norteamérica arrasó con los bosques. Allí se anotó la temperatura más alta jamás registrada en Canadá: 49,6 ºC. Un nivel de calor propio de países como Irak o Sudán.
La desesperación de Ritsopi Panayiota, la mujer de 81 años vestida de luto y obligada a abandonar su hogar amenazado por las llamas en la isla griega de Eubea, se ha convertido en la imagen de la tragedia forestal griega. La despoblación, las altas temperaturas, el cambio climático y la falta de gestión, prevención y concienciación son un cóctel molotov que hará que esa misma estampa se repita cada verano en numerosos pueblos.