Articulo cedido por:

Resumen:
La inteligencia artificial dispone de capacidad para transformar las relaciones sociales y el empleo. Impacta de forma sustancial en la economía, la productividad, la desigualdad, el crecimiento y la innovación. Es el advenimiento de un nuevo paradigma que invita a reflexionar sobre cómo la inteligencia artificial puede cambiar el mundo para hacerlo mejor.
La nueva dimensión que abre la inteligencia artificial ha hecho que China emprenda una carrera tecnológica para alcanzar a Estados Unidos. Esto a su vez ha provocado nuevas tensiones marcadas por el proteccionismo americano. Sin embargo, las interacciones
tecnológicas son tan importantes que difícilmente se pueden separar.
La Unión Europea les sigue a distancia y corre el peligro de convertirse en una colonia digital por la que chinos y norteamericanos lucharan por su importante mercado. Existe
tiempo de reacción, pero solo una Unión Europea unida será capaz de vencer los numerosos obstáculos del camino.
Palabras clave:
Inteligencia artificial, tecnología, algoritmo, sesgo, ética.
Introducción
Corría 1962 cuando el escritor de ciencia ficción, matemático, físico, futurista y explorador Arthur C. Clarke1 enunció su primera ley: «cuando un científico eminente afirma que algo es posible, es casi seguro que tiene razón. Cuando afirma que algo es imposible, muy probablemente está equivocado».
Son muchos los casos en la historia que le dan la razón. Stephen Hawking defendió que no se llegaría a encontrar el bosón de Higgs2 y que, si se lograba encontrar, esta partícula causaría un poder destructivo inimaginable. En 2013, se descubrió y hasta el momento no ha ocurrido nada que haga suponer esa destrucción. Ken Olsen, CEO y fundador de Digital Equipment Corporation dijo, en 1977, que no existía «ninguna razón para que alguien quisiera disponer de un ordenador en su casa».
Hay cientos de ejemplos en nuestra historia que hacen válida esta Ley y que nos anima a tener una mente abierta frente a las innovaciones tecnológicas que pueden trasformar la industria, el mercado y la sociedad. La inteligencia artificial (IA) es una de ellas.
Es en 1973 cuando Clarke en una versión de su libro Profiles of the future enunció su segunda ley: «la única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá, hacia lo imposible».
El británico Lord Kelvin3, eminente científico de finales del siglo XIX, afirmó en 1895 que «las máquinas volantes más pesadas que el aire serán imposibles». Sin embargo, no desanimó a los hermanos Wilbur y Orville Wright de la cruda realidad que los sabios de la época vaticinaban.