jueves, 28 marzo 2024
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La evolución de la amenaza UAV en atentados terroristas

Oficial del Ejército del Aire español destinado en el 43 Grupo de Fuerzas Aéreas. Antiguo alumno del Máster en Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional de la Universidad de Granada

Resumen: La amenaza terrorista es uno de los factores de riesgo a los que se enfrenta Occidente en el siglo XXI. Sin embargo, su rápida evolución dificulta una posible erradicación en un futuro cercano. El uso de nuevas tecnologías en el campo de batalla está siendo emulado por los principales grupos terroristas, que actualmente cuentan con UAVs para labores de inteligencia y espionaje. Mayor preocupación suscitan los drones armados y empleados por grupos como el DAESH en teatro de operaciones, y la alta probabilidad de uso en ataques a población civil en zona urbana. Para contrarrestar esta estrategia, los países occidentales se preparan con medios de rastreo, localización y neutralización antidron, que engloban las tecnologías radáricas y de interferencia más punteras del mercado.

Introducción

En este informe se analizará la última novedad en cuanto a técnicas terroristas se refiere: el uso de UAVs comerciales modificados. Este hecho ya es una realidad con una infinidad de sucesos contabilizados en zona de operaciones, banco de pruebas para futuros ataques en Occidente. En el actual contexto, los UAVs se postulan como una opción muy recurrida en el futuro inmediato, dada su capacidad para realizar atentados a kilómetros de distancia y la mayor dificultad en cuanto a rastreo del terrorista y atribución de autoría.

El vertiginoso desarrollo del mercado de los drones en los últimos años ha posicionado a estos pequeños dispositivos en la vanguardia comercial. Además, los costes de producción, cada vez menores, los hacen fácilmente accesibles para todo el público, incluyendo actores que amenazan la paz mundial. Los casos de uso ílicito de pequeños drones son cada vez más comunes en Occidente, incluyendo, vuelos en zonas prohibidas, vuelos cercanos a autoridades políticas e incluso verdaderos intentos de atentados terroristas.

Es crucial, por tanto, para la seguridad nacional, la implementación de sistemas anti-dron en el marco de los servicios de seguridad estatales. Diversos proyectos están siendo elaborados por las empresas más punteras en seguridad y defensa, con la ya efectiva incorporación de algunos de ellos.

En este trabajo, se va a realizar en primer lugar un breve repaso del panorama comercial de los UAV en la actualidad y de las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) empleados para su transformación en armas terroristas. Seguidamente se analizarán sucesos reales donde se han empleado este tipo de medios con fines terroristas. El estudio finalizará con una recopilación de los medios y estrategias empleados para la prevención de estos ataques, incluyendo una breve síntesis de la legislación actual.

Evolución y proliferación de los drones

Un UAV (Unmaned Aerial Vehicle/ Vehículo Aéreo No Tripulado) o dron, es según la Real Academia de la Lengua (RAE), cualquier aeronave no tripulada. A pesar de la aparente modernidad de los términos UAV o dron, la realidad es que estos dispositivos son tan antiguos como la propia aviación. Y es que sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX (History Channel, 2015), con modelos cuya finalidad principal era su uso como objetivos móviles para el entrenamiento de la aviación de caza y ataque. A partir de los años 70 y 80, la tecnología dron sufrió un gran impulso debido a la implementación de capacidades de vigilancia y reconocimiento, junto con primerizos dispositivos de guerra electrónica. Los UAVs se infiltraban en el espacio aéreo enemigo y proporcionaban feedback sobre bombardeos o ubicación de armamento.

La evolución de la amenaza UAV en atentados terroristas | Global Strategy – Universidad de Granada

La incorporación de modernos diseños, como el Predator o el Global Hawk en el ejército norteamericano, afianzó aún más si cabe el interés de estos sistemas de armas, los cuales ya no se limitaban a labores de espionaje y reconocimiento, sino que fueron rediseñados con armamento propio, convirtiéndolos en uno de los ingenios más valiosos de los conflictos del inicio del siglo XXI. Monitorizados y controlados desde la otra punta del planeta , o bien, programados para actuar con autonomía, estos sistemas constituyen la vanguardia de una de las revoluciones en asuntos militares (History Channel, 2015).

Como ocurrió con la dinamita, los walkie-talkies o el GPS, la tecnología de los UAVs ha terminado saltando del ámbito militar al civil. Se estima que en la actualidad, únicamente en la Unión Europea, el número de drones en activo asciende a entre 1 y 1,5 millones de unidades -con incrementos del 100% en los últimos años- y un número aproximado de 200 empresas se destinan a la fabricación de drones a nivel profesional. De hecho, el adelantamiento al mercado comercial ya dobla a mercado militar y se espera que así continúe (Macho, 2018).

El mercado comercial actual, copado casi en su totalidad por la empresa china DJI con un 90% de las ventas, tiende a ascender con un ritmo que únicamente ha sido frenado por las estrictas regulaciones sobre el uso de drones impuestas a nivel estatal. Regulaciones que nacieron del “miedo” de los gobiernos al uso masivo de estas nuevas tecnologías y que buscan una homogenización mayor, como es el caso de la Unión Europea, cuya intención es la implantación de una legislación común para 2019 (Fernández, 2018).

La evolución de la amenaza UAV en atentados terroristas | Global Strategy – Universidad de Granada

El valor de mercado alcanzado por la industria de los drones se estima que en 2019 alcanzó unos 127.000 millones de USD (Montero, 2016) con unas ventas por valor de 12.300 millones de USD (ITTRENDS, 2018).

En el ámbito civil las aplicacciones de los UAVs son mucho más extensas, incluyendo: monitorización en tiempo real de tráfico circulatorio, cobertura inalámbrica de comunicaciones, teledetección, operaciones de búsqueda y salvamento, entrega de vienes, seguridad y vigilancia, agricultura de precisión e inspección de infraestructuras civiles, entre otras (Shakhatreh et al, 2018).

Como era de esperar, las organizaciones terroristas no han tardado en equiparse con capacidades, que aunque notablebente inferiores a las utilizadas por las grandes potencias militares, las nutren con información y técnicas avanzadas. Aunque inicialmente las elevadas inversiones en I+D habrían, decantado la balanza completamente hacia el lado estatal,  la eclosión del mercado civil ha permitido a los grupos terroristas como DAESH acceder de manera mucho más sencilla y económica a estos nuevos sitemas.

Cualquier herramienta efectiva en el campo de batalla será copiada, porque el enemigo siempre aprende, y el uso por las fuerzas militares del mundo de los aviones no tripulados no iba a ser una excepción. Y es que desde 2014, grupos como Hezbollah, Al-Qaeda o DAESH han utilizado pequeños UAVs en labores de vigilancia, reconocimiento y espionaje, dotando a sus fuerzas de una capacidad sobre la zona de operaciones que hace escasos 10 años parecía fuera de su alcance (Cervera, 2017). En el anexo A se hace una recopilación de la tipología de drones más comúnes.

La evolución de la amenaza UAV en atentados terroristas | Global Strategy – Universidad de Granada

Los UAVs semiautónomos actuales de los que hacen uso responden más bien a sistemas de “low-tech”, con motores eléctricos sencillos y sensores que abarcan desde cámaras de vídeo hasta sensores de temperatura y presión. Además, están construidos con materiales ligeros y de fácil tratamiento, como la fibra de carbón para recubrir la electrónica y los sistemas de comunicación. Es esta misma simplicidad la que los hace tan accesibles a los grupos terroristas, que pueden adquirirlos en cualquier tienda de electrónica o juguetería actual como drones hobby o “do-it-yourself (DIY) drones” (Rudischhauser, 2017).

Los avances que han llevado a cabo los grupos terroristas en cuanto a adquisición, diseño y modificación de drones COTS (“comercial off-the-shelf”), es decir, del mercado abierto, se vieron  perfectamente plasmados en un vídeo de 40 minutos del DAESH con fecha enero de 2017, donde varios operadores trabajan con drones comerciales para transformarlos en armas de guerra. Desde ese momento, el uso de drones en zona de operaciones ha sido casi diario (Stalinski & Sosnow, 2017).

Militantes del DAESH en un taller de drones. Fuente: (Stalinski & Sosnow, 2017)

Sistemas UAV con capacidad terrorista

Como hemos visto más arriba, la transformación de drones comerciales en verdaderas armas terroristas es ya una realidad que nos afecta directamente en zona de operaciones, y no tardará en convertirse, en forma de ataques terroristas en una de las amenazas más importantes en las grandes ciudades en forma de ataques terroristas.

Sin embargo, no siempre es necesaria una transformación. Desde 2014, coincidiendo prácticamente con su creación, el DAESH ha utilizado drones comerciales para misiones de espionaje e inteligencia (Stalinski & Sosnow, 2017). De hecho, el primer uso contrastado de un dron por parte de DAESH fue le 24 de agosto de 2014, cuando subieron un vídeo a YouTube en el cual un dron comercial DJI Phantom FC40 sobrevolaba una base del ejército sirio en AL-Raqqa (Stalinski & Sosnow, 2017). El vídeo que fue grabado con la cámara propia incluida de serie en el UAV, dotaba a las fuerzas islamistas de información privilegiada que no habrían sido capaces de recolectar de ninguna otra manera.

El uso de los drones por parte de DAESH no se limita a labores de inteligencia exclusivamente. De manera repetida hemos podido observar vídeos propagandísticos grabados desde drones; guiado de coches suicidas desde el aire, aumentando notablemente su precisión, e incluso observación y corrección de tiro con artillería y morteros (LISA, 2019).

Durante todo el año 2014 y 2015, DAESH publica varias noticias en sus redes sociales, incluyendo vídeos e imágenes supuestamente captadas con drones, además de enlaces a documentos de auto-fabricación de drones octocópteros. En estos vídeos, aseguran haber usado drones para recopilar información de bases militares que posteriormente han atacado y conquistado. Además, en repetidas ocasiones, anuncian haber derribado UAVs de distintas fuerzas (estadounidenses, israelíes, sirias, iraquíes…) con fotografías de restos de drones. Restos que utilizarán para la fabricación de sus propias armas (Stalinski & Sosnow, 2017).

A finales de 2016, el grupo de Telegram “National Geography”, afín a DAESH, colgaba una lista de posibles usos de drones comerciales como armas. Algunos ejemplos: «Small toy Drones can be used to drop threatening brochures to the enemies during games or close by raising good media propaganda demanding them to stop their aggression on Muslims …» y «Drones like DJI Phantom 4 with live camera can be attached with knives all around the drone and speedily steered onto the enemy while seeing through the live cameras!» (Stalinski & Sosnow, 2017).

Ya en 2017, en otro comunicado a través de Telegram, militantes de DAESH aseguran tener dos modelos de drones de ataque, uno con fines “suicidas” y otro capaz de soltar bombas desde el aire. Confirman que son drones diseñados íntegramente por la organización y que ya han superado la fase de pruebas (Stalinski & Sosnow, 2017). El 24 de enero se publica un vídeo que genera un gran revuelo en las redes sociales comúnmente usadas por DAESH. En él se pueden ver imágenes de drones soltando bombas sobre tanques y grupos de soldados iraquíes. Además de publicar un tráiler del vídeo veinticuatro horas antes de su publicación, el mismo día se subió un comentario al grupo de Telegram “War of Drones”, en el cual alababa las capacidades de estos nuevos ataques, con los que, supuestamente, se habrían sobrepasado las capacidades de ataque del enemigo con operaciones pequeñas y simples que producen más daño que los misiles de una tonelada (Stalinski & Sosnow, 2017).

No es de sorprender que en los vídeos que produce el DAESH sobre la manipulación y uso de drones, se repita cada vez más el recurso de juguetes comerciales. De hecho, en marzo de 2017, se pudo extraer de un disco duro confiscado al grupo terrorista en Siria, información sobre posibles modificaciones de la cantidad de carga que un drone COTS puede llegar a transportar; aumentándola de 1 a 20 kg, con las repercusiones que eso tendría (Stalinski & Sosnow, 2017). Su facilidad de compra y distribución añadido a su bajo coste y extremada facilidad de uso, lo hacen un “arma” accesible y rentable.

Con una sencilla búsqueda en la página de internet de Amazon, encontramos innumerables opciones con precios incluso inferiores a 100€. Lo más curioso es que todos estos productos se encuentran en la categoría “juguetes y juegos”. Así, en la figura siguiente, podemos observar la similitud entre el cuarto modelo y los drones que aparecen en la publicidad de DAESH. Este modelo más específicamente, permite una distancia de manejo de hasta 300m; sin embargo, modelos un poco más sofisticados como es el caso del DJI Mavic 2, permiten un vuelo de hasta 18km desde el punto de despegue (DJI, 2018).

El dron Matrice 600, también de la empresa china DJI, permite un rango de vuelo de hasta 5km con una carga máxima de 6kg. O lo que es lo mismo, una carga explosiva de 6kg puede ser trasladada desde un punto de despegue a 5km de distancia para ser detonada con una precisión GPS y GLONASS (DJI, 2016). La adquisición de estos productos está a un solo click de distancia, nada que ver con las armas tradicionalmente usadas por grupos terroristas.

Drones vendidos al público por internet. Fuente: Amazon

Queda claro que la obtención de medios UAV es extremadamente sencilla y su empleo como plataforma de transporte y lanzamiento, posible; la única incógnita latente seria: ¿Cómo de complicado es adquirir un explosivo con efectos letales que pueda ser portado por un dron COTS? La respuesta es que es bastante sencillo, sobretodo teniendo en cuenta el gran entramado del mercado negro, en el que los grupos terroristas suelen participar. Y es que el uso de explosivos para cometer atentados no es nada nuevo; de hecho, es uno de los métodos más comunes entre los terroristas.

Por otra parte, ante una eventual imposibilidad de hacerse con materiales explosivos convencionales, la fabricación de explosivos casera no requiere de unos amplios conocimientos. Los más comunes son aquellos derivados del amonio, fácilmente obtenidos a partir de materiales fertilizantes con un añadido de aluminio o gasoil. Así mismo, se utilizan el nitrato de urea, cloratos, y algunos menos estables, pero con mayor potencia explosiva, como el  helametilén triperóxido diamina, amonitol o triperóxido de diacetona (Gil, 2013).

Sin embargo, analizando los propios vídeos que organizaciones como DAESH suben a sus redes sociales, lo más usado hasta la actualidad son granadas modificadas de unos 40mm de calibre a las que se le añade una cola de plástico como estabilizador durante la caída (Stalinski & Sosnow, 2017).

Granada de 40mm de calibre modificada para ser lanzada desde un dron. Fuente: (Stalinski & Sosnow, 2017)

A pesar de sus pequeñas dimensiones, este artefacto explosivo es lo suficientemente potente como para dañar mortalmente en un radio de unos 5 metros. Para probar su capacidad explosiva, se han analizado los resultados de un experimento usando granadas militares de características similares a las lanzadas desde drones.

Las técnicas de empleo de pequeños drones COTS no se limitan a la suelta de explosivos desde el aire. De hecho, existen varios sistemas aún más simples que deben de tenerse en cuenta (LISA, 2019), tales como:

  • Acople de armas inertes sería uno de los sistemas más rudimentarios. Los terroristas adieren objetos como cuchillos o navajas y estrellan los drones contra sus víctimas. Cualquier objeto cortante superior a 10-15 cm puede resultar letal.
  • Uso de armas de fuego desde drones. Actualmente sólo existen referencias de un estudiante de ingeniería mecánica de tan solo 18 años, que fue capaz de realizar disparos desde una pistola acoplada a un dron.
  • Lanzado de armas de propulsión y explosivos.
  • Acople de explosivos no lanzables, como sería el caso del C4, y uso del dron como kamikaze.
  • Empleo de dron para diseminar sustancias químicas, biológicas o radiológicas. A pesar de la dificultad que puedan tener los actores no estatales para hacerse con este tipo de armas, es uno de los empleos más peligrosos.

No hay que perder de vista tampoco, el gran avance de la tecnología de impresión 3D, ya que aspira a revolucionar el mercado de drones comerciales. Investigadores de la Universidad de Virginia fueron capaces de construir un dron completamente impreso utilizando partes obtenidas del mercado. Ingenieros de la Universidad de Sheffield fueron capaces de diseñar un dron impreso que puede ser construido y ensamblado en menos de 24 horas. A partir de este diseño, se facilitó un informe  en el que se advertía que: si un actor no estatal adquiere el diseño y 10 impresoras, podría imprimir 10 [drones] al día y 300 al mes con un coste de $2.700 más el coste de las impresoras” (Jones et al. 2018).

Empleo de UAVs con fines terroristas: estudio de casos

Si bien es cierto que hasta la fecha los grupos terroristas no han realizado un ataque con cargas explosivas desde un UAV fuera de zona de operaciones, el uso de estos sistemas COTS para atentar contra distintos eventos no es una novedad.

Se cree que el primer uso por organizaciones no estatales de los pequeños UAVs como armas fue llevado a cabo por los japonese Aum Shinrikyo en 1994, en un intento de acoplar sistemas de pulverización a helicópteros radio-controlados para extender gas Sarin (Friese, 2016).

Al-Qaeda y sus afiliados son uno de los grupos terroristas que más ha abusado del  uso de COTS UAVs en atentados. Ya en 2001, planearon una ataque con pequeños artefactos explosivos improvisados (IEDs) portados por drones contra el presidente George W. Bush y demás líderes internacionales en la convención del G8 en Génova, Italia (Friese, 2016). En 2002, planearon dos nuevos ataques: el primero pretendía utilizar ántrax en soporte gaseoso para atacar la Cámara de los Comunes británica; el segundo tenía como objetivo un avión de aerolínea comercial. A pesar de ello, ninguno fue llevado a cabo, y la información recopilada a posteriori desvela que difícilmente hubiesen pasado de la fase de planificación conceptual (Friese, 2016).

En 2008 y 2011, respectivamente, dos ciudadanos estadounidenses planearon ataques en Estados Unidos y Europa utilizando drones. En el primero, Christopher Paul diseñó un helicóptero de 1,5 metros y un barco radio-controlado para portar IEDs, tras haberse formado como terrorista de Al-Qaeda en Afganistán. Tres años más tarde, Rezwan Ferdaus fue condenado por planear un ataque terrorista a edificios del gobierno estadounidense utilizando aviones radio-controlados e IEDs (Friese, 2016).

El conflicto occidental en el que más se han utilizado los drones comerciales ha sido sin duda el ucraniano. Las evidencias encontradas aseguran que el bloque pro-ucraniano ha sido el que más uso ha hecho de estos dispositivos, probablemente debido a sus limitaciones económicas comparado con el otro bloque. El uso principal por ambos bandos ha sido para recopilación de información y correción del tiro de artillería. Sin embargo, hay evidencias de que el bando separatista ha armado pequeños drones COTS. Principalmente portando granadas de mano que son soltadas sobre los adversarios (Friese, 2016).

En zona de operaciones, el uso de pequeños drones modificados ha sido mucho más extenso. Las organizaciones terroristas, con presupuestos mucho más limitados, recurren a soluciones de este tipo para obtener ventajas sobre el terreno que hasta hace poco les eran inalcanzables.

Granada de mano acoplada a sistema de transporte desde dron. Fuente: (Friese, 2016).

Según Friese (2016), se cree que el grupo militante palestino Fatah al-Islam estuvo probando en 2002 pequeños UAVs para armarlos con IEDs, que posteriormente atentarían contra objetivos judíos en Jerusalén. Sin embargo, es en Siria, Iraq y la costa del Líbano, donde más drones COTS han sido utilizados como material de guerra, sobre todo desde mediados de 2014, con el DAESH como principal operador. Como se ha citado anteriormente, el DAESH utilizó drones COTS entre 2014, y 2017, únicamente para labores de inteligencia y espionaje.  Durante esta primera etapa, fuerzas kurdas reconocen haber observado el uso de drones por parte del DAESH previos a ataques del grupo terrorista, además, aseguran haber derribado varios de estos UAVs, identificados luego con la serie Phantom de DJI.

La cantidad de material fotográfico publicado por el DAESH en Internet avala el uso frecuente de pequeños drones para reconocimiento de objetivos y recopilación de información en tiempo real. Estas capacidades, al alcance de muy pocos al inicio del presente siglo XXI, ya son una herramienta básica sobre el campo de batalla.

Mucho más relevantes y preocupantes son los vídeos publicados por el DAESH en sus redes sociales a partir de enero de 2017, donde muestran imágenes de lanzamientos de IEDs desde pequeños drones COTS, muchos de los cuales impactan directamente sobre sus adversarios. De esta forma, “están demostrando que estos dispositivos pueden ser efectivos en el campo de batalla” y trasladar a la población la percepción de que pueden emplearlos para atentar en cualquier momento (Warrick, 2017).

La documentación asociada a tecnología dron que se ha recopilado en la recuperación de territorio al DAESH refleja la gran importancia que la organización concede a estos medios. En junio de 2017, tropas iraquíes descubrieron una fábrica de pequeños UAVs islamistas con drones a medio ensamblar. El gran atractivo de la propaganda y los bajos costes de su utilización son igualmente señales de alarma para la lucha contra el terrorismo (Jones et al. 2018).

Durante el citado año 2017, el DAESH llevó a cabo entre 60 y más de 100 ataques cada mes desde drones armados, tanto en Siria como en Iraq. Soldados Sirios aseguran que 2 ó 3 drones rotan a lo largo del día, golpeando sus líneas de logística y depósitos de munición, llegando a atacar 15 o 16 veces al día (Jones et al. 2018).

Ataques de febrero de 2017. Fuente: (Wright & Jenzen Jones, 2019)

Otra táctica igualmente efectiva empleada por el DAESH ha sido el uso de IEDs acoplados a drones COTS y activados por sorpresa. Así ocurrió en 2017, cuando un dron del grupo terrorista aterrizó en Erbil (Iraq) y, al ser inspeccionado por soldados kurdos y franceses estalló, causando dos muertos y dos heridos (Jones et al. 2018).

Hay que recordar que los IEDs son el arma que más bajas ha causado en los conflictos más recientes. En el caso de los que han utilizado drones COTS como vector de transporte y lanzamiento, sus efectos materiales pueden haber sido escasos, pero los psicológicos han de ser tenidos en cuenta.

Ejemplos de grupos terroristas con programas dron. Fuente: (Jones et al., 2018)

El uso de drones por organizaciones terroristas en zona de operaciones continuó en 2018. Además, el uso de pequeños UAVs con intenciones terroristas en países occidentales ha generado grandes debates acerca de su peligrosidad. Más específicamente, el 4 de agosto de 2018, varios drones DJI M600 cargados con 1 kilogramo de explosivo C4 cada uno, fueron detonados en un intento de asesinato del presidente venezolano Nicolás Maduro, durante una alocución en un desfile militar. Este es el primer ataque terrorista registrado contra un jefe de Estado, con un dron de tipo comercial (LISA, 2019). El número total de aparatos usados y la identidad de los organizadores no están del todo claros, debido a las dispares procedentes de distintos portavoces venezolanos. La información más contrastada es la extraída de una entrevista anónima de la CNN, en la que, supuestamente, uno de los participantes admite que se trata en su totalidad de desertores de las Fuerzas Armadas venezolanas y que se utilizaron dos drones. Lo que sí es cierto es que al menos un dron comercial estalló en las proximidades de la tribuna del presidente venezolano provocando la estampida de los allí presentes, lo que podría haber provocado una elevada mortandad (McLaughlin, Sterling & Pozzebon, 2018).

Imágenes del intento de atentado al Presidente Maduro. Fuente: (McLaughlin, Sterling & Pozzebon, 2018)

Otro de los sucesos más relevantes fue el cierre del tráfico aéreo en el aeropuerto de Gatwick, en respuesta a la presencia de drones en sus inmediaciones. El 19 de diciembre de 2018, el segundo aeropuerto más grande de Londres cancelaba salidas y llegadas debido al avistamiento anormal de drones en en vuelo próximos a sus instalaciones (CNN, 2019). El Ministerio de Defensa británico asegura más de 50 avistamientos de aeronaves no tripuladas durante los días 19 y 20, además de otra hora y media de cierre durante el día 21 por sospechas de nuevos vuelos no autorizados (LISA, 2018). El cierre al tráfico se tradujo en cerca de 1000 vuelos y 140.000 pasajeros afectados (LISA, 2018).

Dos días después, dos personas fueron arrestadas, presuntamente vinculadas con lo sucedido, que fue etiquetado como “uso criminal de drones” por altos cargos de la policía británica (Sussex Police, 2018).

La legislación que regula el uso de este tipo de UAVs en el Reino Unido prohíbía el vuelo a menos de 1 kilómetro de distancia de los aeropuertos, por la peligrosidad que conllevaría un impacto con un avión comercial (Sulleyman, 2019). Sin embargo, la violación de esta norma fue peligrosamente sencilla, lo que da a entender que el riesgo a un atentado real de este tipo es extremadamente alto.

Mucho más reciente, y de similares características, ha sido la intrusión de un dron en las instalaciones del aeopuerto internacional de Madrid-Barajas Adolfo Suárez el pasado 3 de febrero. La empresa encargada de la gestión del espacio aereo español, ENAIRE, ya publicó un dosier en Septiembre del pasado año 2019 en el cual se recogían pinceladas de la normativa vigente así como un análisis de los posibles riesgos de la mala utilización de los UAVs.

Según ENAIRE: “El Real Decreto 1036/2017, regula la utilización civil de las aeronaves pilotadas por control remoto. Los drones pueden operar en espacio aéreo controlado incluyendo las cercanías de los aeropuertos siempre y cuando se haya completado un estudio aeronáutico de seguridad (EAS) que prevenga de los riegos de dichas operaciones. El objetivo de estos EAS es el de asegurar que no existen riesgos de colisión en el aire (Air Risk Collision) del dron con otras aeronaves. Los EAS los ha de presentar el operador del dron y han de ser coordinados con el prestador de servicios de navegación aérea que corresponda, de acuerdo al espacio aéreo controlado donde se quiere llevar a cabo la operación del dron (ENAIRE, 2019)”

Las alarmas saltaron cuando varias aeronaves del aeropuerto comunicaron a la torre de control el avistamiento de drones sobre las instalaciones de Barajas. Todo ello resultó en una paralización completa de las salidas de aeronaves y un “tímido flujo de llegadas autorizadas” durante dos horas (@aeropuertoMAD, 2020).

El incidente todavía no ha sido resuelto y sigue bajo investigación por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad y la agencia aeroportuaria AENA. De hecho, se ha llegado a cuestionar si lo que vieron los pilotos, efectivamente, fue un dron o no.

A diferencia de otros aeropuertos europeos, el de Barajas no cuenta actualmente con un sistema anti-dron implantado, lo cual ha reabierto el debate sobre la necesidad de estar protegidos ante esta nueva amenaza emergente. Únicamente atendiendo al uso  recreativo, el número de dispositivos que se estiman operativos antes del 2025 asciende a 7 millones; cifra más que importante que no hace más que resaltar el volumen del riesgo latente del sector (Ministerio de Fomento, 2018).

El último atentado reivindicado, con empleo de UAVs, que ha captado la atención internacional, ocurrió en Yemen el pasado 10 de enero de 2019. Durante un desfile militar en la base de Al Anad, un dron vuela a gran velocidad sobre la tribuna presidencial y acto seguido explota, hiriendo a once personas y acabando con la vida de siete, entre los que se encontraba un General de alto rango militar (Shay, 2019). El ataque, reivindicado por los rebeldes Huthi, pone de manifiesto una vez más la sencillez de estos ataques.

Medidas de respuesta ante el empleo de UAV con fines terroristas

En palabras de Christopher Wray, Director del FBI, “The FBI assesses that, given their retail availability, lack of verified identification requirement to procure, general ease of use, and prior use overseas, [unmanned aircraft systems] will be used to facilitate an attack in the United States against a vulnerable target, such as a mass gathering” (Jones et al. 2018).

Las evidencias de que un ataque con pequeños UAVs comerciales es altamente probable es la semilla que debe hacer germinar esfuerzos para su prevención. ¿Cómo se puede evitar el uso ilícito de drones en el espacio aéreo? ¿Existe una regulación común que limite su operatividad? ¿Si se violan las normas de uso, cómo se puede interceptar el aparato en tiempo real?

Medidas legislativas

La primera barrera de defensa contra la mala praxis en el vuelo de UAVs es sin duda la legislación. La vertiginosidad con la que ha evolucionado el mercado de drones a nivel mundial ha cogido por sorpresa a todos los actores implicados. En consecuencia, casi no ha habido tiempo de reacción para una estandarización de su regulación a nivel nacional, y mucho menos internacional. La Unión Europea planteó para 2019 la creación de una legislación común que regule el espacio aéreo para el uso de drones, pero hasta que eso ocurra, continuarán en vigor las legislaciones específicas de cada Estado miembro. Consecuentemente, una de los retos más difíciles va a ser garantizar la máxima seguridad posible, otorgando a la vez la mayor libertad posible, una balanza que no resulta nada fácil de equilibrar.

El análisis de la legislación existente en cada Estado excede a este estudio. A modo de ejemplo, y como se ha nombrado en el apartado anterior, en España la normativa actualmente vigente se encuentra recogida en el Real Decreto 1036/2017 de 15 de diciembre. Esta norma se refiere a todas las aeronaves pilotadas por control remoto (RPA), inferiores a 150 kg de peso a su despegue, es decir, lo que en este trabajo se ha llamado comúnmente dron. Para exponer las características generales más importantes del citado Real Decreto, se analizará lo relativo a aeronaves de 25 kilogramos de peso máximo al despegue, por ajustarse más a este trabajo:

  • Volar de día y en buenas condiciones meteorológicas (excepto RPA de peso inferior a 2 kilogramos que podrán volar de noche por debajo de 50 metros).
  • Volar siempre en contacto visual con el dron.
  • Nunca sobrepasar 120 metros de altura sobre el suelo o sobre el obstáculo más alto dentro de un radio de 150 metros alrededor del dron.
  • Prohibido volar sobre aglomeraciones de edificios en ciudades, pueblos o lugares habitados o de reuniones de personas al aire libre.
  • Prohibido volar en zona de tránsito aéreo controlado o a menos de 8 kilómetros de un aeropuerto.
  • No se requiere de un seguro de responsabilidad civil siempre que el vuelo sea recreativo.
  • Prohibido llevar a bordo de un RPA productos o sustancias peligrosas.

Como se puede observar, la legislación pretende mitigar las posibles situaciones en la que se vuele un dron de manera peligrosa. Sin embargo, también existen leyes que regulan el uso de armas blancas y de fuego, y eso no impide que los terroristas las usen para atentar. Por tanto, con la legislación no es suficiente.

La proliferación de los pequeños drones comerciales ha abierto una nueva puerta en el mercado de la seguridad y defensa. Los sistemas anti-UAV, y más específicamente, anti-drones. Su misión principal es la de rastrear, blocar, identificar y perturbar la actividad del dron de diferentes maneras. Desde las más rudimentarias, hasta las tecnologías de guerra electrónica más sofisticadas:

Medidas de fabricación.

La dificultad de aplicar la legislación vigente y el gran desconocimiento sobre ella en la gran parte de usuarios ha motivado la implementación de medidas limitantes en el software de los drones. El término geofencing se refiere a la generación de áreas restringidas de vuelo en las que los UAVs no pueden despegar ni volar. Estas “vallas electrónicas” funcionan fundamentalmente con el sistema GPS incluido en el drone y limitan el vuelo cerca de aeropuertos, edificios oficiales u otras ubicaciones sensibles (Jarrell, 2019). La empresa DJI es una de las más avanzadas con su sistema Geospatial Environment Online  o GEO.

Animales adiestrados

Igual que harían con una presa, las aves son capaces de localizar el dron e interceptarlo para depositarlo en una zona segura.

  • Aves policía: desde el 2016, la policía holandesa ha estado entrenando aves rapaces para la caza de pequeños drones en pleno vuelo. Sin embargo, parece ser que el proyecto fue cerrado debido a la complejidad y gran gasto que suponía (Holligan, 2016).
Aves policía en entrenamiento. Fuente: (Holligan, 2016)

Drones caza-drones

Cada vez salen al mercado un mayor número de drones capaces de portar o incluso lanzar una red para atrapar a otros UAVs en pleno vuelo y llevarlos a zonas seguras. Es el caso del DroneCatcher de Delft Dynamics, ya empleado desde 2015 por la policía japonesa y actualmente en uso por los servicios de seguridad y la policía holandesa (Delft Dynamics, 2018).

Medidas de hard-kill

El término hard-kill hace referencia al uso de armas convencionales y de destrucción cinética. Se incluirían también las armas de energía dirigida, que resultan más atractivas ya que reducen los daños colaterales con respecto a las armas convencionales. Se produce daño físico en la estructura del objetivo, inutilizando algún sistema o la totalidad del aparato.

Medidas de soft-kill

El término soft-kill hace referencia al uso de energía para interferir o inutilizar un sistema sin que sea necesario el daño físico de sus partes. Son los sistemas más comunes en la lucha antidron contemporánea y principalmente funcionan con interferidores que bloquen la señal del dron o se hacen con su control. Veamos algunos ejemplos:

  • Sistema contra drones de Airbus: Airbus Defence and Space ha desarrollado un sistema anti-UAV que utiliza contramedidas electrónicas para reducir las probabilidades de daños colaterales. Con el uso de radares, cámaras infrarrojas y sensores de dirección es capaz de identificar drones a distancias entre 5 y 10 kilómetros. Seguidamente, se interfiere electrónicamente el enlace entre el dron y su operador o con la ruta de navegación, pudiendo incluso tomar el control del aparato (Airbus Defence, 2015).
Anti-UAV de Airbus Defence. Fuente: (Airbus Defence, 2015)
  • Sistema ICARUS anti-UAV: Lockheed Martin ha diseñado el Sistema ICARUS capaz de detectar, reconocer y contrarrestar COTS UAVs. El sistema combina actividad ciber electromagnética con potentes sensores y técnicas no cinéticas de interceptación (Lockheed Martin, 2015).
  • ARDRONIS: diseñado por Rohde and Schwarz, es un sofisticado sistema anti-dron capaz de detectar señales de radiofrecuencia incluso antes del despegue del aparato. Además, otorga a los servicios de seguridad la ubicación exacta del UAV y de su operador, siendo capaz de tomar el control de la aeronave, aterrizarla inmediatamente o incluso grabar pruebas con la cámara del mismo. Todo lo anterior con el uso de potentes sistemas de interferencias (Rohde & Schwarz, 2016).
Equipo completo ARDRONIS. Fuente: (Rohde & Schwarz, 2016)
  • AUDS Blighter: la empresa española Compañía Internacional de Analizadores y Control S.L. (CIAC) fue contratada por el Ministerio de Defensa español para el diseño de un sistema de defensa anti-dron. El sistema, cuyo radar ha sido diseñado por la empresa Blighter, es capaz de detectar UAVs a una distancia de 10 kilómetros y con una sección radar tan pequeña como 1 centímetro cuadrado (Navarro García, 2017).
Sistema AUDS Blighter. Fuente: (Navarro García, 2017)
  • DroneShield: la empresa DroneShield, una de las líderes en cuanto a detección y neutralización de drones, también ha diseñado una gran variedad de productos para detección, análisis e identificación, vigilancia y alerta, y respuesta. La combinación de los mismos otorga una herramienta fiable para la lucha anti-dron (DroneShield, 2018).
  • Sentinel: la empresa ART ha desarrollado un radar para detección y clasificación de drones con sección radar incluso menor a 1 centímetro cuadrado (ART, 2016).
  • Counter UAS: la empresa española Gradiant ha diseñado igualmente los sistemas Counter-Fi, RF Ear, Smart EYE y Sjam para la detección análisis e interferencia de señales dron (Gradiant, 2017).
  • ARMS: la empresa Indra ha diseñado el sistema ARMS (Anti RPAS Multisensor System), que detecta drones y ofrece la posibilidad de neutralizarlos si invaden una zona sin autorización (INDRA, 2017).
Sistema ARMS de INDRA en pruebas. Fuente: (Muñoz, 2018)
  • Silent Archer: El sistema de la empresa SRC detecta, rastrea, clasifica, identifica y neutraliza a los UAVs peligrosos. Es capaz de interrumpir el funcionamiento de drones individuales o de enjambres, además de poder configurarse en plataformas fijas o móviles, e incluso aéreas (SRC, 2018).
Simulación de Sistema Silent Archer sobre vehículos acorazados. Fuente: (SRC, 2018)

Conclusiones

“For better or for worse, we are on the cusp of a life-changing UAV era.” (Khalid, 2018).

El continuo crecimiento comercial de las tecnologías UAV hará cada vez más sencilla su adquisición y manipulación. Todos los beneficios que esto puede acarrear para nuestra sociedad serán, a la vez, alicientes para el uso ilícito de los sistemas no tripulados. Además, la posible implementación de los drones en labores urbanas, como podría ser, la de entrega de paquetería, promete un espacio aéreo mucho más saturado que el actual; en el cual un sistema armado puede pasar mucho más desapercibido (Clarke, 2018). La toma de imágenes con drones parece que va a convertirse en algo tan común, que discernir si un sistema está siendo utilizado para vigilancia o para recopilación de información para un ataque va a ser prácticamente imposible (Clarke, 2018).

Queda claro que el empleo de drones por parte de organizaciones terroristas es una de las amenazas que más atención acapara para Occidente (LISA, 2019). Ya no sólo por los logros que se han obtenido hasta la fecha, sino porque estos mismos logros sirvan de inspiración para nuevos ataques de igual o mayor proporción.

A pesar de la aparente reducción de actividad del DAESH, no conviene olvidar que el grupo terrorista está lejos de desaparecer. En lo que concierne a su actividad con drones y UAVs, su uso sigue siendo usual en zona de operaciones, donde se ha incautado recientemente un DJI Phantom 4 en instalaciones retomadas al grupo terrorista. (MAITIC, 2018). Incluso, a finales del 2018, dos hombres fueron arrestados en Dinamarca por pertenecer a una red de adquisición de drones en Europa vinculada al DAESH (MAITIC, 2018).

La mayor baza de estos dispositivos continuará siendo su bajo precio, que los convierte en el mecanismo perfecto para utilización de explosivos (Khalid, 2018). De hecho, las agencias de inteligencia indican que la guerra asimétrica de quinta generación con uso de drones cargados de material explosivo puede, alarmantemente, convertirse en el “nuevo normal” (Khalid, 2018). El ejemplo del ataque al presidente colombiano, Nicolás Maduro, ratifica la facilidad que tienen estos sistemas para cargar armas letales e introducirse tras las defensas radáricas. Demostrando igualmente la necesidad de aumentar la seguridad contra los drones, en julio de 2018 la organización de defensa de la justicia medioambiental, Greenpeace, estrelló un pequeño UAV que imitaba a “Superman” contra una planta nuclear francesa (Khalid, 2018).

Sin embargo, los sistemas de seguridad, cada vez más sofisticados y precisos, pretenden mitigar los posibles riesgos y amenazas a la población que puedan suponer los drones COTS. Equipos como el PEGASO, integrado por la Guardia Civil española, se especializan en la lucha contra UAVs y en la gestión de su control (Guardia Civil, 2018).

La importancia que esta nueva amenaza ha suscitado en Occidente debe ser tomada en serio, invirtiendo en I+D antidron y en protocolos de seguridad. Solamente en Estados Unidos, 401.2 millones de dólares serán destinados en un solo año a la lucha antidron (Hennigan, 2018). La eficacia de estos sistemas no está aún totalmente comprobada, ya que no hay indicios de que se haya conseguido evitar un ataque terrorista con drones en zona urbana per se. Sin embargo, es necesario analizar con los fabricantes de los sistemas antidron cuáles son los más apropiados para los distintos escenarios y comenzar con su adquisición e implementación. Sin duda, la disuasión servirá como primera barrera contra un posible atentado.

 Quizá una de las labores más importantes sea la de concienciación de la población, tanto del control y uso de UAVs como de la reacción ante posibles ataques. A pesar de que los daños físicos con una granada soltada desde un dron no vayan a ser de magnitudes excesivamente alarmantes, el terror producido por tal ataque sí puede serlo. La estampida de una multitud huyendo de un estruendo puede llegar a provocar más heridos y sobre todo, más daño psicológico que la propia onda expansiva del arma, condición y aliciente indispensable y repetido en un ataque terrorista.

Referencias

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Anexo – Clasificación de drones

La tipología de los UAVs puede atender a diferentes características. En el ámbito que abarca este estudio se precisa la clasificación según su uso y según sus características principales de vuelo.

UAVs según su uso.

Existen tres tipos de UAVs según su uso o finalidad de diseño:

  • UAVs militares: fueron los pioneros del sector y comprenden todos los vehículos no tripulados con labores militares, desde reconocimiento y análisis de señales, hasta misiones de ataque con armamento incorporado. Sus tamaños, diseños y modelos son completamente dispares. Abarcan desde los escasos centímetros, hasta los más de 40 metros en los diseños más comunes. Se componen con la tecnología más puntera y probablemente jugarán un papel decisivo en los conflictos del siglo XXI. A priori, no parecen estar al alcance de las organizaciones terroristas, aunque, el derribo o robo de alguna de estas aeronaves, podría conllevar la adquisición de tecnología avanzada por parte de las mismas.
  • UAVs profesionales: son vehículos no tripulados especializados en labores muy concretas, como la grabación de imágenes cinematográficas o el control de cultivos y zonas forestales. Suelen tener un tamaño entre los 30cm y los 2m, y su precio abarca desde los 1.000 a los 20.000€ aproximadamente. Su uso requiere de cierta formación o aprendizaje. En esta categoría se encuentran los drones, accesibles al público, con mayor capacidad de carga, y por ello suponen la mayor amenaza en usos ilícitos.
  • UAVs recreacionales: son los drones más convencionales. Se pueden adquirir a través de internet o en tiendas no especializadas. Su control es mucho más complicado debido, principalmente, a su bajo precio y a la extensión de su mercado. Su escasa capacidad de carga los covierte en una amenaza menor en atentados. Sin embargo, la posibilidad de formar parte de un enjambre de drones o el uso de armas biológicas más ligeras, los convierrten en un arma sencilla y útil.

UAVs según sus características de vuelo.

Por lo general se dividen en vehículos de ala fija o de ala rotatoria.

  •  UAVs de ala fija: por lo general se asemejan a modelos de aviones, y vuelan basándose en los mismos principios, se sustentan gracias a perfiles aerodinámicos fijos que generan la sustentación. El empuje lo proporcionan uno o más motores, eléctricos o de combustión. Por lo general permiten cubrir una distancia de vuelo más larga y a más velocidad. Sin embargo, parecen menos útiles para realizar ataques y por lo general no han sido utilizados por terroristas más que para labores de reconocimiento.
  • UAVs de ala rotatoria: su funcionamiento se asemeja más al de un helicóptero. El empuje y sustentación lo proporcionan uno o más motores que mueven perfiles rotatorios o rotores. Permiten el despegue y aterrizaje vertical, además de la posibilidad de volar a bajas velocidades e incluso quedarse en estacionario sobre un punto. Más frecuentes son los “multi-rotor”, que combinan varios rotores para mejorar la estabilidad y las performances de vuelo. Estas características los convierten, no sólo en dispositivos perfectos para labores de reconocimiento e inteligencia, sino también para suelta precisa de artefactos explosivos u otros proyectiles.
Fecha de publicaciónmayo 07, 2020

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