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La historia olvidada del primer legionario, el ceutí Carlos Espresati, contada por sus descendientes

Brais Cedeira

EL ESPAÑOL reconstruye en exclusiva la historia del primer hombre que se alistó a la Legión, un ingeniero y delineante de 32 años nacido en Ceuta.

Una de las pocas cosas que se saben de la vida del legionario Carlos Espresati de la Vega es el día en que la muerte se lo llevó. Esa fría daga vino a afilarse el 23 de septiembre de 1925, sobre las lomas de Monte Malmusi, en Alhucemas. Figura en su partida de defunción. También que poseía el rango de sargento. Allí el Ejército y la Armada Española llevaban a cabo una de las últimas jornadas del desembarco en la bahía marroquí.

Un contingente de 13.000 soldados españoles que provenía de Ceuta y Melilla intentaba finalizar, tras media década de conflicto, con la guerra del Rif, al norte de Marruecos. Entre ellos, cómo no, estaban las mortíferas tropas de la Legión.

En aquella batalla desembarcó también nuestro protagonista, el primer legionario, el hombre que se alistó a este cuerpo de élite antes que nadie, regido por un credo místico y feroz según el cual la muerte es tan solo una compañera más en el camino. Y por ello no hay que temerla.

Él se la encontró allí. Los hermanos de Espresati contarían años después en casa cómo aquel día yacía herido en el campo de batalla cuando cuatro enfermeros acudieron a rescatar al malherido soldado. En ese instante, ya socorrido, cuando le transportaban en la camilla sanitaria a un refugio seguro, cayó sobre ellos una nueva ráfaga de disparos. Tanto los enfermeros como Espresati fallecieron al instante.

La historia se ha contado tradicionalmente a todo el que preguntaba en el seno de la familia. El primer legionario cayó cinco años después de convertirse en el miembro número uno del llamado Tercio de Extranjeros. Ahora, cuando se cumplen 100 años de la fundación de la Legión, localizar al primer hombre en alistarse al cuerpo suponía no solo un reto, sino también la capacidad de resolver un enigma.

Hasta ahora, siempre ha habido ciertas discrepancias y pareceres sobre quién fue verdaderamente el primero que se alistó a la Legión el 20 de septiembre de 1920. Tres o cuatro nombres se repitían como una constante, entre ellos el de nuestro protagonista, al hablar sobre la materia. Incluso tras sondear a algunos exmiembros retirados se constata cómo citan las identidades erróneas de otros individuos.

Por eso ahora, en pleno aniversario del cuerpo militar, EL ESPAÑOL ha localizado, a través de expertos historiadores y archiveros en la materia, a los descendientes del que fuera primer legionario con el fin de conocer lo mejor posible su historia y de desentrañar el misterio.

El documento oficial de Carlos Espresati de la Vega.
El documento oficial de Carlos Espresati de la Vega.

La de Espresati es una historia olvidada. Versa sobre las peripecias de un joven ingeniero y delineante que se metió a soldado, primero en el Regimiento de Infantería Serrallo 69, y que después se puso el primero en la fila de la Legión. Para localizar información ha sido preciso recurrir a algunos de los nietos de sus hermanos, parientes suyos. Por primera vez, la familia del primer legionario habla para un medio explicando la historia de su antepasado.

Certificado médico

Según la documentación presente en los archivos del museo de historia de la Legión en Ceuta, a la que ha podido acceder este periódico, la orden de reconocimiento médico de este soldado nacido también en la ciudad autónoma es el papel más válido de todos. Funciona como un salvoconducto.  Aporta validez para determinar quién fue el primero en vestirse de legionario, en el cuerpo fundado por el general Millán Astray  en 1920.

Esa orden aparece firmada por el médico, un tal Juan López Pérez. Espresati estampa después sus huellas dactilares en el documento de identidad y no vuelve a acordarse del asunto.

Aunque hay controversia sobre quién es el primero que se alistó, parece ser que los estudiosos militares de la Legión le dan a él como el primero. La discusión, señalan fuentes del Ejército de Tierra, siempre había radicado en si se consideraba que éste era quien firmaba el banderín de enganche, y pasaba el reconocimiento médico, vistiéndose luego ya de legionario. «Si firma pero no pasa el médico, ¿es el primero o no?». Por eso el reconocimiento médico resulta de vital importancia para establecer su identidad. 

Espresati es el protagonista de una historia olvidada en la noche de los tiempos. Solo sus familiares rescatan de vez en cuando alguna anécdota procedente de la memoria de quienes quedan vivos en esa familia. Ahora las recupera su sobrina nieta. Elvira Espresati Carrillo, la sobrina nieta del primer legionario, tiene hoy 57 años y sigue viviendo en la finca en la que nacieron tanto su abuelo como el resto de sus hermanos. Entre ellos estaba Carlos.

La casa de Elvira se encuentra en la zona de Calamocarro, Ceuta, en un pinar ubicado frente a una playa de aguas azules y transparentes. Todo ese terreno, en el que hay más viviendas esparcidas perteneció en una ocasión a la familia de esta mujer. Allí se establecieron todos los hermanos. Ella dice que todos los miembros de la familia más de un siglo atrás se criaron en ese lugar.

Entre los habitantes de esa zona figura el hombre que nos ayuda a localizar a la propia Elvira Salvador Jaramillo es uno de los mayores expertos de la Legión en Ceuta. Trabaja en Documentación y Archivo en la Radio y Televisión de Ceuta. En sus ratos libres sigue indagando sobre la historia de este cuerpo especial, dedicado a venerar la llegada de la muerte como una prolongación de los éxitos cosechados en el campo de batalla. El ‘after’ infinito de la existencia.

Ascendido Franco a general, entrega a Millán-Astray el mando del Tercio. Enero de 1926.
Ascendido Franco a general, entrega a Millán-Astray el mando del Tercio. Enero de 1926. BNE

Delineante e ingeniero

Salvador vive en la misma zona que Elvira, a escasos metros de su vivienda y del lugar en el que nacieron el primer legionario y sus hermanos. «Es más -dice- tengo comprobado que mi casa, era donde vivía Espresati los años antes de morir». 

Elvira conoce bien el mundo militar. Estuvo casada con uno de ellos, del que luego se divorció. Su hermano Heliodoro hizo la ‘mili’ en la Legión en el mismo cuartel que su tío abuelo el primer legionario. La mujer cuenta a EL ESPAÑOL que quedan ya pocos descendientes con ese apellido que ella conozca.

Que esta mujer sepa, la que más sabe de la historia de Carlos Espresati es su propia madre. «Es la que más se acuerda de todo. Recuerda a Augusto, al abuelo Heliodoro y a un tal Alfredo. Eran los hermanos de Carlos».

En la familia se cree que el origen de los Espresati esta al sur de la península. Dice Elvira que se cree que el primer legionario y sus cinco hermanos – Alfredo, Heliodoro, Augusto, Andrés, Cándida y Soledad- llegaron de Cádiz o de la zona de Rota tiempo antes de que se fundara la Legión para instalarse en Ceuta. Dos de ellos se casaron con otras dos hermanas de otra familia de la zona, Isabel Navas Cano y Cristo Navas Cano. 

Durante un tiempo, algunos de los hermanos Espresati estuvieron viviendo en Casablanca, Marruecos, donde regentaban una joyería de cuyas ventas pudieron vivir. El padre de Elvira se crió allí con uno de sus tíos. «Mi abuela decía que su madre le contaba que Carlos era una persona muy lanzada. Lo recordaba siempre así». 

Antes de meterse a la Legión, Carlos Espresati ejercía como ingeniero y delineante. Pasó también por otros cuerpos militares, uno de ellos el Regimiento de Infantería Serrallo 69, creado en 1909 en la ciudad autónoma. 

Creación de la Legión

Cuando se fraguó la Legión, la idea era afrontar con mayor dureza las guerras que se estaban produciendo en el norte de Marruecos. Era preciso convertir a aquellos hombres en un contingente profesionalizado guiado por la obediencia total, la férrea disciplina y un valor innegociable. Una fuerza de choque que combatiese heroicamente en primera línea, tal y como entendía la guerra la mayoría de oficiales del norte de África —entre ellos, el futuro dictador Francisco Franco—.

El Tercio admitía hombres de entre 18 y 40 años, españoles y foráneos, como indicaba su nombre. Sin embargo, su fundador tenía un leitmotiv significativo: «Un extranjero vale dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora».

Legionarios con el Cristo de Mena en Málaga.
Legionarios con el Cristo de Mena en Málaga. EFE

Fue Millán-Astray el encargado de armar los «corazones» de los legionarios ante las durísimas condiciones medioambientales y de salubridad que les esperaban en la última etapa de la Guerra del Rif (1921-1927). Para crear un grupo cohesionado y con la valentía por bandera, el militar africanista y veterano de Filipinas enunció el «credo legionario», doce normas de comportamiento cuya finalidad era homogeneizar la pertenencia de grupo.

«Se buscaba que el legionario fuese única y exclusivamente eso: un feroz soldado con una visión maniquea del mundo —muy útil en la guerra— al servicio de la patria —vía sus oficiales—», escribe Daniel Macías Fernández, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Cantabria, en Cien años de la Legión, 1920-2020 (Desperta Ferro), una estupenda y concisa obra en la que varios expertos en Historia Militar desgranan la evolución, encrucijadas y motivaciones de este cuerpo de élite.

«Legionarios; a luchar; legionarios, a morir». El nuevo espíritu de esa tropa forjada por el que luego sería mano derecha de Franco durante la Guerra Civil bebía de curiosas referencias orientales como el bushido, un código de rectitud instaurado por los samuráis japoneses para priorizar la rectitud, la lealtad y el honor. 

Los terrenos de los Espresati

La gran finca de varias hectáreas que poseían los Espresati en el entorno de la playa ceutí del Calamocarro se fue dividiendo con el paso de los años en propiedades particulares, viviendas que siguen estando habitadas en la actualidad. «Cada uno de los hermanos, en aquella época, tenía su propia finca acotada. Luego se fue achicando. En esta finca nacieron casi todos».

Una unidad de legionarios, durante la Guerra de Marruecos.
Una unidad de legionarios, durante la Guerra de Marruecos. Ejército de Tierra

-¿Nunca lo habíais contado a nadie todo esto?

-No, no demasiado. Es algo de lo que no hemos hecho demasiado alarde. 

A Elvira le gustan mucho los animales. Concretamente los perros. Hace 15 años, después de haber crecido en ese lugar, decidió montar en esta zona su negocio, una residencia canina para cuidar perros de gente que se va de vacaciones fuera de la ciudad. Una especie de hotel canino que responde al nombre de ‘Residencia Canina Libert-Mimos’. Funciona a pleno rendimiento desde entonces.

El último día, dos semanas después de empezar las indagaciones, Elvira recoge varios álbumes antiguos en casa de su madre con el objetivo de encontrar alguna imagen de Carlos Espresati los años previos a su fallecimiento. Pero no quedaba ya ninguna. 

La muerte es, en la Legión, novia y leal compañera. Alguien a quien mirar sin miedo a los ojos. Por eso los caídos en combate como Espresati o el legionario que inspiró el himno de este grupo de hombres temerarios son los mitos que permanecen en el imaginario propio de esta facción del Ejército. Esos soldados se van rodeados de misterio, de pocas respuestas, de preguntas que nunca se llegan a resolver.

Fecha de publicaciónoctubre 04, 2020

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