Estos de la Royal Navy (RN) no fallan. Siempre que hay negociaciones entre España y el Reino Unido (RU)sobre Gibraltar, allí tienen que estar para entorpecer –directa o indirectamente- y más si se trata del futuro de la colonia militar.
Los submarinos de propulsión nuclear HMS Talent (británico) y USS Olympia (norteamericano) atracados en los muelles Z de Gibraltar en junio de 2019. Al fondo, el puerto de Algeciras
De tiempos recientes recordamos los incidentes con pesqueros y el apresamiento del «Piraña» en 1999, la apelación del Secretario de Estado de Defensa británico al Departamento de Defensa ¡de los EEUU! cuando las negociaciones de la cosoberanía en 2001-2002, el fondeo en 2013 de los bloques de cemento en las aguas del istmo (que son españolas), etc. etc.
Ahora estamos con las negociaciones del brexit, con Gibraltar arrastrado por el RU fuera de la UE, mal que les pese a los llanitos y a sus numerosos colaboradores españoles.
La dependencia (nunca interdependencia) de Gibraltar respecto de la Comarca es decir, de España, es algo de sobra conocido –aunque no reconocido- desde 1704. El Covid19 ha puesto de manifiesto de forma irrefutable hasta qué punto llega esa dependencia. Los 600 camiones semanales que pasaban por la verja –de norte a sur- para asegurar la supervivencia de la colonia y de la base, han sido la mejor representación gráfica de esa dependencia, junto con la de los miles de trabajadores españoles «imprescindibles» para mantener su economía y que les sirven en las negociaciones como si fuesen rehenes.
En Gibraltar existe un fortísimo sentimiento nacionalista anti-español creado por la Administración del RU a partir de los años 40 del siglo pasado para proteger sus intereses. Ha sido cultivado con tanto éxito que hoy día podemos considerar como sus abanderados a las principales autoridades llanitas, con señalados amigos del Campo de Gibraltar. Pero una cosa son los sentimientos y otras las cuestiones del comer y del buen vivir así que, al negociar con España sobre el futuro local, muy agravado por el Covid19, se puede entrar en un terreno delicado por lo que conviene dejar claro «quién manda aquí».
El 14 de septiembre, el vicealmirante gobernador colonial, en una entrevista en el diario local Gibraltar Chronicle, entre otras cosas subrayó la importancia estratégica que el Peñón tiene para el RU «y sus aliados» (como España); destacó que seguirá siendo cada vez más importante debido a los retos presentes en el Mediterráneo (esto llevan diciéndolo sin descanso más de 25 años, refiriéndose ahora a la pobreza en África y al cambio climático ¿?). Aseguró que, si bien la disponibilidad de la base naval se ha considerado garantizada, las inversiones necesarias para su mantenimiento han caído en los últimos 20 años (igual que la RN y sus presupuestos).
La mayor parte de la entrevista, de página y media, se refiere al futuro de Gibraltar sin mencionar ni una sola vez a España ni a su dependencia de ella, como si fuese un islote en medio de la mar y no un peñón en la bahía de Algeciras. No puede admitir que la base militar depende del país cuyo territorio están ocupando ilegalmente.
Donde sí menciona a España, y mucho, es cuando se refiere como «incursiones» a las navegaciones de los buques de Estado españoles por las aguas que rodean el Peñón. Las considera «ilegales, altamente frustrantes, profundamente corrosivas para la moral y una distracción costosa». Le corroe el que ya no pueden rechazar a los españoles con cañonazos como hacían en los siglos XVIII o XIX, o amenazas, como en el siglo XX. Admite que no son tiempos de «diplomacia de cañoneras», por lo que ahora hacen declaraciones por radio, izan una bandera mayor que la del barco español y cursan protestas diplomáticas (unas 4.000 en la última década). Eso sí, llevado de la arrogancia secular que les caracteriza, el gobernador ofrece a España –como hicieron a finales del XIX- la protección británica del sur de la Península, confundiéndose con Sicilia.
El 20 de septiembre, como reminiscencia de la «diplomacia de cañoneras», apareció por Gibraltar un Task Group anfibio. Desarrollaron el ejercicio Gibraltar Strike, con desembarco desde helicópteros y combate urbano. Era un mensaje para los españoles («¡Mucho cuidado que aquí estamos!») y dos para la población local: uno de ánimo («¡Estamos con vosotros!») y otro de advertencia («¡Cuidado con pasarse de la raya!») recordando a los hermanos Triay que, en abril de 1968,desearon que se hablara con España sobre el futuro de Gibraltar por lo que fueron violentamente arrojados al exilio en España; los «Palomos» pedían en 1968 lo mismo que ahora están haciendo los nacionalistas locales, «vestidos con el traje» de los Triay pero, desde sus puestos en el gobierno local aunque eso sí, recalcando que no son «Palomos» sino «Halcones».
El 15 de octubre, el insistente gobernador se refirió otra vez a la importancia del Peñón, destacando la utilidad del que consideró como uno de los «más significativos aeródromos de la RAF en todo el mundo» (no está claro si lo dijo porque está construido en el istmo ilegalmente ocupado, como una incursión permanente contra España, o por tener el dudoso honor de figurar, año tras año, en la lista de los diez aeropuertos más peligrosos del mundo).
El siguiente en intervenir fue el Comandante de las FAS británicas en Gibraltar quien, el 19 de octubre, durante la conmemoración del combate de Trafalgar, se refirió a la importancia de la base para la RN, diciendo que esa victoria fue posible por disponer de Gibraltar, y que supuso el origen de su Imperio (del que hoy día quedan algunas islas como Pitcairn, Montserrat, Ascensión, Malvinas etc. y el peñón de Gibraltar). Pudo recordar –pero no lo hizo- lo imprescindible de Gibraltar para la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial.
En primer plano la torre de control de tráfico marítimo. En segundo plano y en la esquina derecha, las nuevas instalaciones de obtención de Inteligencia de Comunicaciones y Electrónica.
Se refirieron a la importancia del Peñón para la RN en general, la base naval y el aeródromo (todo ello de «ultra lowcost» gracias a España). No mencionaron las instalaciones de obtención de Inteligencia con sus intervenciones en el espectro de radiofrecuencia, en el visual y en el acústico. Quizá no lo han hecho por decencia o por prudencia; queda feo decir a vecinos y aliados: «podemos entrar hasta la cocina de vuestras casas y ni os enteráis».
Es evidente la coincidencia en el tiempo entre estas declaraciones y las negociaciones sobre el brexit. El mismo gobernador lo ha señalado diciendo que deberían aprovecharse para acabar con lo que llama «incursiones » (revista Gibraltar Insight, octubre 2020). Parece que está claro: la ocupación ilegal del istmo, rellenos y espacios terrestres no cedidos en Utrecht es difícil de contestar mediante la presencia física española en ellos; no ocurre lo mismo con esos espacios marítimos –y con los aéreos- que se atribuyen; la reiterada presencia española pone de manifiesto ante todo el mundo que esos espacios son españoles, por mucho que la Potencia Administradora de la colonia de Gibraltar se empeñe en proclamar lo contrario.
A sus negociadores, los militares les están diciendo: Podéis llegar al acuerdo que queráis con España, siempre y cuando no afecte a nuestros intereses; aquí estamos y de aquí no nos vamos, ni por el Covid19 ni por el brexit.
Y todo esto por unas negociaciones para su salida de la UE. Se marchan y quieren llevarse también lo que España nunca jamás les ha reconocido: las aguas que rodean el Peñón, que son españolas. Nos imaginamos que, si en vez de marcharse tratasen de reintegrarse a la UE, serían capaces de exigir la entrega de una parte de la Comarca, eso sí, en paz y armonía con la base militar, sus submarinos nucleares, sus misiles, torpedos y munición, aeródromo y lo que en el futuro pudiera ocurrírseles como imprescindible para el mejor bienestar y prosperidad de su población.