Rafael Matesanz, creador de la Organización Nacional de Trasplantes, un modelo internacional replicado por muchos países, compara la gestión de la pandemia que se está haciendo en España y que está en las antípodas de su forma de trabajar
Me han planteado varias veces en los últimos meses si las experiencias obtenidas a lo largo de los años por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) podrían haber contribuido a una mejor gestión de la pandemia ocasionada por el covid-19. A simple vista se trata de dos situaciones muy diferentes: de un lado, un grave problema de salud pública, con tremendas repercusiones médicas, económicas y sociales, y del otro, una parte relativamente pequeña del sistema nacional de salud, pero que salva muchas vidas y que se caracteriza por la necesidad de buscar la colaboración de la población en la donación de órganos y la participación mayor o menor de miles de profesionales sanitarios y no sanitarios de toda España.
«Si nos fijamos en lo que ha sido hasta hoy la gestión de la pandemia en nuestro país, hay bastantes cosas que desde un organismo como la ONT jamás se habrían hecho»
No obstante, un análisis más detenido pone de manifiesto que si nos fijamos en lo que ha sido hasta hoy la gestión de la pandemia en nuestro país, hay bastantes cosas que desde un organismo como la ONT, modelo de gestión integral descentralizada y que ha mostrado sobradamente su eficacia, jamás se habrían hecho porque van en contra de sus protocolos y su forma de actuar. Vamos a repasar a qué cosas me refiero con el fin de intentar aportar algo positivo para el futuro que pueda mejorar la situación actual.
¿Qué es lo que no habríamos hecho?
Lo primero que no habríamos hecho en un tema que necesita de la colaboración transversal de tanta gente es actuar sin la participación, el consejo y el acuerdo de expertos en todas las áreas involucradas (desde epidemiólogos a gestores sanitarios, pasando por médicos de familia, de infecciosas, de urgencias…), a quienes se deben exponer y consultar cuantas decisiones relevantes haya que ir adoptando. La historia del comité que nunca existió es uno de los mayores sinsentidos de estos meses.PUBLICIDAD
Tampoco habríamos hecho pivotar la coordinación entre el Ministerio y las comunidades autónomas en las autoridades políticas, aunque de ellas sea la decisión final. Una de las claves de nuestro sistema de trasplantes es contar en cada comunidad con el coordinador autonómico, una persona de referencia a medio camino entre lo profesional y lo administrativo y perfecto conocedor de la materia que trata.
Además, disponemos de una red de expertos en cada hospital liderados funcionalmente por la ONT y que son los que llevan a cabo los distintos procesos necesarios para que todo funcione. Ello permite una relación de colaboración mucho más fluida y una traslación eficaz de los acuerdos adoptados, evitando en todo momento el amateurismo que tanto ha abundado en esta crisis. No en vano uno de los aspectos más apreciados de la ONT, en gran medida por lo insólito, es haber conseguido que las 17 CCAA vayan en la misma dirección perfectamente coordinadas sin que las diferencias políticas influyan en las decisiones adoptadas. Muy probablemente, la tan deseada Agencia de Salud Pública debería tener una estructura similar.
En un asunto como este, en el que la confianza de la población es fundamental para ganar su colaboración, no habríamos lanzado mensajes continuamente cambiantes sobre multitud de asuntos como las mascarillas, las PCR, las compras de material, la inocuidad de asistir a manifestaciones hasta un día antes de decidir confinar a todo un país… (¿recuerdan la recomendación de llevar a pasear a los niños al supermercado?).
Tampoco habríamos mantenido ‘sine die’ a un portavoz de aparición diaria, que comenzó haciendo una previsión de tan solo unos pocos casos y a lo largo de los meses ha ido verbalizando todas las incoherencias y los vaivenes del Ejecutivo. Los mensajes tienen que ir siempre en la misma línea y por alguien que inspire confianza y que tenga credibilidad, sin hacer predicciones o aseveraciones gratuitas si se desconocen las cosas ni confundir a la gente.
Coordinación técnica versus sainete político
No habríamos dado cifras incompletas, contradictorias, erróneas, cambiantes o simplemente maquilladas, incompatibles con un mínimo de credibilidad en el proceso. Es imposible gestionar nada de manera adecuada si no se dispone de una información rápida, completa y fiable.
No habríamos tomado decisiones ni lanzado mensajes aparentemente técnicos, pero que en realidad obedecieron estrictamente a directrices políticas. Tanto el Ministerio como algunas autonomías han hecho uso y abuso de esta práctica de manera irresponsable. El bochornoso serial entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid, que si no fuera un asunto tan grave, bien podría calificarse de sainete, supera cualquier capacidad de aguante por parte del sufrido ciudadano.
«No habríamos dado cifras incompletas, contradictorias, erróneas, cambiantes o simplemente maquilladas, incompatibles con un mínimo de credibilidad en el proceso»
No habríamos repetido hasta la saciedad eso de “tiempo habrá…” cuando alguien sugiriera que habría que evaluar las actuaciones realizadas. Simplemente las habríamos evaluado como hacemos siempre.
No nos habríamos escudado en la OMS para explicar a posteriori errores o retrasos en las tomas de decisiones. Este organismo, como otros internacionales, está compuesto por distintos países, y entre ellos, los hay que se adelantan a los hechos y van marcando la pauta que seguirán los demás, y los hay que simplemente esperan pasivamente a que les lleguen las instrucciones que no siempre son las más correctas ni llegan a tiempo. Toda la política de trasplantes de la OMS estuvo y sigue estando marcada por la ONT,y fueron nuestras líneas de actuación las que se transmitieron a todo el mundo a través de este organismo.
Muy probablemente, todas estas cosas no se habrían hecho si las administraciones sanitarias central y autonómicas funcionaran con el modus operandi y la eficacia de la ONT. El problema es que tener una estructura bien trabajada y que funcione como un reloj es algo que no se improvisa, es el resultado del trabajo de mucha gente a lo largo de los años y en la dirección adecuada, anteponiéndose a los problemas, seleccionando las personas más capaces, formándolas, apoyándolas y dando todos los días buena muestra de lo que es trabajar juntos.
Por eso, algunas cosas funcionan y otras… pues ya se ve.