«Quisimos que las Urgencias llegaran al ciudadano», dice Javier Quiroga, uno de los impulsores de este servicio que nació en 1992.
«La idea fue ponerle ruedas a las casas de socorro. Por entonces, a principios de los 90, el Ayuntamiento tenía una estructura de atención de Urgencias, pero nosotros quisimos que esas Urgencias acudieran al ciudadano».
Este pensamiento, convertido en concepto y materializado en proyecto, fue bautizado en marzo de 1992 como Samur. Ayer se engalanó, visita de los Reyes Felipe VI y Letizia mediante, al cumplir 30 años. «Tres décadas salvando vidas», tal y como apunta a este diario Javier Quiroga, que junto al ya fallecido doctor José Luis Gilarranz impulsaron este nuevo servicio para la capital.
«Estamos día y noche pendientes de la salud de los madrileños. Y de la de muchos extranjeros que se sorprenden notablemente cuando, tras atenderles, les decimos que no deben nada, que es gratuito. Lo de ángeles de la guarda lo llevamos muy a gala», explica Quiroga, enfermero de profesión, que recuerda perfectamente aquellos primeros meses en los que esta iniciativa echó a rodar: «Éramos muy pocos, cinco o seis, con tres ambulancias. Recuerdo con mucho cariño el apoyo que nos brindó la Policía Municipal. Su jefe de entonces nos dijo una frase aún tengo grabada: ‘Salid inmediatamente a la calle aunque sea en carretilla, que hacéis mucha falta’. En aquella época había muy buena voluntad y mucha ilusión, pero pocos medios».
Los recursos fueron llegando, al igual que el personal -actualmente lo forman 900 profesionales sanitarios-. En 1994 se convirtió en Samur-Protección Civil. Más de 1.100 personas se sumaron a este proyecto, pasando a ser el cuerpo de voluntarios más grande del país. Un gran cambio que no afectó a la esencia de este servicio, inmutable en todo este tiempo. «Seguimos solucionando los problemas de los ciudadanos, sean grandes o pequeños. De paradas cardíacas a un tobillo torcido… Este magnífico servicio ya forma parte del paisaje de Madrid«, desliza Quiroga.
400 INTERVENCIONES DIARIAS
Los datos están ahí. Samur-Protección Civil atiende una media de 400 intervenciones diarias, llegando a realizar en 2021 un total de 135.848 actuaciones, cifra muy similar a la de años previos a la pandemia.
«Hemos calculado que recuperamos unas 1.000 personas críticas al año: politraumatizados, infartos de miocardio, ictus… Eso es mucho decir», agrega Quiroga, para ensalzar una tasa de supervivencia del 91% a siete días de los pacientes críticos. «En 30 años… echa las cuentas, puede que 20 o 25.000 ciudadanos nos deban la vida. Estamos encantados de haber podido estar allí».
Para este enfermero, otro de los hitos que durante estas tres décadas han mejorado, y mucho, este servicio fue cuando en 2002 se adoptó el 112 como teléfono de emergencias.
El tiempo medio desde que Samur recibe el aviso hasta su llegada es de 7 minutos y 47 segundos, a datos de 2021, lapso que baja de los siete minutos en paradas cardíacas. Por ello, los madrileños valoran este servicio con un 9,14 sobre 10, nota que sube hasta el 9,69% en lo relativo al trato humano.
«UN ANTES Y UN DESPUÉS»
Esto se ha demostrado, a lo largo de su historia, tanto en los trágicos episodios del 11-M o el accidente de Spanair como en las misiones de ayuda internacional en las que han colaborado (Pakistán, Filipinas, Haití…).
Fue justo en Haití, tras los terremotos de 2010, cuando la doctora Carmen Camacho, actual subdirectora de Samur-Protección Civil, vivió «un antes y un después» en esta profesión. «Me marcó mucho. Los medios eran otros, apenas había infraestructuras de soporte… Reposicionas tus valores y te enfocas en lo que realmente es importante, algo que sucede mucho en este trabajo», afirma.
Llegó al Samur en 2001, con bastantes dudas, por si no era lo que buscaba. Pero tras su primera guardia de 17 horas en una ambulancia «salí encantada». «A partir de ese momento descubrí que eso era lo que quería hacer. Valoraba esa sensación de ‘no sé lo que va a pasar’ o adrenalina, y también el tener que ser expertos en muchas patologías, algo muy atrayente…Se toca muy de cerca la medicina», decía ayer Camacho, mientras inspeccionaba viejos modelos de ambulancias en la exposición de Cibeles para homenajear estos 30 años de Samur.
«Esto es como con tus hijos, los ves crecer día a día y no aprecias tanta diferencia. Pero hoy, cuando he vuelto a entrar y a ver el aparataje que utilizábamos entonces, te das cuenta de la evolución que ha habido«, cuenta Camacho, que pasó de ser médico de una Unidad de Soporte Vital Avanzado a jefa de guardia, para ocupar actualmente la subdirección. Aunque, eso sí, una cosa tiene clara: «Algún día volveré a hacer medicina de emergencias asistencial».