La Directora del grupo de investigación de Gestión de Riesgos y Emergencias en Patrimonio Cultural (GREPAC) de la UCM explica cómo se elabora un plan ante riesgos para las colecciones y bienes más protegidos de nuestro país.
El terremoto de Lorca, la erupción de La Palma o la nevada de Filomena. Todos ellos son fenómenos de origen natural que han creado una situación de riesgo, en primer lugar, para las personas, pero también para todo aquello que las rodea. En este sentido, los Bienes de Interés Cultural (BIC), aquellos protegidos por su importancia histórica y social, se han visto muchas veces, en el momento del desastre, en el ojo del huracán.
Pilar Montero es precisamente una de las personas que vela por la preservación del Patrimonio Cultural en los momentos más complicados. Es profesora de la asignatura de Gestión de Riesgos y Planes de Emergencias del Máster de Conservación del Patrimonio Cultural de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y además dirige uno de los únicos grupos en España dedicados, entre otras cosas, a la investigación sobre planes de emergencias ante desastres en Patrimonio Cultural.
Situaciones, además, que pueden verse incrementadas en las próximas décadas por el cambio climático, sobre todo en lo relacionado con un aumento de la intensidad y de la frecuencia de fenómenos meteorológicos.
Montero es, así, una de las especialistas que se dedican a plantear soluciones a eventos, muchas veces, imprevistos. Como asegura la experta, «lo difícil de un plan de emergencia es que tienes que tener mucha imaginación» para llegar a saber qué puede ocurrir en un futuro. Entre otros, Montero pone el ejemplo de Filomena: «De lo que sí que nos dimos cuenta en ese momento es que si llega a pasar algo, los bomberos, Protección Civil y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguramente no hubiesen podido llegar, porque estaban atendiendo a la gente, como es lógico».
Pregunta: Ocurre un desastre natural, como pudo ser la erupción de La Palma, o un terremoto, y vosotros tenéis que tener elaborado un plan de emergencia. ¿Cuál es el mayor reto?
Respuesta: Para mí, lo difícil de un plan de emergencia es que tienes que tener mucha imaginación. O sea, tienes que primero tener datos y saber qué cosas ya han sucedido en el entorno. Una vez que tienes datos y que sabes lo que ha pasado, es tener imaginación para lo que pueda pasar en el futuro, porque seguramente van a darse escenarios que nunca hemos previsto. Esa idea de «vale, se puede repetir lo que ya ha sido», pero lo que más coge por sorpresa, y esto es lo más tremendo, es que normalmente se suelen dar situaciones que no habían sido previstas.
Entonces, lo interesante cuando tú preparas un plan de emergencia de situaciones y de instituciones complejas es que prepares diferentes escenarios. Nosotros lo que tenemos claro es que la emergencia va a suceder en algún momento. El problema de esto es cómo gestionar la incertidumbre de esa emergencia, o sea, cómo enfrentarte a esta situación que puede generar un cierto caos.
P: En La Palma, por ejemplo, la Dirección General de Patrimonio Cultural ha impulsado un proyecto piloto para elaborar estrategias de prevención, protección y salvaguarda de los bienes del patrimonio cultural ante emergencias, riesgos y catástrofes naturales.
R: Sí, de hecho, cuando se produjo la erupción, desde el Ministerio de Cultura llamaron a los responsables de la Comunidad Autónoma para interesarse por el Patrimonio. Hay una ermita y una Iglesia una ermita y una iglesia declarados BIC cerca de la zona donde ocurrió la catástrofe, pero, afortunadamente la lava del volcán no llegó a ellas. Lo que sí es verdad es que Canarias tiene un sistema de información geográfica donde tiene geolocalizados los Bienes de Interés Cultural, que es algo que no tienen todas las comunidades autónomas. Y Canarias sí lo tenía y se podía ver bien [si el patrimonio estaba afectado]. Cuando se veía toda la monitorización y cómo iba evolucionando la lava, también estaba a disposición pública la geolocalización de los Bienes de Interés Cultural.
P: Ahora mismo, ¿qué planes de emergencia estáis elaborando?
R: El grupo de investigación está dentro de la Complutense, aunque hay investigadoras de otros centros, como una geóloga especialista en riesgos de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Nosotros como profesionales y como expertas, estamos trabajando para distintas instituciones. Por ejemplo, hay una persona que ha trabajado –que ya ha finalizado– para el Museo del Prado, yo estoy trabajando para el Museo Reina Sofía. Son instituciones de primer orden. La persona que ha trabajado para el Prado, también ha trabajado para instituciones del Ministerio de Asuntos Exteriores.
P: ¿Contempláis en estos planes de emergencia que estáis realizando situaciones como inundaciones o, por ejemplo, apagones?
R: Desde el punto de vista de riesgos de origen natural, tenemos los que pueden venir generados por procesos meteorológicos. Es decir, ahí puede haber desde DANA’s, inundaciones, tormentas o nevadas, por ejemplo, como Filomena. Nosotros estábamos preocupados porque ahí hubo muchos problemas con las cubiertas. Si ocurre que se hunde una cubierta pues imagínate lo que puede pasar. Imagínate, por ejemplo, los monumentos, a los que también les cayó mucha nieve encima. Tanto los procesos meteorológicos como los geológicos pueden ser el origen de algunos riesgos que tenemos contemplados, como volcanes y terremotos. Todo eso nos preocupa.
P: Un evento como el de Filomena, ¿lo teníais previsto?
R: El que haya un temporal todo el mundo lo tiene previsto, porque sabes que puede haber grandes lluvias y vientos. Ahora, una gran nevada como Filomena… Nosotros estábamos en alerta, como estaba todo el mundo. Unos días antes, la Agencia Nacional de Meteorología lo previó. Nosotros lo estábamos teniendo en cuenta y estábamos en alerta, pero yo creo que a todos nos cogió un poco por sorpresa, la situación de colapso que se generó, porque entre otras cosas no habíamos visto nunca una cosa así en el centro de Madrid. Pero de lo que sí nos dimos cuenta es que si llega a pasar algo dentro del museo, en ese momento, los bomberos y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no hubiesen podido llegar, porque estaban atendiendo a muchas personas.
En las instituciones se intenta siempre resolver los problemas con el personal interno, afortunadamente, en los tiempos en los que hemos trabajado, nunca ha habido grandes problemas. Aquí no se ha producido un incendio como se produjo en el Museo de Brasil, así que intentamos resolver los incidentes con los medios propios de las instituciones. Efectivamente, con Filomena pasó eso. No se llamó a nadie para que fuese a quitar la nieve de las cubiertas. Pero si en ese momento hubiese habido un incendio dentro de las grandes instituciones culturales que hay en Madrid, ¿qué habría ocurrido? Me imagino que dependería de la gravedad. Imagínate que hay un incendio en el Prado. En ese momento, algún retén se destinaría para el Prado. Pero es verdad que [con Filomena] estaban todos los cuerpos de seguridad, los bomberos y toda la protección civil intentando salvar a las personas.
P: El cambio climático puede incrementar este tipo de fenómenos. ¿Están incluidas estas predicciones en vuestros planes de emergencia?
R: Nosotros tenemos que hacer análisis de riesgos. Entonces, lo que analizas no es el cambio climático, sino lo que genera. ¿Qué puede generar el cambio climático? Pues unas sequías tremendas, por ejemplo, o de repente unas inundaciones importantes. Todo lo que tenga que ver con estos procesos que generan riesgo nos importan, y muchos de ellos, si exceptuamos todos los que tienen que ver con las guerras o el terrorismo, tienen que ver con el cambio climático.
P: Por ejemplo, la subida de temperaturas, ¿de qué manera puede afectar al Patrimonio Cultural?
R: Pues en la medida en que los materiales están acostumbrados a soportar unas determinadas temperaturas, si esa subida es súbita… Estoy pensando en patrimonio, por ejemplo, construido: en edificios o esculturas. Estos cambios provocan la aceleración de los procesos de degradación de los materiales. También, otra cosa que es muy significativa es que en los museos del primer mundo, se intenta mantener unas condiciones adecuadas de temperatura y humedad. En la medida en que hace más calor o más frío, la climatización tiene que funcionar de una forma más potente, tanto en verano como en invierno.
¿Qué provoca esto? Pues provoca que las instituciones que custodian Patrimonio Cultural sean mucho más contaminantes y menos sostenibles. O sea que el gasto y los residuos que generas, también hacen que tu institución no sea sostenible. Para nosotros, también la idea de la sostenibilidad es muy importante. Se debe tender a una custodia sostenible del Patrimonio.
P: ¿Cuándo nace en España la necesidad de crear planes de emergencia ante desastres en lo relacionado con el Patrimonio Cultural?
R: El tema de las emergencias en Patrimonio Cultural, en tiempos de paz, es algo que empieza a generalizarse a nivel mundial aproximadamente a finales del siglo pasado, con la publicación del libro Creación de un plan de emergencia. Guía para museos y otras instituciones culturales, del Instituto Getty de Los Ángeles, que se convirtió casi en una Biblia en el año 1999. Se tradujo al castellano en el 2004. A partir de ahí se creó mucha conciencia de todo el tema de las emergencias. […] En España, el gran hito que marca el antes y el después es el terremoto de Lorca. El 11 de mayo del 2011 es el antes y el después. Cambió todo, cambió absolutamente todo. Fueron afectados muchísimos bienes, edificios y entre ellos 74 Bienes de Interés Cultural.
Fue el antes y el después, porque hubo que hacer un plan director para la recuperación del Patrimonio Cultural y marcó un cambio en la política del Ministerio hasta el punto que se creó en el año 2015 el Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en Patrimonio Cultural en el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE). Ese Plan sí que insta a que las instituciones tienen que ser conscientes de los riesgos y de las emergencias y de que tienen que elaborar planes. En él están representadas tanto la administración de las comunidades autónomas como la Administración General del Estado, entre las que se encuentra Protección Civil o el Ministerio de Defensa.
Las instituciones culturales hacen sus planes y hacen sus previsiones y proponen su operativa de respuesta, pero en el momento en que suceda algo, algo importante, los que van a tener actuar son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil, los bomberos, etc. Por este motivo, se creó en 2018 una mesa técnica en el Ministerio de Cultura, para coordinar precisamente a instituciones y actuantes en caso de emergencia.
P: Uno de los lugares en los que se está viviendo un auténtico desastre es en Ucrania. La guerra lo está arrasando todo a su paso. Sin dejar de lado el inasumible drama humano, ¿se está llevando a cabo algún plan de emergencia para el Patrimonio Cultural en estos momentos?
R: Nos enfrentamos a una situación muy preocupante, de la que no sabremos el alcance del impacto hasta que la guerra no termine. Ahora mismo las noticias que tenemos son fragmentadas, pero afortunadamente organismos internacionales como la UNESCO, ICCROM, Blue Shield International, el Consejo Internacional de Museos (ICOM), el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y ALIPH están movilizando sus recursos para identificar las necesidades más urgentes y están analizando las imágenes por satélite de los sitios prioritarios para evaluar los daños.
Ucrania cuenta con siete elementos que forman parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, tres de ellos compartidos con otros países. En el casco histórico de Lviv que forma parte de la lista desde 1998, sus 18 museos junto con los de Kiev, activaron, el mismo día que se declaraba la guerra, sus planes de emergencia para la protección y evacuación de las obras con el objetivo de evitar la destrucción, el saqueo y la sustracción en caso de que se produzca la transición entre un poder y otro.
Asimismo, han recordado en diferentes declaraciones la extrema fragilidad del Patrimonio Cultural durante los conflictos armados y a los países en conflicto los compromisos asumidos: la Convención de La Haya de 1954 y sus dos protocolos, la Convención sobre Patrimonio Mundial de 1972 y la Convención de 2003 para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.