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Radiación electromagnética: la amenaza fantasma

Ingeniero Superior de Telecomunicación. Diplomado en Dirección de las Tecnologías y los Sistemas de Información. Certified Information Systems Auditor (CISA). Master Ejecutivo en Dirección de Seguridad Global (MEDSEG). Master Ejecutivo en Dirección de Sistemas de Emergencia (MEDSEM). Certified Information Systems Security Professional (CISSP). Director Técnico de próXXIma.

octubre 31, 2003 - 4078 visitas

He leído esta semana varios artículos de prensa que hablaban sobre los efectos perjudiciales del uso de teléfonos móviles y creo que hay mucha confusión al respecto, y, sobre todo, demasiada opinión sin fundamento.

Las ondas electromagnéticas inundan nuestra vida. Todos los electrodomésticos, vehículos, equipos electrónicos -desde despertadores hasta ordenadores pasando por equipos de música, vídeos, dvd, consolas…- que llevan algún tipo de corriente eléctrica producen ondas electromagnéticas. También recibimos ondas procedentes de otras fuentes como el sol, la atmósfera o la propia tierra. Y todos, absolutamente todos los materiales poseen un cierto grado de absorción de radiación, aunque según la naturaleza de la radiación la absorción, y con ella el posible daño, es diferente.

Hace pocos años, se desplegó a través del Campo de Gibraltar una infraestructura eléctrica para exportar energía a Marruecos, cables aéreos de alta tensión, hablando en plata. Hubo protestas por parte de los habitantes de poblaciones cercanas, y, entre otros argumentos, abanderaban la influencia de la radiación en la salud como freno a este despliegue. Analizando exclusivamente este punto, y obviando otros importantes temas como por ejemplo el impacto medioambiental, tuve ocasión de intercambiar opiniones con un profesor titular del Departamento de Electrónica y Electromagnetismo de la Universidad de Sevilla. Este profesor había realizado un pequeño informe que aseguraba que, una persona que viviera a más de 100 metros del cable de alta tensión, recibía menos radiación de éste que del despertador de la mesilla de noche. Sorprendente, ciertamente.

Otras polémicas se han suscitado, como el caso de los niños de un colegio vallisoletano con síntomas cancerígenos apenas un año después de la instalación de una estación base de telefonía móvil en las inmediaciones del colegio. Mi antigua empresa trabajó en las mediciones de la radiación de las antenas de servicios móviles en España -yo mismo realicé varios informes- y nada extraño apareció en los resultados. Es cierto que es un caso realmente dramático, pero no se puede juzgar a la ligera y sin conocimientos profundos. Y aunque todos se quejan de la instalación de antenas de servicios móviles en sus azoteas -muchos no saben que esas antenas radian en «modo paraguas», con lo que los que viven en el edificio se ven poco afectados- y no se dan cuenta de que cuando usan un terminal móvil se ponen la antena junto al propio cerebro. Personalmente, he visto como un globo relleno de líquidos con comportamiento similares a los del cerebro prácticamente no se inmuta ante la presencia de una antena de telefonía móvil a una distancia de unas decenas de metros -de la calle a la azotea aproximadamente-, pero se vuelve un hervidero al acercarle un teléfono móvil comercial a menos de un palmo. Aún hay mucho por estudiar.

Muchos arremeten contra lo primero que pillan. Un ex-compañero, trabajando en Sevilla recibió una enérgica queja de un vecino sobre la instalación de una antena en su azotea. Afirmaba que su madre estaba sufriendo jaquecas, artrosis y demás. Le exigió responsabilidades y que aportara una solución. Este compañero -que no se corta un pelo- contestó despreocupadamente: «Pues, vaya usted preparando una caja porque el día que la encendamos…». A veces, se oyen campanas…

Una famosa marca de pantalones ha diseñado un bolsillo que impide la radiación hacia la piel, gracias a una tela en forma de rejilla metálica en su forro interior. Esto puede ser una solución parcial para mejorar la protección para las personas, pero implica usar el teléfono desde el bolsillo, con un “pinganillo” como suele llamarse y como este sistema está prohibido para conducir –aunque es muy útil para otras actividades-, el público lo compra mucho menos.

De cualquier forma, me parece cuanto menos aventurado juzgar los efectos dañinos para la salud de los terminales móviles (aún hay mucho por investigar), sin embargo nadie mira las características de radiación del mismo, sino su diseño, tamaño, funcionalidades –aunque la gran mayoría lo empleamos sólo para hablar-, etc. Todos queremos disfrutar de todos los servicios, sin sufrir los inconvenientes. Por supuesto, no hay que ser conformistas pero al menos sí coherentes.

Para atajar problemas, lo más importante es detectar la fuente de la que provienen. Las radiaciones que nos afectan vienen de los teléfonos móviles y de los microondas y del sol y de las líneas eléctricas y del televisor y de la radio y del horno y de los ordenadores y de muchos otros aparatos. Las jaquecas y malestares pueden venir de otros factores como el ruido, el humo, el estrés, el tráfico y otros muchos, cuya influencia corresponde a otros profesionales analizar.

Fuentebelt.es
Fecha de publicaciónmayo 03, 2020

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