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República Centroafricana: una tragedia en tres actos

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Resumen:

Esta es una historia en tres instantes, un intento de explicar un relato en tres disparos de cámara. En este caso, el retratado no es un personaje, sino un país, aunque sea uno desenfocado y precario. El protagonista es República Centroafricana, un territorio tan desconocido para el gran público que ni siquiera puede presumir de una de las pocas listas que encabeza.

Palabras clave:

República Centroafricana, rebelión, Bangui, Rusia.

Introducción

Esta es una historia en tres instantes, un intento de explicar un relato en tres disparos de cámara. En este caso, el retratado no es un personaje, sino un país, aunque sea uno desenfocado y precario. El protagonista es República Centroafricana, un territorio tan desconocido para el gran público que ni siquiera puede presumir de una de las pocas listas que encabeza. Según Forbes Internacional, es «el país más triste del mundo» por delante de Burundi, Tanzania y Siria1.

República Centroafricana no solo se encuentra en el centro del continente africano (cuyo kilómetro cero cae geográficamente en la localidad de Zemio, que hace frontera con República Democrática del Congo), sino en una interesante rotonda en la que dan vueltas algunas de las cuestiones más decisivas para toda la región. Tanto es así que decenas de países, incluyendo a España, trabajan en este frágil Estado para asegurar que no acaba desapareciendo en el caos. De momento, y en un proceso degenerativo de unos nueve años hasta hoy, este país ha ido pudriéndose y destruyendo sus escasos cimientos con enfermedades como el enfrentamiento por los recursos, el conflicto religioso, la acción depredadora de milicias extranjeras o la limpieza étnica.

Pero ¿cómo acaba un país como este convirtiéndose en un incierto terremoto en el centro del continente? Viajemos en el tiempo hasta el año 2012. Las calles de la capital, Bangui, muestran las huellas del Imperio francés, del que República Centroafricana formaba parte, y su posterior decadencia. Las mansiones de la avenida de la Independencia, construidas hace décadas para los funcionarios galos, conocieron tiempos mejores. En líneas generales, la ciudad es segura, al menos en el centro, y como su tamaño no es exagerado, uno puede cruzarla desde el aeropuerto internacional de Mpoko hasta el Grand Café o la orilla del río Ubangui sin problemas. Estamos en época de lluvias y cada tarde descarga una tormenta al atardecer para mojar las calles polvorientas. El corazón de la ciudad, ese gran mercado llamado PK5, bulle de mercaderes
musulmanes y de tiendas bien surtidas donde compran clientes cristianos sin hacer distinciones.

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