En este artículo desarrollaremos la perspectiva de Aprosec respecto a la importancia que tiene adoptar una nueva cultura de Seguridad Preventiva Integral para poder acceder a la “nueva normalidad” en pandemia y en post-pandemia no sin antes advertir que Aprosec estudia y analiza la problemática de la inseguridad ciudadana teniendo en cuenta las particularidades de la idiosincrasia de nuestro pueblo.
Antes que nada debemos resaltar que: No es posible vivir en una “nueva normalidad” en pandemia si es que no se adopta una nueva cultura de Seguridad Preventiva.
La pandemia ha alterado el orden social en el mundo entero y la realidad no volverá a ser igual a lo que era antes de la pandemia. No se sabe exactamente la magnitud del impacto socio cultural de la pandemia ni hasta dónde ni cuánto va a cambiar el mundo. La única certeza posible es la “nueva normalidad” que nos permite seguir más o menos con un orden social estable siguiendo protocolos de seguridad establecidos evitando los contagios y la propagación del virus que causa la pandemia.
Como uno de los países con más pobreza en la región, el Perú es uno de los países más golpeados por la pandemia en el mundo, con una mayor cantidad de víctimas mortales por millón de habitantes. Al mismo tiempo gran parte de la “nueva clase media peruana” producto del “milagro económico peruano” ha caído nuevamente en la pobreza por la crisis económica y el desempleo. En consecuencia la violencia y la inseguridad se incrementan, por lo que la prevención de la criminalidad y del delito ya sea de parte de las autoridades o de parte de los mismos ciudadanos, dependen hoy más que nunca de la Seguridad Preventiva Integral.
En el contexto de pandemia o post-pandemia encontramos crisis social y económica, desempleo, aumento de la violencia y la criminalidad, una deficiente salud física y mental de la población, inestabilidad política, entre otros problemas que ponen en riesgo el orden social y la gobernabilidad de los países. Es por eso que en el contexto post pandemia la gobernabilidad sólo será posible a través de una nueva cultura de la Seguridad Preventiva Integral.
A pesar de los procesos de vacunación masiva que han alcanzado a millones de personas todavía nos encontramos en plena incertidumbre porque la ciencia médica no sabe con certeza en qué momento de la pandemia nos encontramos. Debemos recordar la experiencia de la Gripe Española, la pandemia que azotó el mundo hace 100 años, cuando la segunda y la tercera ola fueron más letales porque la población descuidó los protocolos de seguridad al final de la primera ola.
Otro factor en juego es la resiliencia y las consecuencias de diferente impacto que en la sociedad dejan la pérdida de los seres queridos, el quiebre y bancarrota de empresas, negocios y ahorros, con el respectivo golpe moral y el deterioro en la salud mental que esto significa. Acá es necesario indicar que debemos cambiar nuestras normas de vida, afrontar la realidad con una actitud diferente que es la prevención integral.
Con la pandemia el mundo cambió y nada volverá a ser igual que antes. La nueva cultura de Seguridad Preventiva Integral implica adoptar:
a) Una nueva rutina: Un nuevo orden y una nueva disciplina alrededor de la cual organizamos nuestros días y nuestras vidas.
b) Nuevos hábitos, nuevas prácticas, nuevas costumbres, nuevas tradiciones. Por ejemplo, nuevos hábitos de consumo, abandonar ciertas costumbres, dar prioridad a unas cosas sobre otras como prestarle más atención al cuidado de la salud o a la seguridad personal que a la diversión o al esparcimiento.
c) Nueva economía, nuevos negocios, nuevas formas de trabajar, de estudiar etc.
Resulta imperioso que cada uno personalmente y, la sociedad en su conjunto, adopten una nueva cultura de Seguridad Preventiva Integral porque nunca hemos sido capaces de convivir en una cultura preventiva del delito. El ciudadano no siente que pueda ser partícipe de una cultura preventiva del delito y percibe que es una responsabilidad que corresponde exclusivamente de las autoridades. Este concepto de la seguridad debe cambiar por otro en donde el ciudadano es protagonista de la seguridad preventiva adoptando nuevas costumbres, nuevos hábitos, nuevas rutinas que prevengan la vulnerabilidad y la victimización del ciudadano ante el delito.
Asimismo, en nuestro país la gente sólo cumple las normas para evitar la sanción pero no por conciencia, por modo propio o por su propia seguridad. Esta mentalidad debe cambiar. El ciudadano debe tomar conciencia de que su seguridad depende exclusivamente de sí mismo y no de alguien que lo esté vigilando o controlando.
En conclusión, la nueva normalidad de la sociedad depende totalmente de la nueva cultura de la prevención. No seguir una cultura de Seguridad Preventiva Integral hoy nos puede costar la vida, por la pandemia o por la delincuencia.
Finalmente, como reflexión, observamos que a pesar de todo el impacto negativo que la pandemia produce en la humanidad, ésta no ha cambiado en su proceder en cuanto al egoísmo y avaricia de intereses particulares que en medio de la pandemia continúan corrompiendo países, empresas, y gobiernos. Creemos en el progreso moral de la humanidad, el cual tiene que ir por delante de todo avance en la economía o en la ciencia.