Uno se pregunta, al ver las estadísticas de bajas, por qué no funcionarán los gobernantes con la misma prontitud y eficacia que los militares. Circula un vídeo en el que un general, a pesar de la mascarilla, explica claramente el funcionamiento de las Unidades Militares; una perfecta organización en la que un Estado Mayor planea y dirige las operaciones en curso, mientras otro va programando las operaciones futuras. Todo un engranaje funcionando con eficacia, en silencio y sin alardes, donde cada elemento sabe lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, sacando el máximo rendimiento de sus escasos medios, y a pesar de lo imprevisto y desconocido de un enemigo que dio la cara cuando ya estaba dentro.
Los informativos nos cuentan hoy, con más euforia y optimismo que realidad, lo que las autoridades están planeando hacer y las medidas que se estudia tomar para proporcionar medios de lucha. Planear y organizar ahora, cuando ya llevamos un mes confinados por la alarma, las bajas se acercan dramáticamente a ciento cincuenta mil y los muertos oficiales son cerca de 15.000.
Qué gran diferencia entre unos militares y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, preparados para la lucha contra el mal y cualquier amenaza que atente contra nuestra sociedad, y unos políticos más preocupados por controlar a los medios de comunicación y manejar a los ciudadanos que a defenderlos.
Qué triste y abismal diferencia entre esos soldados de campaña, que en su código de valores tienen muy clara su misión de «servir al pueblo español» y esos especialistas en campañas, que improvisan mientras son incapaces de privarse de sus dietas
Qué hermoso el himno de la UME cuando anima a estar siempre alerta en la tragedia, a que el daño no sea mayor, y a luchar con lo desconocido, protegiendo al débil del mal, servir con disciplina, valor y humildad, proclamando que guardar siempre la vida es su ideal.
Pero a pesar de sentirnos dirigidos por tan malos gestores, a pesar de no renunciar a nuestro legítimo derecho de sentirnos bien mandados, seguiremos emocionándonos cada día con unos sanitarios que luchan y mueren con más valor que medios, aplaudiremos diariamente a unos profesionales valientes que se están vaciando con su trabajo en todos y cada uno de los servicios esenciales, y nos sentiremos siempre orgullosos de este gran pueblo que lucha y se sacrifica en defensa de su dignidad. ¡Dios qué buenos vasallos si…!