A finales de abril del presente 2020, el Departamento de Defensa de los EE.UU. anunció que el prestigioso astillero italiano Fincantieri había resultado el elegido con su modelo FREMM modificado para dotar al programa FFG(X) que equipará próximamente a la US Navy con una moderna clase de fragatas de nueva generación. Con esta decisión la propuesta de la fragata basada en la F-100 diseñada por Navantia aparecía ante los medios nacionales como la gran perdedora, achacándose exclusivamente este resultado al gobierno de España en base a la retirada de la fragata Méndez Núñez (F-104) del grupo de escolta del portaaviones estadounidense Abraham Lincoln (CVN-72). Sin embargo achacar este tropiezo de Navantia unicamente a motivaciones políticas nos parecía un argumento demasiado simple y facilón, por lo que los editores de Foro Naval lo estuvimos debatiendo y buscamos todas las posibilidades que han podido concurrir para dar este resultado, resumiéndolos en los siguientes puntos.
BREVE HISTORIA DE LOS PROGRAMAS F-100 EN LA ARMADA Y FFG(X) EN LA US NAVY
Todo tiene un principio, y es necesario mirar atrás para tomar perspectiva de lo que ha pasado.
Por una parte hay que explicar que las fragatas F-100 fueron la solución española para sacar una fragata moderna con la que dotar a la Armada Española tras el fracaso del programa multinacional NFR-90, que pretendía equipar con un modelo único y común de buque a varios países de la OTAN durante la Guerra Fría, pero que acabó fracasando porque cada país quería unas especificaciones y unos requisitos distintos de los demás. Precisamente del malogrado programa NFR-90 nacieron la clase Álvaro de Bazán en España y la clase Arleigh Burke estadounidense, este último equipado con el potente sistema de combate AEGIS, que sirvió de fuente de inspiración para la creación de las actuales F-100, que en cierto modo se consideran una especie de mini-Burke por ir dotadas también del sistema de combate AEGIS, lo que a priorí parecía ser una evidente ventaja de cara al programa FFG(X) de la US Navy, máxime cuando el astillero que diseñó y construyó la clase F-100 vendió su producto con bastante éxito en Noruega (clase Fridjof Nansen) y en Australia (clase Hobart)
Por otra parte tenemos el programa FFG(X) que surgió a raíz de los problemas que estaba sufriendo la US Navy con el ambicioso programa Litoral Combat Ship (LCS) y que está resultando ser un verdadero quebradero de cabeza operacional y logístico por tratarse de dos clases distintas (Freedom e Independence) para hacer una misma función que no deja de ser la que en la actualidad realizan las clásicas corbetas y fragatas en el resto de países de manera más económica. Es por ello que la US Navy solicitó un programa en el que concurrieran varios proyectos con soluciones modernas pero probadas y de bajo riesgo tecnológico de cara a sustituir a las fragatas FFG-7 Oliver Hazard Perry (ya dadas de baja) y complementar a los buques LCS, lo que dió lugar al programa FFG(X).
LOS INGREDIENTES PARA QUE HAYA GANADO FINCANTIERI
Cuando se convocó el programa FFG(X) concurrieron seis astilleros de reconocido prestigio, tres estadounidenses y tres europeos con socios americanos. Como ya explicamos antes, la US Navy buscaba un modelo de fragata que ya estuviera en servicio, con la idea de reducir el riesgo tecnológico y los costes.
Presentaron diseños los astilleros Austal USA y Lookeed Martin con una evolución del cuestionable modelo LCS, Huntington Ingalls partiendo de un cutter o patrullero en servicio en el Coast Guard estadounidense, Atlas North America con una evolución de la fragata modular MEKO 200 alemana, Fincantieri con su moderna fragata FREMM en servicio en Italia y Francia, y finalmente General Dynamics, que aliada con Navantia presentaba una evolución basada en la probada fragata F-100 en servicio en España y Australia.
Poco a poco se fueron descartando por diversas razones a casi todos los astilleros concurrentes al concurso FFG(X), hasta que al final todo parecía que iba a decidirse entre el modelo presentado por Fincantieri y el modelo presentado por Navantia. Justo aquí hay que explicar que el astillero italiano Fincantieri compró en el año 2009 el astillero Marinette Marine en el estado de Wisconsin con la idea de invertir y posicionarse en los EE.UU. con previsión de futuro de cara a posibles contratos como el que acaba de lograr. A esta maniobra empresarial hay que sumar el factor electoral clave que el estado de Wisconsin va a representar de cara a la futura reelección del presidente Donald Trump, lo que unido a los retrasos en las entregas de los buques encargados, a la tensión sindical y a los problemas laborales que están arrastrando en estos momentos el astillero Bath Iron Works, propiedad de la corporación General Dynamics, hizo que poco a poco el peso se fuera decantando hacia la oferta italiana. Y es que debemos tener en cuenta que al igual que ocurre cuando hay elecciones en Galicia o en Andalucía, la construcción naval y la generación de empleos en el sector naval de Wisconsin tienen un enorme peso electoral, y Trump lo sabe.
A todo esto hay que añadir que en octubre del año pasado, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) del Congreso de los EE.UU. emitió un importante informe en el que señalaba una serie de factores negativos y puntos negros sobre el modelo F-100 de Navantia que apenas tuvo repercusión en España, y en el que se pedía una mayor concreción del diseño y garantías de fabricación más fuertes, al tiempo que dudaba de la elección de un diseño parental, es decir, que el programa FFG(X) se basara unicamente en repetir o adaptar un modelo de buque ya existente y probado, pero antiguo, que para más inri, era un diseño totalmente extranjero (recordemos el famoso eslogán y la nueva normativa “Buy America” de Donald Trump) por lo que se consideraba que si bien se agilizaría el proyecto, no se contaría con la totalidad de la propiedad intelectual de cara a las modificaciones posteriores, a las futuras modernizaciones y la venta a terceros países.
De nuevo hay que sumar también aquí que el congreso estadounidense se cuestionaba en este punto el reparto de tareas, prefiriendo la oferta de Fincantieri a la oferta basada en el diseño español precisamente por tener el grupo italiano una gran estructura basada en los EE.UU. consistente en una oficina de diseño que ha adaptado el modelo FREMM hasta hacer un buque prácticamente nuevo, y el disponer físicamente del propio astillero encargado de construir los buques en el propio país sin necesidad de contar con intermediarios, lo que le proporciona mayor control a los intereses del gobierno estadounidense.
Por otra parte hay que señalar que varias fuentes han hablado también de la aparente ventaja económica que la propuesta de Fincantieri ha presentado para el concurso FFG(X) en el sentido de proponer una mejor oferta con su variante FREMM que su rival General Dynamics, que concurría con el diseño F-100 de Navantia. Este factor hay que tenerlo también muy en cuenta, en especial si analizamos la proxima crisis económica que podría estar a punto de llegar a causa de la pandemia de coronavirus que estamos padeciendo en la actualidad a nivel global.
LOS ERRORES QUE NAVANTIA NO HA SABIDO GESTIONAR
Antes que en el programa FFG(X) estadounidense, Navantía había participado en dos programas para dotar de fragatas a Australia (programa SEA 5000) y al Canadá (programa CSC) en los que, a priori, partía como favorita en base al éxito que había cosechado con la F-100 en Australia, lo que hacía augurar un éxito reeditado de la clase Hobart.
Este era el aspecto que presentaba la oferta de Navantia para el programa SEA 5000 de la Royal Australian Navy. Su parecido con la clase Hobart es innegable.
Desgraciadamente no se supo valorar la presión política que el Reino Unido sometió a sus dos antiguas colonias y miembros de la Commonwealth para que adquirieran el modelo de fragata basado en la Type 26 de BAE Systems, con el agravante de que el astillero británico que diseña y construye esa fragata lleva también el mantenimiento en Australia de los buques LHD Canberra y Adelaide, que sufrieron una serie de averías en sus sistemas de propulsión que en los medios australianos se achacaron al constructor Navantia, cuando resultaba que el astillero español ni había construido la propulsión (que fue fabricada por la empresa alemana Siemens) ni llevaba el mantenimiento.
De hecho una investigación de la Royal Australian Navy descubrió que había virutas metálicas en los circuitos de la propulsión causadas por no usarse los lubricantes recomendados por el fabricante, lo cual pudo provocar esos daños. Sin embargo las dudas por la mala publicidad no se diluyeron y aún hoy en día se sigue esgrimiendo este hecho contra Navantia en muchos foros, ya que la empresa española no hizo ningún esfuerzo aparente para aclarar de manera definitiva esa mala publicidad contra ella, que muy bien pudo influir también en la toma de decisión por la Type 26 en vez del derivado de la F-100.
El naufragio de la fragata noruega Helge Ingstad por negligencia de su dotación pudo influir muy negativamente en los diferentes concursos internacionales en lo que concurría Navantia, como el CSC canadiense o el FFG(X) estadounidense. Navantia no supo neutralizar esta mala imagen
Llegados a este punto, debemos recordar que la fragata noruega Helge Ingstad (F-313) construida por Navantia naufragó en noviembre de 2018 cuando por una negligencia de su dotación se acabó empotrando contra el petrolero Sola TS, provocando una brutal vía de agua a lo largo de varias secciones de su casco que acabó por hundir al buque. Nada más hundirse la fragata noruega, la Comisión de Investigación del Accidente afirmó sin aportar ninguna prueba que el buque de Navantia tenía una estanqueidad deficiente. Al parecer se lanzó esta tremenda acusación para tratar de ocultar la cadena de errores humanos que se produjeron a bordo de la Helge Ingstad, y tratar de pedir, presuntamente, una compensación a Navantia para que cargara con la culpa y con todos los gastos.
Afortunadamente para Navantia, la investigación llevada a cabo por la Marina Real Noruega demostró que la culpa de la pérdida de la la fragata fue solamente achacable a la dotación del buque, que actuó negligentemente. Sin embargo la mala publicidad que le creó la Comisión Noruega de Accidentes a Navantia corrió como la pólvora, por lo que muy bien pudo afectar negativamente a la toma de decisión sobre el modelo de fragata a adoptar en el programa CSC canadiense y en el FFG(X) estadounidense.
Este era el aspecto de la fragata propuesta por Navantia para el programa CSC de la Marina Real Canadiense, que estaba muy inspirado en el derivado del SEA 5000 presentado por Navantia a la Marina Real Australiana, que a su vez partía del diseño de la F-100
Con esto queremos señalar que Navantia ha pecado de ingenuidad y de dejadez por no tener un departamento de prensa eficaz que hubiera realizado comunicados en los medios donde explicar y neutralizar esta clase de situaciones que tan negativamente han podido influir en contra de su imagen pública y que incluso han podido llegar a desprestigiarla injústamente.
Es más, ni siquiera se ha sabido vender ante la prensa internacional especializada en temas navales y militares los logros alcanzados por Navantia con sus buques, como por ejemplo las modernas corbetas que se están construyendo para modernizar la marina de Arabia Saudí, o el éxito operativo que sus buques del tipo LHD han tenido asistiendo y auxiliando a la población australiana durante los grandes incendios que ha sufrido la nación de las antípodas, y que hubiera supuesto un buen
empujón publicitario ante otros países interesados en conseguir este tipo de buques, como Turquía o la india. Y ya de aclarar que se han solventado exitosamente los principales problemas en el programa del submarino S-80 mejor ni hablar. ¡Si aún hoy en día, en la propia España, todo el mundo afirma sin saber que los submarinos S-80+ se hunden y que no caben en los muelles de la base de Cartagena!
Por otro lado, debemos considerar que el diseño de la F-100 ya arrastra casi treinta años de edad. Aunque es cierto que sigue siendo una fragata moderna y válida, no es menos cierto que ya están saliendo diseños y modelos más modernos y actuales, como la propia FREMM. Recordemos que cuando el Gobierno de Mariano Rajoy quiso encargar una sexta fragata F-100 fue la propia Armada Española la que declinó esta opción, argumentando ya en aquel entonces que era preferible empezar a invertir para que la nueva fragata F-110 de siguiente generación se empezara a gestar lo más pronto posible, con la idea de que la Flota y la industria naval estuvieran al día y fueran competitivas.
Y es que pensemos que el programa FFG(X) busca un buque con grandes capacidades antisubmarinas, juntos lo que vendría a ser la nueva clase Bonifaz de fragatas F-110 con la que la Armada quiere dotarse para sustituir a las FFG-7 de la clase Santa María, puesto que el aspecto antiaéreo ya está suficientemente cubierto en la US Navy con los Arleigh Burke y en la Armada Española con las F-100 o clase Álvaro de Bazán. Así pues es posible que si Navantia hubiera ofrecido el diseño avanzado
de la F-110 (con su nueva propulsión más silenciosa y orientada a la guerra antisubmarina) en vez de la F-100 (que está especializada en la guerra antiaerea y antimisiles), junto a que ya estuviera en servicio la primera fragata de la clase Bonifaz, el resultado de la elección del ganador en el programa FFG(X) podría haber sido bastante diferente, toda vez que la F-110 si que supone un potente y moderno rival en la competencia con la clase FREMM
LA RECIPROCIDAD INDUSTRIAL Y COMERCIAL COMO EMPUJE ADICIONAL
Los italianos han sido un pueblo emigrante que ha nutrido de población y de industria a los EE.UU. A lo largo del pasado siglo XX, por lo que cada vez han ido ganando mayor peso social, económico, empresarial y político, forjando un poderoso e influyente lobby que pobablemente haya tenido un peso específico muy grande en el Congreso estadounidense a la hora de que se hayan decantado por la propuesta de Fincantieri frente a la competencia, y que ha sido otro factor más a sumar en la serie de ingredientes que nos ha llevado a esta situación.
Buena prueba de la influencia de este Lobby podría manifestarse en el programa del avión JSF que ha dado lugar al modernísimo caza multinacional F-35 que ha revolucionado el mundo de la aviación militar. Y es que Italia es el único país europeo donde los EE.UU. han permitido que se instale una fábrica de este avión, que es muy sensible para los americanos por el miedo de que la información técnica de este caza de V generación puedan caer en manos de sus potenciales enemigos. Sobre este punto solo tenemos que recordar cómo los EE.UU. han expulsado a Turquía del programa de adquisión del F-35 tras su acercamiento con Rusia y la adquisición de misiles de defensa antiáéreos S-400 rusos. Esto no hace sino demostrar la gran confianza que los Estados Unidos tienen en Italia como socio y aliado, lo que sin duda ha debido influir también en la toma de decisión en el programa FFG(X)
Tampoco debemos olvidarnos de que la US Navy dispone de una gran base en Nápoles, similar a la base de Rota en España, y que además la Marina estadounidense también realiza el mantenimiento de los buques de su VI Flota en los astilleros italianos desde hace muchos años, lo que de alguna manera proporciona también un conocimiento previo mutuo que igualmente ha debido pesar en la toma de decisiones. Recordemos que este tipo de logro no se ha conseguido hasta fecha muy reciente en España, cuando Navantia negoció el mantenimiento de los cuatro destructores de la clase Arleigh Burke estacionados en la base de Rota que se encuentran encuadrados en el famoso “Escudo Antimisiles” estadounidense.
LA CUESTIÓN GEOPOLÍTICA EN ESPAÑA
La noticia de que el consorcio de Navantia con General Dynamics perdió el contrato para la construcción de las fragatas FFG(X) se ha tomado muy mal en la opinión pública, apareciendo rápidamente en los medios españoles una única razón para justificar que el diseño de la F-100 no haya sido la elegida, motivando el razonamiento en que el gobierno de Pedro Sánchez retiró a la fragata Méndez Núñez (F-104) del grupo de escolta del portaaviones estadounidense USS Abraham Lincoln (CVN-72) cuando se cambió la misión inicialmente prevista de realizar una circunnavegación para posicionarse frente a las costas de Irán durante la penúltima crisis entre Washington y Teherán.
El que esto escribe admite que en un principio creyó que este punto pudo resultar un argumento a tener en cuenta sobre la decisión estadounidense a la hora de elegir el ganador del concurso FFG(X) en base a la posible decepción o malestar que podría haber causado en el Gobierno de los EE.UU. la decisión de retirar la fragata española del grupo de combate estadounidense, tal y como la mayoría de medios nacionales dieron a
entender en sus publicaciones. No obstante, y sin despreciar este factor, no parece que haya sido un punto tan esencial, tal y como se ha podido leer en los propios medios estadounidenses que han anunciado la decisión del ganador del programa FFG(X) y han argumentado las posibles motivaciones para que finalmente Fincantieri fuera elegida frente a Navantia, sobre todo teniendo en cuenta que la Marina Militar Italiana no ha llegado a integrar ninguna fragata FREMM en ningún grupo de portaaviones de la US Navy como el operativo dispuesto por la Armada Española, lo que no deja de llamar la atención sobre este punto en concreto.
SOBRE EL FUTURO DE NAVANTIA
Es cierto que el astillero español ha perdido en muy poco tiempo tres importantes programas de fragatas en Australia, Canadá y Estados Unidos, si bien la guinda del pastel eran los programas SEA 5000 y CSC, ya que se construirían en cierta proporción en los astilleros de la empresa, lo que habría generado unos buenos beneficios y asegurado los puestos de trabajos a medio plazo. No obstante, aunque el programa FFG(X) ha supuesto un golpe moral importante, hay que considerar que esas fragatas no se iban a construir en España, por lo que el retorno económico apenas hubiera sido perceptible, si bien lo interesante del asunto era que Navantia podría haber ofrecido al mercado internacional nada menos que el diseño elegido por la US Navy, que siempre es un referente global.
Navantia ha tenido algunos éxitos muy grandes en la construcción naval internacional que le han permitido ser un referente en la construcción naval militar actual, como la venta a Tailandia del portaaviones Chakri Naruebet, la venta a Australia de dos buques LHD, dos buques AOR y tres destructores AWD, la venta a Turquía de un buque LHD, la venta de fragatas clase Nansen a Noruega y la venta de patrulleros y corbetas a
Venezuela y Arabia Saudí. No obstante parece que estos éxitos han “relajado” al astillero español, que aparentemente se ha quedado dormido en los laureles tras estos sonados éxitos.
Pero aún no hay motivo para tirar la toalla. El presidente Donald Trump ha mostrado interés en acelerar el programa FFG(X) para llegar a las sesenta fragatas. De momento se ha aprobado la primera fase del programa, que consiste en la construcción del prototipo y las primeras diez fragatas, por lo que ya se está buscando un segundo astillero de refuerzo para la producción en masa. Navantia y General Dynamics aún podrían pulir su oferta de cara a la segunda fase del programa FFG(X), puesto que no es descartable que la US Navy acabe adquiriendo una segunda clase de buque, tal y como ha ocurrido con el programa LCS, que ha dado lugar a las dos clases Freedom e Independence. Ya se vera… por que en principio no parece que adaptar el sistema de combate AEGIS en el diseño de las fragatas FREMM sea tan fácil, sobre todo teniendo en cuenta que en origen no lo tiene integrado como si ocurre con el diseño original de la F-100 de Navantia, que en su momento se consideró como un logró.
Y sobre lo de dormirse en los laureles, es importante seguir invirtiendo en investigación y desarrollo para seguir manteniendo la industria naval en España. Navantia tiene en desarrollo actualmente el programa Astillero 4.0 donde apuesta por las últimas y más modernas tecnologías, destacando la generación del “gemelo virtual” de cada buque que se construya, lo que permitirá ir más allá que en el diseño y la construcción naval tradicional.
Desgraciadamente en estos momentos estamos viviendo la pandemia del coronavirus que ya ha empezado a influenciar muy negativamente a la economía, por lo que es posible que esta nueva situación que afecta a todo el mundo, repercuta negativamente en los planes de Navantia y de la propia Armada Española, que se traduciría en retrasos de los actuales programas de construcción naval, que a la vista futura serían las mencionadas fragatas F-110, los futuros submarinos AIP del programa S-80, los nuevos Buques de Acción Marítima (BAM) y el nuevo Buque de Transporte Logístico para el Ejército de Tierra. Ya se verá que ocurre en los próximos años, puesto que es muy probable que el propio programa FFG(X) se vea tambien afectado por esta situación de pandemia global.
Desde aquí ya solo nos queda felicitar a Fincantieri por hacerse con el contrato del programa FFG(X). Hay que reconocer que lo han sabido hacer muy bien, atando todos los cabos de la madeja de tal manera que han dado toda una lección de la que la industria naval española debe aprender y tomar nota de cara al futuro, ya que el diseño de Navantia, presentado a través de su socio General Dynamics, no es peor ni inferior a los otros contendientes presentados al programa FFG(X), sino que han existido otros factores que no se han sabido cuidar o explotar para sacar mayor partido.