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España es un polvorín: los cuatro ingredientes clave que favorecen los ‘megaincendios’

Irene Asiaín

Las elevadas temperaturas que padecerá nuestro país durante la ola de calor y la falta de lluvias preocupan especialmente a los expertos.

La masa de aire cálido procedente de África dejará estos días temperaturas históricas en amplias zonas de la Península y Baleares. Jornadas asfixiantes que sumirán al país durante días en un clima desértico de calor y calima.

Los termómetros marcarán temperaturas récord en ciertos puntos y muy especialmente durante la jornada del sábado, cuando se podrían alcanzar incluso los 47ºC en el valle del Guadalquivir, en Extremadura y en la cuenca del Ebro. Además, las mínimas se mantendrán especialmente altas, porque se situarán en torno a 25ºC en el sur peninsular, zona centro y valle del Ebro y 20ºC en el resto de las zonas. Será el lunes cuando, según el último aviso de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), podrían empezar a descender ligeramente las temperaturas, aunque manteniéndose todavía en valores extremos.

Antes de esta, ha habido en España olas de calor más extensas. Un informe de la Aemet destaca la acaecida en el verano de 2015: fue la más larga registrada hasta la fecha en nuestro país, con una duración de 26 días y con temperaturas que llegaron a rozar los 38ºC. Comparables, aunque de menor duración, fueron las que tuvieron lugar en el año 2003, de 16 días con temperaturas superiores a 35ºC, y en 2012, con una duración de 4 días, pero que llegó a afectar a 40 provincias y fue en este sentido «la más intensa hasta el momento de toda la serie».

Ahora bien, las elevadas temperaturas y el clima seco mantenido en el tiempo como el que tendrá lugar este fin de semana preocupan y mucho a los expertos. Condiciones climatológicas como estas ponen en riesgo extremo de incendios a prácticamente la totalidad del país. 

Las condiciones para los ‘megaincendios’

Raúl de la Calle, ingeniero forestal y secretario general del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales, recuerda que las altas temperaturas no generan incendios, pero los agravan. «Cualquier chispa o ignición se puede convertir en un gran incendio forestal porque hay una gran combustibilidad, es decir, la biomasa está mucho más disponible para cualquier fuego», apunta De la Calle. 

Megaincendios como los que se están viendo estos días en Grecia o en Turquía podrían repetirse en España. El principal problema al que apunta el ingeniero es que existe mucha biomasa que «no está siendo gestionada», y por tanto, si no se previene, se crea el escenario perfecto para que puedan producirse incendios que excedan la capacidad de extinción. 

Además de esto, apunta De la Calle, el país tiene de por sí una predisposición a que sucedan estos eventos por la superficie forestal que tiene y que crece cada año. Ahora bien, este crecimiento se debe, en gran medida, al abandono de la actividad rural. «La superficie forestal crece de manera caótica y se está creando un caldo de cultivo perfecto», cuenta el experto, que asegura que de no tomar las medidas de gestión y prevención adecuadas, «España puede tener su particular tragedia griega».

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estableció en un estudio reciente los cuatro ingredientes necesarios para la formación de grandes incendios forestales. El primero de ellos es la ignición: chispas que pueden iniciar una combustión y que, en España, al menos más de nueve de cada diez tienen detrás una causalidad humana (ya sea por negligencias o por intencionalidad). El segundo ingrediente es el combustible o la materia ecosistémica, que en nuestro país, como explica el experto, es abundante y crece de manera caótica. Y, por último, están las sequías y unas condiciones climatológicas adecuadas, que pueden darse en momentos de elevadas temperaturas como los que se experimentarán durante esta ola de calor.

De la Calle recuerda que además en nuestro país ocurre una cosa y es que «no hay cultura del riesgo». La población se traslada a vivir a zonas de monte en las que las medidas preventivas de incendios forestales son escasas, lo que «nos puede poner en un problema serio», donde además de intervenir en la extinción de los fuegos, haya que poner en marcha planes de evacuación. Situaciones que, como asegura el ingeniero, sobre todo en agosto y con estas temperaturas, «pueden suponer un drama, por supuesto, ecológico, pero también social y económico».

Así las cosas, el riesgo extremo de incendios este fin de semana se centrará sobre todo en zonas del sur, centro y este peninsular, así como las Islas Baleares. De la Calle cuenta que a pesar de que el país cuenta con una gran capacidad de extinción, sí que «hay zonas en las que estos medios de extinción están cruzando los dedos para que no suceda nada, porque el asunto puede ser grave».

España, en la línea roja

Situaciones de auténtico riesgo para la población que pueden suceder cada vez con más frecuencia e intensidad. Así lo respalda el borrador del sexto informe sobre cambio climático del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en el que se explicaba la relación directa y causal entre eventos como las olas de calor, y el cambio climático.

Andreu Escrivá, ambientólogo especializado en cambio climático, aclara que esto no quiere decir que sin cambio climático no existan las olas de calor, pero pone el ejemplo del juego Une los puntos y colorea: «es verdad que hace unos años íbamos viendo que estos puntos cada vez iban apareciendo en mayor medida y se iba viendo el dibujo, pero el informe del IPCC los ha unido del todo y los ha coloreado de un rojo intenso”. 

Entre otras cosas, el informe resaltaba que en España, particularmente, se iba a dibujar un paisaje árido con predominio de sequías e incendios, así como de inundaciones en zonas costeras por la subida del nivel del mar. También establecía un aumento de las temperaturas de al menos 3ºC en las próximas décadas con consecuencias catastróficas. En este sentido, Escrivá cuenta que mucha gente cree que un aumento de la temperatura de dos o tres grados no reporta gravedad, porque puede traer, por ejemplo, inviernos con temperaturas más suaves, pero esto no es así. 

Para explicarlo, hace una comparativa del clima con los packs de yogures del supermercado: «Es indivisible», porque «igual hay un sabor que te encanta y ese yogur se llama inviernos más suaves -lo que sería nefasto para los cultivos, entre otras cosas-«, ejemplifica el experto. Sin embargo, el problema está en que «el cambio climático crea una situación de extremos y el resto de yogures del paquete son sequías, precipitaciones muy concentradas, inestabilidad climática o cambios de patrones de tormentas y heladas en sitios y momentos en los que no deberían suceder». 

En este contexto, aparte de darse episodios de olas de calor cada vez más anómalas, también los incendios se vuelven más voraces. Juanjo J. González, doctor en Físicas y experto en cambio climático, explica que España, en las próximas décadas, irá pareciéndose cada vez más a un desierto, con más sequedad y temperaturas muy altas que favorecerán la aparición de megaincendios. Apunta además, que en el año 2050, «es probable que en verano empiecen a ser normales temperaturas de hasta 47ºC en zonas del sur peninsular».

Pero además hay un punto clave en el cambio climático, y es el suelo. La desertificación puede definirse como la pérdida de capacidad productiva del suelo, y recuperarlo es muy costoso y muy difícil. En opinión de Escrivá, «estamos en una línea roja: en el precipicio de la desertificación«, porque, como explica el experto, «si bajan las precipitaciones y sube el calor, también sube el estrés hídrico y la evapotranspiración de las plantas». Esto significa que si se dan situaciones de más calor, la vegetación necesita más agua para mantenerse en un contexto de verdadera escasez.

Uno de los problemas a los que puede conducir todo esto es que, si se produce un incendio, la vegetación lo va a tener más complicado para regenerarse, porque «a lo mejor las condiciones en las que estaba ese bosque ya no son las actuales», apunta Escrivá.

Aunque es cierto que no todos los eventos extremos son atribuibles al cambio climático, la evidencia científica ya ha establecido su relación directa en algunos casos. Como explica González, para saber si esta ola de calor se debe al cambio climático se debería hace un estudio de atribución a posteriori. Estudios como el llevado a cabo en Canadá, donde científicos del World Weather Attribution (WWA) -un grupo internacional dedicado a analizar la influencia del calentamiento global en fenómenos meteorológicos extremos- establecieron que las temperaturas de alrededor de 47ºC como las del pasado junio en el país habrían sido casi imposibles de no haberse dado un proceso de cambio climático.

Siguiendo el símil de la formación de los incendios, se podría decir que el cambio climático añadiría más combustible a la situación. Para Escrivá, sin lugar a dudas, «España es una de las zonas mundiales más amenazadas con diferencia por el cambio climático y que más en riesgo pone a sus ecosistemas pero también a sus habitantes», por lo que insiste en que, de aquí en adelante, deberemos adaptarnos, tomar medidas y saber gestionar mejor los recursos naturales.


Fecha de publicaciónagosto 12, 2021

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