En el Parque de Bomberos más grande de Madrid practican yoga entre sirena y sirena para sobrellevar el estrés de las situaciones límite que enfrentan.
Parque de Bomberos 2 (el más grande de Madrid), situado en el distrito de Salamanca. Siete y media de la tarde. Se encienden tres luces rojas y, al momento, dicen por megafonía “incendio en un piso en la calle…”. La mitad de los bomberos salen corriendo de la clase de yoga. El aviso interrumpe el tiempo de la guardia que dedican a relajarse, a conectar con ellos mismos. La calma se rompe y la tensión vuelve a sus vidas. Es su día a día. Es más, lo raro es que no suene la sirena durante esa hora y media dedicada a esta práctica, mezcla de ejercicio físico y meditación.
Ese nerviosismo provocado por la alarma no cesa ni después de 30 años de servicio, confiesa David Álvarez (Madrid, 1970). Y eso que él es uno de los más veteranos de este parque y el instructor de la clase de yoga. Se aficionó a esta disciplina espiritual atraído por sus diferentes formas de abordar la respiración. El interés por esta simple y vital acción de inhalar y expirar ha sido constante en su vida. Hasta el punto de que ha ido marcando su trayectoria personal y profesional.
En sus inicios como bombero, David se especializó en buceo, y se formó como instructor y buzo profesional. Hoy esta unidad ha desaparecido “porque el río Manzanares ya no es lo que era”. La formación en distintas técnicas de respiración le ha permitido instruir a otros compañeros en submarinismo y en el uso de los Equipos de Respiración Autónoma (ERA).
David, bombero que inició las clases de yoga en el parque de bomberos número 2 de Madrid. Javier Carbajal
Ahora, trabaja en la central de comunicaciones. Este departamento decide qué vehículos salen a las intervenciones. “Soy como una especie de controlador aéreo, pero de coches de bomberos”, apunta. Un curso de cinética respiratoria le introdujo en la práctica yogui: “La respiración condiciona tanto el cuerpo físico como la mente y eso me derivó a seguir investigando y a entrar en el mundo del yoga”, hasta convertirse en profesor. Y continúa aprendiendo: en breve viaja a Valencia para asistir a un curso de alineación en vinyasa, una modalidad de yoga dinámica.
Ejercicio físico y mental
Los bomberos que salieron en “cerocoma” de la sala de yoga regresan a la clase pocos minutos después. Esta vez se han librado, porque ya habían salido anteriormente a otra emergencia. Vuelven a sus esterillas y la clase se reanuda. Retoman las posturas que unen su cuerpo con su mente guiados por David, cuya cálida voz y su forma de hablar transmiten mucha calma. Se nota que los bomberos están en buena forma física, aparentemente no les cuesta adoptar las asanas, se mueven con soltura y agilidad.
Una sesión de yoga en el tejado del parque. Javier Carbajal
Algunos, como Sergio, alumno ya habitual, dominan la técnica. Le encanta esta clase porque combina la distensión con el ejercicio físico, “este momento de relajación en la guardia viene muy bien, aunque dura poco”, cuenta. Para Ricardo, uno de los jefes de guardia, hoy es su primer día y con una sola sesión tiene claro que volverá siempre que pueda, porque “te vale para estirar y tonificar todo el cuerpo.Es un entrenamiento no lesivo y supongo que hecho con un poquito más de nivel y rapidez físicamente puede aportar aún más fuerza”, afirma.
A Jesús, otro de los jefes, le gusta tanto su clase de yoga que hasta algunos días se apunta aunque no le toque trabajar. “Es un ejercicio que te da fuerza, equilibrio y tranquilidad de mente. Y te prepara la cabeza y el cuerpo para una salida. No es lo mismo que estar haciendo pesas que, en un momento dado, te desgasta mucho y si tienes una intervención exigente puedes estar un poco vacío de energía”, reflexiona.
Las clases de yoga son una actividad libre que David imparte de forma voluntaria desde hace tres años. Empezaron practicando él y otro bombero con experiencia en esta disciplina en un pasillo y poco a poco se sumaron más y más compañeros, y todos los espacios se les quedaban pequeños. Actualmente cuentan con su propia sala y lo practican 15 bomberos, que son aproximadamente la mitad de todos los que salen a emergencias en este parque. “Algunos han probado y no han vuelto porque no les ha llamado la atención y para otros es su momento del día de relax, de desconectar. Nos viene muy bien porque hay ratos, a veces, que son duros y te llevas las emociones dentro. Aprender a llevar la respiración y tener ese control es importante para el día a día y para nuestra profesión”.
Trabajo complicado
David intenta que esta práctica — en la que combina los estilos hatha y vinyasa — suponga “un momento para resetear y tranquilizarse, para dejar que el cerebro habite el espacio del corazón, porque en este trabajo hay ratos complicados”. A la vez, intenta que resulte terapéutico y restaurativo, que adquieran elasticidad e higiene postural, ya que a veces deben adoptar posiciones muy exigentes e incómodas en las que es muy fácil lesionarse. “Solo tenemos un cuerpo y nos tiene que durar mucho tiempo”.
David ejecuta un ejercicio. Javier Carbajal
A las ocho y media termina la clase de yoga. Profesor y alumnos siguen conectados “cultivando la amistad y el compañerismo” con un grupo de WhatsApp al que David sube frases motivadoras (y hasta se ha “currado” el diseño de un logo para el chat con una foto suya). Al rato dicen por megafonía, “Nieva, Arsenio, Alberto, venga, que tenéis que venir a preparar la cena, que se enfría”. Mientras están en el comedor, los bomberos tal vez deban salir corriendo de nuevo para socorrer a alguien.
“Madrid es un caos para un bombero”, lamenta David, quien se queja de que “la gente te llama para cualquier cosa”. En 30 años ha visto de todo. Le llama mucho la atención “la poca maña, soltura o recursos que tiene el ciudadano de Madrid para solventar algo”. Y pone el ejemplo de las roturas de agua: “Primero cierra la llave de paso, no llames a los bomberos”. Y el de un pájaro a la fuga: “Nos cuenta una chica por teléfono que le estaba dando de comer y se le escapó de la jaula y que le estaba viendo en la rama de enfrente. Le contestamos que no podíamos ir a buscar un pajarito. Estamos aquí para una emergencia”, como los intentos de suicidio. Precisa que últimamente les llaman mucho más que antes por este motivo, “ha bajado la edad, es gente muy joven”.
En este entorno de ansiedad, David no solo recomienda practicar yoga a compañeros de otros parques, sino a cualquier persona. Él seguirá aprendiendo para su propia desconexión y la de todos los bomberos que quieran evadirse del estrés (al menos por un rato).