Sobre la Estrategia de la UE para una Unión de la Seguridad
I. Introducción
Las orientaciones políticas de la Comisión han dejado claro que hemos de hacer todo lo que
esté en nuestra mano cuando se trata de proteger a nuestros ciudadanos. La seguridad no es
solo el fundamento de la seguridad personal, sino que también protege los derechos
fundamentales y sienta las bases para la confianza y el dinamismo en nuestra economía,
nuestra sociedad y nuestra democracia. Los europeos se enfrentan actualmente a un
panorama de seguridad en evolución constante en el que influyen las amenazas cambiantes y
otros factores, como el cambio climático, las tendencias demográficas y la inestabilidad
política más allá de nuestras fronteras. La globalización, la libre circulación y la
transformación digital siguen aportando prosperidad, facilitando nuestras vidas e
impulsando la innovación y el crecimiento. Pero estos beneficios llevan aparejados riesgos y
costes inherentes. Pueden ser manipulados por el terrorismo, la delincuencia organizada, el
tráfico de drogas y la trata de seres humanos, todos ellos amenazas directas para los
ciudadanos y nuestro modo de vida europeo. Los ciberataques y la ciberdelincuencia siguen
aumentando. Asimismo, las amenazas a la seguridad se vuelven cada vez más complejas: se
sustentan en la capacidad para trabajar de manera transfronteriza y en la interconectividad;
sacan provecho de la difuminación de los límites entre los mundos físico y el digital;
explotan a los grupos vulnerables y aprovechan las divergencias sociales y económicas. Los
ataques pueden producirse en cualquier momento y dejar poco o ningún rastro; tanto los
actores estatales como los no estatales pueden recurrir a una variedad de amenazas híbridas1
;y lo que sucede fuera de la UE puede tener una incidencia crítica en la seguridad dentro de
la UE.
La crisis de la COVID-19 ha transformado también nuestras nociones sobre las amenazas
para la seguridad y la protección y las políticas correspondientes. Ha puesto de relieve la
necesidad de garantizar la seguridad tanto en el entorno físico como en el digital. Ha puesto
de manifiesto la importancia de una autonomía estratégica abierta para nuestras cadenas de
suministro en términos de productos, servicios, infraestructuras y tecnologías vitales. Ha
reforzado la necesidad de implicar a todos los sectores y a todas las personas en un esfuerzo
común para garantizar que, ya de entrada, la UE esté más preparada y sea más resiliente, y
que disponga, cuando se haga sentir la necesidad, de mejores herramientas de respuesta.
No es posible proteger a los ciudadanos a través únicamente de la actuación individual de
los Estados miembros. Aprovechar nuestros puntos fuertes para trabajar juntos nunca ha sido
más esencial, y la UE nunca ha tenido más potencial para marcar la diferencia. Puede dar
ejemplo mejorando su sistema general de gestión de crisis y trabajando tanto dentro como
fuera de sus fronteras para contribuir a la estabilidad global. Si bien la responsabilidad
principal en materia de seguridad corresponde a los Estados miembros, estos últimos años
han hecho que se comprenda cada vez mejor que la seguridad de un Estado miembro es la
seguridad de todos. La UE puede aportar una respuesta multidisciplinar e integrada,
ayudando a los actores estatales de los Estados miembros con los instrumentos y la
información que necesitan2.
La UE también puede garantizar que la política de seguridad esté basada en nuestros valores
comunes europeos —respetando y haciendo respetar el Estado de Derecho, la igualdad3
y los derechos fundamentales y garantizando la transparencia, la rendición de cuentas y el
control democrático— para que políticas cuenten con un fundamento adecuado de
confianza. Puede construir una Unión de la Seguridad genuina y efectiva en la que los
derechos y libertades de las personas estén bien protegidos. La seguridad y el respeto de los
derechos fundamentales no son objetivos contradictorios, sino coherentes y
complementarios. Nuestros valores y derechos fundamentales deben ser la base de las
políticas de seguridad, garantizando los principios de necesidad, proporcionalidad y
legalidad, y con las salvaguardias adecuadas para la rendición de cuentas y el acceso a la vía
judicial, permitiendo al mismo tiempo una respuesta eficaz para proteger a las personas, en
particular a los más vulnerables.
Existen ya instrumentos jurídicos, prácticos y de apoyo importantes, pero estos deben
reforzarse y emplearse mejor. Se ha avanzado mucho a la hora de mejorar el intercambio de
información y la cooperación de los servicios de inteligencia con los Estados miembros, así
como de reducir el perímetro de actuación de terroristas y delincuentes. Pero persiste la
fragmentación.
El trabajo también debe ir más allá de las fronteras de la UE. Proteger a la Unión y a sus
ciudadanos ya no consiste tan solo en garantizar la seguridad dentro de las fronteras de la
UE, sino también a abordar la dimensión exterior de la seguridad. El enfoque de la UE en
materia de seguridad exterior en el marco de la Política Exterior y de Seguridad Común
(PESC) y de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) seguirá siendo un
componente esencial de los esfuerzos de la UE por mejorar la seguridad en la UE. La
cooperación con terceros países y a nivel mundial para hacer frente a los retos comunes es
fundamental para una respuesta eficaz y global; asimismo, la estabilidad y la seguridad en la
vecindad de la UE es fundamental para la propia seguridad de la UE.
Basándose en los trabajos realizados anteriormente por el Parlamento Europeo4, el Consejo5
la Comisión6, esta nueva estrategia muestra que una Unión de la Seguridad genuina y
eficaz debe combinar un núcleo sólido de instrumentos y políticas para garantizar la
seguridad en la práctica con el reconocimiento de que la seguridad tiene implicaciones para
todos los segmentos de la sociedad y para todas las políticas públicas. La UE debe garantizar
un entorno seguro para todos, independientemente de su origen racial o étnico, de su religión
o creencias, o de su género, edad u orientación sexual.
Esta Estrategia abarca el período 2020-2025 y se centra en la creación de las capacidades y
los medios para garantizar un entorno de seguridad con garantías de futuro. Establece un
enfoque en materia de seguridad que incluye a la sociedad en su conjunto y que puede
responder eficazmente a un panorama de amenazas en rápida transformación de forma coordinada. Define las prioridades estratégicas y las acciones correspondientes para hacer
frente a los riesgos digitales y físicos de manera integrada en todo el ecosistema de la Unión
de la Seguridad, centrándose en los ámbitos en los que la UE puede aportar más valor. Su
objetivo es ofrecer un dividendo de seguridad para proteger a todos en la UE.